Desde la Libertad en la que vivo lo que pienso lo escribo y lo que escribo opino...
Jesús Rodríguez Arias
PLAZA DEL REY
Decía mi madre que cuando uno llega a cierta edad vive los recuerdos de forma más intensa y eso me está pasando a mí con La Isla. Hace un año y ocho meses que me viniera definitivamente a vivir a Villaluenga del Rosario, confinamiento y pandemia de por medio, y no he vuelto a regresar. Hace veinte meses cerré la puerta de la vida que llevaba y aun no tirando la llave cada día me acuerdo de la ciudad de mis orígenes, sus lugares, momentos, personas y claro está lo hago, la mayoría de las veces, en modo de recuerdos.
Es muy recomendable alguna vez poner tierra de por medio y vivir en la lejanía, porque cuando regresas ves con los ojos de la objetividad el antes y el después de cada sitio. Ni todo tiempo pasado fue mejor ni el presente es la repanocha.
Por ejemplo, hablo en primera persona, cuando hace apenas dos años volví a las callejuelas después de mucho tiempo me encontré que poco se parecía a la que viví en mi infancia. Permanecerá su idiosincrasia, no lo dudo, pero ahora todo es distinto, la vi de otra manera.
Eso también sucedió con la calle Real, verdadera arteria que daba vida a toda una ciudad, ni una gran avenida ni lo que tenemos ahora. Una calle llena de color, comercios, paseantes y coches. Sí, porque muchos de los que hoy pueden estar leyendo este artículo solo la habrán conocido con las hechuras que ahora presenta.
Soy de los que creen que proyecto del Tranvía entre Cádiz y Chiclana pasando por San Fernando ha destrozado el centro de la ciudad. Prefiero mil veces la calle Real tal y como lucía en antaño que como está ahora. Antes era a todas luces la principal vía de la gran ciudad que siempre ha sido La Isla ahora en cambio da mucha tristeza el verla y más si transitas por ella. Calle peatonal, uniforme en pavimentación, con desniveles para que corra el agua cuando llueva, con escalones de las paradas correspondientes, llenita de raíles, con horribles catenarias que deslucen todo y con unas farolas de paseo marítimo que pegan literalmente bocados. Sí, las mentes pensantes que idearon que el dichoso trenecito pasara por la calle Real son los responsables de cargarse el centro histórico de una ciudad como San Fernando.
Mucho de nuestro patrimonio si no desaparece quedará muy diezmado, aunque hayan habilitado muchos años después su restauración. La Casa Lazaga es un ejemplo claro de lo que estoy diciendo.
En la libertad de pensamiento en la que vivo opino que las obras de reformas a la Plaza del Rey de nuestra bendita Isla de León es otro grave atentado. Remodelar por completo la plaza principal de nuestra ciudad además de innecesario es un intento de amputación de lo que es el patrimonio histórico artístico y con esta se habrá perdido otro de los símbolos propios de nuestra bicentenaria ciudad.
Quieren cambiar por completo la fisonomía de este céntrico lugar, quitando incluso las palmeras, bancos, solería, parterre y la majestuosa estatua ecuestre del bilaureado General Enrique Varela Iglesias, obra de Aniceto Marinas que es uno de los escultores contemporáneos más reconocidos y que desde 1948 preside el punto más céntrico de la ciudad. El General Varela ha sido juzgado y condenado al ostracismo porque es considerado “franquista” cuando en verdad fue monárquico. Sesgar parte de la historia que no nos gusta demuestra a todas luces la ceguera que reina en nuestra sociedad.
Con independencia de pensamientos políticos, de los que estamos bien hartos, lo que quiero denunciar, con mucha tristeza, es que entre unos y otros nos estamos cargando la ciudad que fue un referente en lo social y cultural. Que en la actualidad hay mucho que se ha hecho bien no me cabe la menor duda, pero una cosa no quita la otra.
Espero que la alucinada idea de cambiar la carrera oficial de Real a la remozada Plaza del Rey se quede solo en un proyecto porque lo que nos han mostrado las imágenes digitalizadas atenta muy mucho a la categoría que tiene nuestra Semana Santa. Me imagino que consultarán a los cofrades, que atenderán a lo que estos decidan, aunque me vais a permitir que conociendo el percal lo ponga en duda.
Jesús Rodríguez Arias
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