En la tarde del 2 de febrero, festividad de la Presentación del Señor, el obispo de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, Mons. Rafael Zornoza Boy, presidió, en la Catedral de Cádiz, la Eucaristía con motivo del Jubileo de la Vida Consagrada.
Bajo el lema La vida consagrada, profecía de la misericordia, la jornada se celebró en un contexto muy especial, ya que con esta celebración se clausuraba el Año de la Vida Consagrada.
Durante la ceremonia, a la que asistieron representantes de las distintas órdenes y congregaciones religiosas de la diócesis, Mons. Zornoza, refiriéndose al final de esta conmemoración, mostró su alegría por llegar a esta clausura y “presentarnos al Señor habiendo puesto nuestra vida ante Él”. El obispo diocesano aseguró que el Año de la Vida Consagrada pretendía que “mirásemos nuestra vida para dar, orando, gracias a Dios; saliendo de nosotros una actitud agradecida por nuestra fidelidad a Dios”.
De esta manera, el obispo de Cádiz y Ceuta afirmó que consagrados y consagradas, religiosos y religiosas “somos un fruto del amor de Dios, un regalo del amor de Dios para que los hombres y el mundo puedan encontrarse con ese amor de Dios”. En este sentido manifestó que la labor de los religiosos y consagrados en la diócesis es reconocida por la gente, ya que ha marcado la vida de muchas personas “gracias a vuestra cercanía al Señor”.
Así, el prelado definió la vida consagrada como una “profecía” porque “elocuentemente muestra al mundo que adonde nadie quiere ir, ahí va el consagrado”.
Por otro lado, Mons. Rafael Zornoza presidió por la mañana el Jubileo de Vida Ascendente en la Catedral de Cádiz, con la asistencia de muchos representantes del movimiento diocesano.
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