De Él dijo Felipe II: “El
que haya perdido la Fe, que venga aquí y la hallará” y os tengo que
confesar que es verdad porque esta imponente talla que preside la capilla que
encargara en 1566 el canónigo burgalés Pedro de Encinas al arquitecto y
escultor Juan Vallejo impresiona.
El Santísimo Cristo de Burgos,
también denominado de las Santas Gotas, estilísticamente es obra del primer
gótico, expresando, y de qué manera, el sufrimiento de Cristo en la cruz en su
expresión que se acrecientan por las heridas de su cuerpo.
En días pasados, aprovechando la temporada que estamos pasando en Loma Somera, en el Real Valle de Valderredible, (Cantabria), nos fuimos a visitar la ciudad de Burgos que nos recibió con los brazos abiertos a la historia que esta contiene. En primer lugar, visitamos la Catedral, que es majestuosa en toda su extensión, para después de almorzar dirigirnos a la Iglesia de San Gil Abad, un templo único en Burgos ubicado en una importante entrada de la ciudad antigua, en la muralla que rodeaba a la misma. Este templo es de obligada visita para los amantes de la cultura y el arte pues en sus muros albergan obras de los mejores artistas del s. XV y XVI que trabajaron en la Catedral.
Y allí, en esa Iglesia, me
encontré de sopetón con este sobrecogedor crucificado. La Milagrosa Imagen del
Santísimo Cristo de las Gotas de Sangre que está íntimamente vinculada a San
Juan de Mata, fundador de la Orden de los Padres Trinitarios y al Convento de
la orden que el mismo San Juan de Mata fundó en unos terrenos que la noble
señora llamada Catalina había donado en un solar en el barrio San Martín,
contiguo al Arco de San Gil. Esto ocurre alrededor de 1207.
Talla de acusada personalidad
que destaca por la numerosísima cantidad de heridas que presenta. Todo el
cuerpo: torso, brazos y piernas está salpicado de pequeñas laceraciones de las
que manan gotas de sangre. Cuenta con corona de espinas. El paño de pureza es
natural y va sobrepuesto, a diferencia de la imagen de la Catedral, no es del
tipo tonel o faldellín sino de pliegues y anudado a la izquierda. La cruz es un
madero tosco y pesado sin adornos.
Aunque en la calle hacía frío
al entrar en la Iglesia sentí una especial calidez, visitamos las distintas
capillas, altar mayor, hasta encontrarnos frente al Santísimo Cristo de Burgos.
Nunca se me olvidará ese momento pues fue un flechazo directamente al corazón
el que sentí en ese momento. Me senté en uno de los bancos para presenciar la
impresionante talla de Jesús que se mostraba frente a mis ojos. Leí esta frase:
“¡No tengas miedo, acércate a Él, ponte justo debajo de su imagen, alza los
ojos y encuentra su mirada! Escucha, solo escucha, ¡¡algo te intenta decir!!
Por eso, ni corto ni perezoso,
me puse debajo del Santísimo Cristo de Burgos, busqué ansioso su mirada, la
encontré tan llena de Misericordia y Piedad que restañó con su Caridad y Salvación
mi Afligido corazón tan lleno de Amargura. En el Silencio de una oración que
tan solo Él y yo sabemos sentí de nuevo brotar la Esperanza que creí perdida.
Sí, el Santísimo Cristo de
Burgos o de las Santas Gotas de Sangre que se encuentra en la Iglesia de San
Gil Abad ha sido quién me ha puesto de nuevo en pie y ahora camino por la vida
con paso temeroso, aunque firme. La imagen de este crucificado la llevo en mi
mente siempre y más cuando el silencio de la noche apaga toda luz.
Jesús Rodríguez Arias
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