Aprovecho mi semanal tribuna en Andalucía Información - Información San Fernando para decirte que no te olvido...
Jesús Rodríguez Arias
NO TE OLVIDO
No puedo ni quiero hacerlo, no podría ni por mil vidas que viviera, pues hacerlo no tendría ningún sentido. No te olvido a pesar del tiempo transcurrido, de no estar en mi presente aun estando de forma permanente en mi vida. No te olvido y solo por eso doy las gracias a Dios a cada instante.
No te olvido, aunque esté pensando en mil cosas y mi mirada se pierda donde comienza ese horizonte que cada uno contemplamos. No te olvido ni estando rodeado de gente, de seres queridos, o gozando de esos momentos de íntima soledad que tanto me gustan.
No te olvido porque formas parte de mí, porque soy parte de tu herencia genética y sentimental que me ha llevado a ser quién y como soy en realidad. No te olvido porque tu mirada todavía se graba en la mía, tus palabras resuenan, porque tus ejemplos y chascarrillos son ya míos y los uso a diario con la mayor naturalidad.
No te olvido ni quiero hacerlo porque me enseñaste a crecer aun siendo pequeño, me demostraste que nadie es mejor que nadie, que todos somos iguales aunque en nuestro fuero interno pensemos lo contrario, que hay que aprender de la sabiduría de los mayores, contagiarse de la alegría de los niños que son la verdadera Esperanza de este mundo, admirarse con el día a día de tantos adultos, jóvenes, parejas y familias que ponen en cada jornada su granito de arena para que todo funcione como debe hacerlo.
No te olvido como tampoco lo hago con las vitales enseñanzas que depositaste en mis manos, con los valores y virtudes que atesoro gracias a ti, con un código de honor que es el vademécum de mi día a día. No, no te olvido y me es imposible olvidarte.
Habitas en un lugar donde no alcanzo a verte, pero te siento en mi corazón a cada instante. Un lugar lleno de transcendente espiritualidad, un lugar que en nuestras cortas entendederas asumimos como la gloria, aunque pienso que abarca mucho más. Un lugar que cuando se llega alcanzas la plenitud, la felicidad y una paz inabarcable.
Sé que hay otros lugares donde el pesar es transitorio o eterno. Hay que depurar las faltas que hayamos cometidos aquí en lo que llamamos tierra, hay que nivelar las cestas del Amor que son el verdadero salvoconducto para vivir en paz.
No sé donde dirigirán mis pasos cuando transite por esas veredas, no sé si alcanzaré la plenitud o tendré que penar por tiempo definido, lo único que sé es que estaré en manos de Dios y muy cerca de ti, que bien sabes que no te olvido.
Sabes que me dejaste en buenas manos, que estoy bien y soy inmensamente feliz, que vivo el día dando importancia a cada instante. El pasado solo sirve para recordar, el presente para vivir construyendo un futuro que nunca llega porque siempre está por venir.
Hiciste de mí el hombre que soy, el que empezó a enfrentarse a las “cosas de mayores” siendo demasiado joven, el que con muy pocos recursos y demasiado esfuerzo ha llegado a ser lo que ha sido, el que ha intentado por todos los medios no deber nada a nadie porque ahí radica también el secreto de la libertad, ha intentado vivir moderadamente, pero sin miedos que aletargan y paralizan. Ha hecho de la Esperanza una forma de vida. Gracias por cuanto mes has dado y que de ti he recibido. Por esto y mucho más quiero decirte a cara descubierta y el corazón en gozo henchido que por más que quiera no puedo olvidarte, que no te olvido.
No debemos olvidar a esas personas que ya no están junto a nosotros, que marcharon para no volver, aunque en nuestro pensamiento permanezcan. Es bueno recordar, agradecer, reír e incluso llorar por tantos momentos vividos, gozados e incluso sufridos con quienes nos precedieron para recorrer esos senderos que tanto nos angustian ya que tememos a lo desconocido.
Este mes de noviembre nos exhorta a vivirlo desde el respeto, la oración y el recuerdo de los que marcharon dejándonos a todos un poco más huérfanos.
La muerte no es el final sino el principio de la Vida y solo espero hacer mucho bien para poder disfrutarla en un día sin término.
Jesús Rodríguez Arias
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