Se advierte en la sociedad española en los últimos tiempos una hostilidad creciente hacia Dios (exposiciones o representaciones blasfemas) y hacia la fe en sí misma (imposición de la ideología de género), sus instrumentos de transmisión (acoso a la escuela religiosa) o sus manifestaciones públicas (boicot a procesiones, prohibición de crucifijos, etc.). Sobre todas estas cuestiones ha conversado Javier Navascués en Adelante la Fe con Javier Barraycoa, doctor en Filosofía y profesor de Sociología en la Universidad Abat Oliba CEU de Barcelona:
-¿Cuál es su valoración de los ataques contra la Iglesia católica que se están dando actualmente en España?
-La Cristofobia que se ha despertado en España en poco tiempo sólo tiene una explicación sociológica y otras más trascendentes. En el ámbito sociológico, es una Cristofobia que ya se viene larvando desde que la Ilustración llegó y los “afrancesados” asumieron las riendas del poder fáctico en España. Cada una o dos generaciones el odio religioso se ha disparado en la católica España. La última vez fue en el 36 y ahora parece iniciarse una etapa parecida. La gran diferencia es que antes en España hubo una legión de católicos dispuestos a no dejarse aplastar. En un ámbito más trascendental, esta Cristofobia coincide con un sutil cambio de régimen tras la abdicación de Don Juan Carlos I. Por primera vez en la historia de España la ceremonia de jura de Felipe VI fue sin ceremonia religiosa. Podríamos decir que contenía una apostasía tácita. Le guste o no alguien esta afirmación, la teología de la historia es así. Las decisiones de los que tienen autoridad o poder determinan el futuro de las sociedades sobre las que tienen responsabilidad. También creo que España, si en el siglo XX fue ejemplo martirial, en el XXI, en medio de esta apostasía generalizada, Cristo volverá a reinar en los nuevos mártires que a buen seguro habrán de llegar.
-El Padrenuestro blasfemo, la amenaza de cerrar una Iglesia, querer prohibir las procesiones… ¿son hechos aislados o el síntoma de que se está cociendo algo fuerte?
-No. No hay hechos aislados. Nada ocurre por casualidad y menos en estos ámbitos. Estamos ante una primera fase de revanchismo. Este revanchismo obtuvo una cobertura legal con la Ley de Memoria histórica de Zapatero. Pero no nos engañemos. Ahora estamos en una primera fase de aparentes reivindicaciones disfrazadas de “derecho a la libertad de expresión”, “interés general”, etcétera. Pero el revanchismo de los “podemitas”, sobre todo contra las procesiones de Semana Santa, aún ha encontrado una resistencia. Pero llegarán tiempos peores. Nos tocará ver cómo el poder político favorecerá el islam como religión alternativa al cristianismo, creyendo que a base de subvenciones lo podrá domesticar. Hay que ser ciego para no ver el futuro que se avecina.
-Como sociólogo ¿cómo valora esta Cristofobia precisamente en una democracia donde hay libertinaje prácticamente para todo?
-En el plano humano la Cristofobia es absurda. Si todo está permitido y todo es aceptable, ¿por qué el catolicismo iba a ser menos? Sin embargo estamos ante enemigos muy poderosos. Por ejemplo, se ha realizado estudios sociológicos muy serios en Estados Unidos que demuestran que no hay correlación entre pedofilia y sacerdocio. Hay colectivos como profesores, incluso padres que recogen tasas de pedofilia mucho más altas. Sin embargo, la ocultación de estos datos, han conseguido que la psiqué colectiva asocie sacerdocio a pedofilia y ello va generando una Cristofobia inconsciente.
-¿Cree que se va a recrudecer la persecución a los católicos si entra en el gobierno la izquierda radical, se quitarán del todo la careta?
-Sí, claro. Lo que ocurre es que de momento Europa no está para permitir según que cosas. Parece que es contradictorio, pero en realidad no. A lo largo de la historia hemos visto cómo emperadores no cristianos defendían la Iglesia. Incluso los Zares de Rusia llegaron a defender en algún momento a los católicos perseguidos por la Revolución. Incluso Napoleón acabó dándose cuenta que le salía más a cuenta defender a los católicos que atacarlos. Con la Unión Europea pasa lo mismo. Es profundamente anticristiana, pero en estos momentos no quiere que haya ninguna persecución excesivamente explícita. Ya de por sí Europa tiene demasiados problemas.
-¿Estamos preparados realmente para esa persecución incluso cruenta?
-No. Y tampoco hay por qué estarlo especialmente. Aunque suene a tibieza no pretendo transmitir eso. El martirio es una gracia. Es un don gratuito, no merecido. Cuando llegue, llegará y Dios escogerá a los suyos. No depende siquiera de nuestros méritos actuales. Aunque sí que sería prudente rezar a Dios para pedirle fortaleza de cara a lo que nos tocará vivir a los católicos.
-¿Cómo debemos actuar si la cosa se pone seria, si sobrevienen momentos decisivos?
-Cada uno ha de verlo y el Espíritu Santo iluminará. La Iglesia en su Magisterio deja bien claro que es perfectamente legítimo huir en caso de persecución. San Atanasio y otros tantos santos son ejemplo de ello. En un principio creo que debemos vivir como si fueran tiempos ordinarios, aunque sabemos que son extraordinarios. Todos tenemos nuestras gracias de estado y debemos aprovecharlas al máximo. Cada día tendremos más tentaciones a nivel interno espiritual y a nivel político y social: cansancio, transigencia, desapego a nuestras responsabilidades sociales y políticas. Y de eso hay que ser consciente.
-Háblenos de la importancia de tener una buena formación, vida de oración y de estar unidos en estos tiempos de confusión…
-Creo que debemos tener claro un trilema cuyo orden jerárquico sería: oración, formación y acción. Si queremos hacerlo al revés, creeremos estar construyendo el reino de Dios y simplemente seremos unos peones más de este sistema. Hoy más que nunca hemos de tener presente que no somos de este mundo, pero estamos en este mundo y por lo que hagamos aquí es por lo que seremos juzgados. Y evidentemente la gran tentación que nos pondrá el diablo será la sensación de estar solos y ser “raros”. Por ello es tan importante que se consoliden pequeñas comunidades de católicos fieles a la Tradición sempiterna de la Iglesia y que sepan discernir los signos de los tiempos. Y no es fácil, ciertamente.
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