Artículo escribo bajo el sosegado pensamiento de las noches de verano en el patio de La Atalaya mientras leía tranquilamente. Noches que se hacían madrugada con olor y sabor a brandy y puro.
Asumo cada sentimiento en él descrito como el necesario peaje que he pagado y debo seguir haciéndolo por vivir desde el honor en coherencia y libertad.
Hoy lunes 12 de septiembre, que es el día en el que Hetepheres celebra su santo, he querido escribir a corazón abierto...
Jesús Rodríguez Arias
EN MI SOLEDAD
Reconozco vivir tranquilo será porque no me siento solo y es que el necesario peaje para obrar desde el honor, la coherencia y desde la Libertad hace que tengas que pagar un injusto precio al principio, reconfortante después, como es la llamada soledad.
El carácter lo puedes suavizar, la personalidad intentarás moldearla para ser mejor persona, aunque los puntos que nos hacen diferentes los unos de los otros no se pueden cambiar. Si desde chiquitito te inculcan valores, virtudes, un código de honor que te sirve de vademécum en tu existencia, si acrecientan en ti la imperiosa necesidad de vivir en libertad es muy difícil que cuando creces abandones la senda que recorrieron en su día tus mayores.
Pero vivir en esa clase de coherencia, honor y libertad se convierte en un duro acicate cuando tienes que bregar con todo lo contrario cada día. Caminamos en un mundo cada vez más vacío de todo, donde la fe la quieren aniquilar, los valores como el honor se convierten en antiguallas, donde vale más llevar las ascuas a su particular sardina caiga quien caiga sea individuo, institución o territorio. Una sociedad cada día más solitaria que gracias a las redes sociales, en su mayor defecto, como todo lo que ha ido aconteciendo en los últimos años, solo es capaz de interrelacionarse vía virtual donde los besos y abrazos quedan en ese espacio cibernético que en su mayoría no siente ni padece.
Vienen un otoño e invierno duros con una recesión de carácter mundial debido a la guerra entre Rusia y Ucrania amén de otros retorcidos intereses. La verdad es que pienso que no nos merecemos sufrir más después de la devastadora pandemia que hemos padecido. Parece que los poderosos nos quieren débiles, tristes, incultos, porque así es más fácil manejarnos. Solo cabe confiar en Dios y en la Iglesia, siempre Madre, aunque algunas veces debo reconocer que me sienta huérfano dentro de la misma.
Tanto Hetepheres como yo desde que nos hemos “retirado” del mundanal ruido y nos hemos instalado en La Atalaya que está en este lugar tan único llamado Villaluenga del Rosario hemos de reconocer que los informativos, noticias o telediarios no forman parte de nuestro día a día y solamente cuando nos asomamos a esa ventana abierta que es internet nos enteramos cómo va todo. Hemos preferido aislarnos para seguir viviendo, hemos decidido tener conocimiento no tanto de lo que se cuece en general sino de las personas a nivel particular. Somos declaradamente humanistas y por tanto el ser humano con su grandeza y bajeza nos interesa más que el globalizado mundo con el cual nos quieren a todos controlar.
Transitando la madurez de mi vida me he vuelto asertivo, selectivo de lugares, personas, costumbres e incluso pensamientos. Dejo marchar apegos, dolores que muchas veces son innecesarios, personas, intentando salvaguardar la propia salud.
Me gusta disfrutar de la lectura bien entrada la noche con sabor brandy y puro, dejé de vivir historias para escribirlas, ya no idealizo la vida, sino que me dedico a vivirla. Mi caminar ya es más lento y no por falta de fuerzas, sino porque me da tiempo a observar a esos que van tan deprisa que siguen tropezando con la misma piedra.
Soy de los que a veces guarda silencio ya que concibo que no a toda palabra hay que ponerle altavoz Y vivir en esta clase de libertad con plena conciencia del honor recibido por mis padres como la mejor de las herencias y con la coherencia que me enseñaron desde la cuna tengo necesariamente que pagar tributo ante una sociedad que preconiza lo contrario. El peaje se llama soledad.
Ahora sí puedo decir a quienes quiero y me quieren de verdad sin torcidos intereses por medio, ahora sí puedo decir que hago y digo lo que realmente pienso porque el precio impuesto por vivir en libertad no es un castigo sino la mayor recompensa ya que en mi soledad vivo tranquilo y será porque no me siento solo.
Porque voy caminando caminos acompañado de la persona que más quiero, la compañera de mi vida, mi mujer, mi cielo y universo, la de mirada radiante en la amanecida o brillando expectante en un bello atardecielo…
Felicidades en tu día Hetepheres.
Jesús Rodríguez Arias
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