Fue una gran figura pública en su mundo profesional y un líder capaz de movilizar fuerzas ocultas en la sociedad española
José Gabaldón López fue presidente del Foro español de la Familia entre 1999 y 2007. Tras una fructífera carrera como juez desde 194 6, fue posteriormente magistrado de lo contencioso y entre 1992 y 1998 magistrado del TC, cuya vicepresidencia ocupó entre 1995 y 1998. Presidió la APM en años clave de nuestra reciente historia y, tras su jubilación, dedicó parte de sus energías a liderar el Foro de la Familia.
José Gabaldón López nació el 23 de marzo de 1922 en El Ballestero (Albacete) y ha fallecido en Madrid el 30 de abril de 2016. Su carrera como juez la culminó como vicepresidente del Tribunal Constitucional después de haber presidido la Asociación Profesional de la Magistratura. Entre 1999 y 2007 presidió el Foro de la Familia.
Pepe –así le llamé siempre– fue un gran líder que llevaba su liderazgo con enorme naturalidad. El liderazgo a Pepe le salía por los poros, sin esforzarse; era su forma de ser. No ejercía el liderazgo; lideraba estando presente, con su actitud, su generosidad, su amplitud de miras, su confianza en los demás y su compromiso con todo lo bueno que veía asequible.
Además de gran jurista y juez, siempre se implicó en labores sociales y asociativas: desde la presidencia de la asociación de padres de alumnos del colegio de sus hijos o la de la Asociación Profesional de la Magistratura (APM), hasta la presidencia del Foro de la Familia. Porque Pepe siempre estaba disponible para hacer el bien que estuviese al alcance de su mano. Esta actitud era fruto de su profunda conciencia de cristiano: se sabía llamado por Dios para ser útil a los demás y a la sociedad.
Fue una gran figura pública en su mundo profesional y un líder social capaz de movilizar fuerzas ocultas en la sociedad española desde el Foro de la Familia. A la vez, era un modelo de sencillez y humildad; por eso supo siempre sumar a muchos a sus proyectos; en él no había vanidad ni afán de aclamaciones, sino pura voluntad de servir. Con la misma naturalidad con que asumía sus responsabilidades y los cargos correspondientes, l os dejaba cuando llegaba la hora con toda normalidad.
Y tras Pepe, –haciendo bueno el refrán–, Charo, su mujer, su gran amor. Siempre pendiente de ella, siempre dócil a sus sugerencias, y ella siempre ocupada en él. Siempre los vi como un modelo de matrimonio, aquel en que cada cónyuge solo piensa en el otro y no en sí mismo; y los dos juntos viven para sus hijos.
Pepe ha fallecido con la naturalidad y sencillez con la que vivió. Ha sido para mí un lujo haber compartido con él una parte de su vida. Cuando ahora pienso en él me viene a la cabeza aquel punto inicial de «Camino», la obra de San Josemaría que tanto influyó en su vida: «Que tu vida no sea una vida estéril. —Sé útil. –Deja poso. –Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu amor (…) –Y enciende todos los caminos de la tierra con el fuego de Cristo que llevas en el corazón».
Pepe se propuso –y lo consiguió– hacer realidad en su vida este consejo de San Josemaría.
Benigno Blanco, expresidente del Foro de la Familia, en ABC
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