Esta tribuna no es tan solo una tribuna, este artículo no es simplemente un artículo, es una declaración de intenciones en toda regla.
Para llegar a esto se ha producido un desgarro que ha llevado al necesario discernimiento.
No digo que esta sea definitiva pero por ahora es totalmente necesaria...
Sí, este lunes en Andalucía Información - Información San Fernando he escrito con el corazón quebrantado y demasiados recuerdos.
Jesús Rodríguez Arias
DE RECUERDOS
Le decía a mi madre María del Carmen antes de que sufriera el ictus que hizo iniciara la última etapa de su luenga vida que si ella quería podíamos darle Hetepheres y yo un paseo en coche por San Fernando. La playa de Camposoto, la Casería, donde mi abuelo Félix paseaba todos los días desde que se jubilara de su destino de Coronel de Infantería de Marina en Cartagena, Gallineras, pasar por el Cerro con su Ermita a lo alto, el Parque, la Glorieta, San Carlos o el Panteón para después coger un taxi y transitar, lo más despacio que se pudiera, por la calle Real, vía que ella había paseado a lo largo cuando era niña, después mocita, de la mano de su novio y después marido hasta hacerlo con la Familia que Dios le dio.
Ella, mirándome con unos ojos llenos de bondad, me dijo: No, Jesús, hijo mío, yo esta Isla ya no la reconozco, yo me quedé en la calle Real cuando era una preciosa avenida, con la mercería de Salas, cuando La Mallorquina era el centro neurálgico de la sociedad isleña, de la ensaladilla de La Primera de La Isla, de Calzados “Carmelín”, Deportes “El Galeón” o la confitería “La Victoria” que sigue siendo la Victoria. Muchas gracias, pero a estas alturas de mi vida prefiero vivir de los recuerdos.
En estos días atrás esta vivencia con mi madre se ha mantenido inalterable en mi pensamiento. Ella prefirió fijar en la memoria a su Isla que conocer otra completamente diferente que la sorprendería y entristecería a partes iguales.
Y esto me está pasando a mí, aunque no os lo creáis, que aun en la distancia casi no voy reconociendo al San Fernando que dejé hace dos años, un 26 de febrero, para venirme a vivir para siempre a La Atalaya en Villaluenga del Rosario. Atrás dejé una calle Real que ni por asomo era la que conocí y viví pues con la peatonalización tan horrible que se hizo, con los raíles, catenarias, farolas, pienso que, entre unos y otros por sus respectivos intereses, han destrozado la principal vía de la ciudad con todo lo que eso conlleva.
Además ahora anuncian desde la Demarcación de Costas que en el plazo que esta determine van a tirar abajo las pintureras casetas de pescadores de la playa de La Casería desgajando la imagen de esta playita coqueta, sencilla y marinera. Por ahora, al parecer, la destrucción no va a ir a más ya que se mantienen en pie los restaurantes “La Corchuela” y la “Cantina del Titi”.
Y también, para que os lo voy a negar, la remodelación de la Plaza del Rey a un nuevo enclave totalmente diáfano sin arbolado, palmeras y si la augusta estatua ecuestre, obra de Aniceto Marinas, que San Fernando erigió al General Varela, borrando de un plumazo lo que ha sido una de nuestras escasas imágenes identitarias más significativas, está haciendo mella en mi ánimo ya que no solo es la fisonomía de la plaza más céntrica sino la profanación en el sentir de los isleños que hemos disfrutado de generación en generación de este espacio sin filias ni fobias.
Poco a poco compruebo, aquí en La Atalaya, como La Isla que he conocido y reconozco cada día se parece menos a la que dejé hace apenas dos años. También ayuda la crispación social de mis paisanos que se erigen en uno u otro bando según cada actuación cuando San Fernando siempre ha sido un pueblo pacífico en el que todo el mundo nos hemos llevado lo mejor posible y con mucho respeto y educación. Ahora solo hace falta abrir las ventanas de las redes sociales para comprobar lo mal que está el patio.
Por lo cual, después de pensarlo mucho, tiempo tengo para ello, he decidido que como mi madre por ahora voy a vivir de recuerdos. Hace dos años que no piso literalmente San Fernando, la pandemia ha ayudado mucho a ello, y por ahora no pienso hacerlo, no quiero conocer una Isla que ya no reconozco. Si voy es para quedar con escasos amigos en Bartolo o “El Naca”…
Me quedo con esta ventana que cada semana me ofrece Información San Fernando y por ahora poco más.
Jesús Rodríguez Arias