lunes, 26 de febrero de 2024

* 1999

 

Mi semanal tribuna en San Fernando va dedicada a mi querida Archicofradía de Medinaceli en la que este año cumplo mis primeros veinticinco años como hermano. 

Jesús Rodríguez Arias


1999

Ese es el año en el que ingresé en la Real, Venerable, Seráfica y Trinitaria Esclavitud y Antigua Archicofradía del Santísimo Sacramento de la Inmaculada Concepción y Ánimas Benditas y Fervorosa Hermandad de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado y María Santísima de la Trinidad conocidas por todos los isleños y devotos como Medinaceli.

Ese año me estaba preparando para recibir el Sacramento de la Confirmación en unas catequesis que se organizaron en la Iglesia Mayor Parroquial para adultos toda vez que cuando normalmente se hace yo compatibilizaba el trabajo del campo, en Chiclana donde residía por aquel entonces, con los estudios y me fue totalmente imposible.

Fue en mil novecientos noventa y nueve, un año antes de cambiar el milenio, cuando por fin pude recibir esas necesarias catequesis con un grupo humano en el que se unía varios carismas entre ellos el Camino Neocatecumenal. Recuerdo que solamente había dos cofrades: Mi recordado amigo Roberto y quién esto escribe. Roberto, hermano de Medinaceli, fue quién me abrió las puertas de una Hermandad tan querida en casa toda vez que mi hermano Juan José fue miembro de esta corporación nazarena hasta su muerte.

Este año se cumplen los primeros veinticinco años de pertenencia a esta insigne cofradía isleña que lleva a gala la cercanía para los que somos hermanos de esta. Recibí el boletín cuaresmal en La Atalaya de Villaluenga del Rosario en los días previos al asesinato de los dos guardias civiles en Barbate y la verdad no tuve tiempo material para abrirlo y leerlo como a mí me gusta.

Fue un mensaje de mi querido hermano en Medinaceli, José Antonio Garnárez Pinto, el primero en felicitarme por estas bodas de plata en la Hermandad que nos une, al día siguiente llegó una carta con la felicitación oficial de la corporación nazarena e invitándome a la Eucaristía del jueves 29 de febrero donde al término de esta se hará entrega de diploma acreditativo. Ese día no podré estar con mi querida cofradía ya que desde hace meses tengo comprometidos la mayoría de los días que componen esta semana.

Solamente os diré que me siento muy orgulloso de pertenecer a la luenga nómina de hermanos de Medinaceli porque es una Hermandad, con hache mayúscula, con mucha vida cofrade y también solidaria gracias a su labor con los Trinitarios y en la Fundación ProLibertas. Una cofradía que es espejo de hacer bien las cosas, de avanzar y evolucionar sin perder el estilo de lo que es la Semana Santa de La Isla. Una corporación nazarena que se ocupa y preocupa en ofrecer una buena formación a sus miembros, así como de estar cerca de los hermanos estén cerca o lejos, kilométricamente hablando.

Tengo muchas vivencias juntos a grandes cofrades de Medinaceli como son Antonio Garnárez Acosta, buen y querido amigo, Pepe Coto, Juan Guerrero, así como Eduardo Coto, José Antonio Garnárez Pinto, entre otros muchos que tengo en la memoria y en el corazón. Gracias a Dios que me ha puesto grandes cofrades en el camino de la vida que me han enseñado a vivir de forma íntegra y honesta un carisma tan único y especial como es el cofrade.

Veinticinco años se cumplen este dos mil veinticuatro desde que me hiciera hermano allá por mil novecientos noventa y nueve. Un cuarto de siglo donde han pasado demasiadas cosas, tantas que hace ya algunos trasladé mi residencia a Villaluenga del Rosario y desde hace tres años paso algunas temporadas en un pequeño pueblo de la Cantabria interior llamado Loma Somera que se encuentra situado en el Real Valle de Valderredible. Tanto que el mundo ha cambiado y no siempre para bien, tanto que es bueno detenerse y contemplar lo que tenemos delante de nuestras miradas, así como recordar nuestros ayeres. Y da la coincidencia que en mi vida siempre ha estado y seguirá así hasta que mis ojos se cierren para siempre una Hermandad a la que quiero mucho como es la de Medinaceli de San Fernando, por siempre bendita Isla de León.

Dar las gracias a la Junta de Gobierno, con nuestra hermana mayor a la cabeza, por sus atenciones recibidas por esta emocionante efeméride.

Jesús Rodríguez Arias

 


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