Vivimos en una sociedad que parece que todos controlan, opinan, juzgan a los demás.
Y digo: ¿A quién le importa lo que haga, diga o piense?
De esto va mi semanal tribuna de todos los lunes en San Fernando Información.
Jesús Rodríguez Arias
¿A QUIÉN LE IMPORTA?
“La gente me señala/ Me apunta con el dedo/ Susurra a mis espaldas/ Y a mí me importa un bledo”. Así comienza la canción interpretada por Alaska y Dinarama y compuesta por Carlos Berlanga y Nacho Canut.
Es una letra para escuchar detenidamente pues habla de situaciones que se dan diariamente y que todos sin excepción hemos padecido en más de una ocasión. Se trata del chismorreo barato, del juzgar sin conocer, de presuponer que lo que hace el otro está mal porque no concuerda con lo que fulanito, menganito o zutanito piensan que es lo correcto.
Los que somos y nos sentimos totalmente libres somos las víctimas propiciatorias de una sociedad demasiada puritana que se da golpe de pechos en público y después cada cual hace lo que le viene en gana. Los beatos, los criticones, los que van con el cuello tan rígido que terminarán por padecer de las cervicales, los que se erigen en potestad para decir en voz alta lo que cada uno debe o no hacer y después en su fuero interno no es oro todo lo que reluce.
Nadie debería criticar a su semejante porque nadie sabe a ciencia cierta la vida de esa persona, lo que en verdad piensa, sus desilusiones y sufrimientos, el precio que ha debido de pagar por ser coherente con sus principios. Nadie sabemos nada de los demás para someterlos al juicio sumarísimo de nuestra subjetiva opinión.
Piensa que hagas lo que hagas muchos diferirán de tus criterios, gustos y forma de pensar. Si te dejas barba hay que ver lo que te envejece y si no te recalcan que tienes la cara muy aniñada, si cambias de peinado o te tiñes el pelo, hay que ver lo que has cambiado, si te vistes de tal o cual manera también escucharás que ese no es tu estilo, que antes estabas mejor, si no lo haces te dirán que eres demasiado antiguo, si lees un determinado libro, si te gusta tal música o cual cantante…
Todo lo que hagas o dejes de hacer será ferozmente criticado por un sector de la sociedad que en verdad vuelca sus propias frustraciones en ti que te has atrevido a cambiar, que has querido ponerte el mundo por montera.
Muchas veces hago referencia al libro “Juan Salvador Gaviota” de Richard Bach que además fue el primer libro que compré y con el cual comencé mi biblioteca personal. En esta novela en forma de fábula nos cuenta que Juan Salvador lo único que hace es practicar su vuelo y no se dedica a hacer lo que hacen las demás gaviotas. Estas intentan por todos los medios hacerlo cambiar porque no ven normal que una gaviota trate de hacer piruetas en vez de buscar comida como las demás. Su perseverancia en intentar cumplir su sueño hizo que las demás gaviotas lo exiliaran y le dieran la espalda.
¿Y en verdad a quién le importa lo que haga o no Juan Salvador Gaviota? ¿A quién le importa lo que hagas tú o haga yo? La conciencia de cada cual no la podemos engañar y a Dios menos. ¿Si vivo o no diferente al resto y lo hago desde la coherencia y la fe a quién le importa de verdad lo que yo haga?
Los que estamos en el mundo de las Artes, que en verdad somos muy Juan Salvador Gaviota, lo tenemos mucho peor porque por nuestra forma de entender la vida chocamos con lo rancio de una sociedad demasiado gris y estricta con las cosas de los demás.
“Yo sé que me critican/ Me consta que me odian/ La envidia les corroe/ Mi vida les agobia. ¿Por qué será? Yo no tengo la culpa/ Mis circunstancias les insultan”.
¿A quién le importa lo que pueda hacer o decir? ¿A quién le importa lo que haga menganito o fulanito? Nos hemos parado a pensar que en vez de juzgar-criticar lo que podríamos hacer es interesarnos más por nuestros semejantes, ser personas cercanas y humanas al mismo tiempo. Hacer una pregunta que conlleva un compromiso: ¿En qué te puedo ayudar?
Si quisiéramos la vida sería un paraíso aquí en la tierra.
Jesús Rodríguez Arias