Hoy es uno de esos días en los que la mayoría no lee artículos de opinión pues o bien están recordando lo bien que estuvo el pregonero, los altares dispuestos para venerar a nuestros Titulares o están pensando en todo lo que hay que preparar la cada vez más inmediata Semana Santa...
Y por eso mismo hoy escribo desde la más íntima soledad dedicándole mi tribuna del lunes en Andalucía Información - Información San Fernando a "mí túnica".
Jesús Rodríguez Arias
MI TÚNICA
Hoy Lunes de Pasión es uno de esos días que pocos se paran a leer un artículo porque todavía están saboreando el mensaje, las palabras, los versos, que ha declamado el Pregonero el día anterior, recordando aquel momento o aquella conversación que mantuvieron en los siempre entretenidos mentideros cofrades.
Este lunes es un día que se tiene en la memoria los solemnes altares que las distintas hermandades han dispuesto para los respectivos actos de veneración a sus amantísimos Titulares o se fija en la mente los preparativos que hay que realizar para organizar la estación de penitencia, traslado de pasos incluidos, ante la inminente Semana Santa que comienza cuando se abren las puertas de la capilla de la Estrella y sale la cruz de guía de la siempre querida Hermandad de La Borriquita.
Hoy se puede decir que escribo en la más solitaria intimidad y quiero hacerlo de mi túnica.
Mi túnica es blanca con botonadura, es tan larga y ancha como lo es quién se revestía con ella, lleva fajín de abacá y el antifaz de color rojo que es el mismo que el de los botones. En dicho antifaz va una galleta con el escudo de la Hermandad bordado, escudo que no ha cambiado y que ya forma parte de la simbología cofrade de San Fernando.
Mi túnica descansa en sitio privilegiado de La Atalaya ya que desde el dos mil catorce no he podido revestirme con ella cada Lunes Santo. Siete años con otro tipo de penitencia, algunas incluso más duras que el no salir aferrado a un cirio en el lugar que por antigüedad me tocara en la fila de nazarenos en la que es la Hermandad de mi vida: Afligidos.
Siete años revistiéndome con el hábito penitencial que conforman los oscuros colores de chaqueta y corbata tras el imponente paso de misterio de nuestros Titulares o, en el peor de los casos, pasando en casa el duelo de ni siquiera poder ir tras Jesús de los Afligidos y María Santísima de la Amargura pues la salud no ha dado para más ese año. Esta situación para mí es la peor de las penitencias.
Penitencia solo salvada con momentos de honda emoción cuando en medio del silencio que me acompaña en ese día recibo la fotografía que me envía mi querido amigo y hermano Leo López diciéndome que me lleva en sus oraciones ese día tan especial, el recuerdo de Cheri o Gema, mis hermanos del alma, que me acercan a su modo y manera mis amados Titulares a La Atalaya. También Aurora Ortega Castro me hace llegar, fotografía de por medio, su mensaje y oración.
El Lunes Santo es un día muy largo cuando se está a kilómetros de distancia y no se puede viajar a La Isla por culpa de la enfermedad digestiva que padezco y me impide estar cerca de las imágenes de Jesús de los Afligidos y María Santísima de la Amargura de las que estoy rendidamente enamorado desde el Lunes Santo del año 1978. La mirada de Jesús buscando a su Madre en la Calle de la Amargura quedó prendida en mi alma para siempre y por mucha distancia que pueda existir nunca he podido olvidar.
Me emociona ver las túnicas preparadas de mis amigos y seres queridos, hábitos nazarenos que esperan el día y la hora para ser enfundados y así de este modo acompañar a Cristo y a María en cada particular estación de penitencia.
Túnicas como las de la Esperanza de la Yedra, de queridos amigos, Hermandad que embellece la Madrugá jerezana o las de mis hermanos de la Redención Salesiana que esperan revivir tantos sentimientos la tarde-noche del Jueves Santo.
Túnicas de todos los hermanos cofrades que son depositarias de atenciones de los hombres y mujeres que la llevarán cada día que dura la Santa Semana. Todos harán una indispensable protestación de fe pública porque todos, sin excepción, estamos llamados a ser verdaderos discípulos de Cristo y la Santísima Virgen María en un mundo que quiere acabar con la presencia de Dios en la calle.
Este año solo pido al Señor que me permita estar cerquita de mis Titulares en la bendita y bicentenaria ciudad de San Fernando.
Siete días, Lunes Santo: Super Omnia Christus.
Jesús Rodríguez Arias
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