Dicen que, respecto al paro, este pasado mes de junio ha sido el mejor en 16 años. ¡Al fin un dato positivo! Cierto que en verano disminuye el desempleo gracias a las contrataciones en el sector turístico, pero es cuanto menos chocante el cambio que se está dando en la expresión típica de cualquier mes de julio: «¡Me voy de vacaciones!», hacia otra locución con la misma alegría e igual ímpetu, pero además llena de gratitud y esperanza, y de signo totalmente contrario: «¡Estoy contratado, mañana empiezo a trabajar!». Un nuevo respiro, ojalá duradero, para cientos de familias que empiezan a ver la luz al final del túnel.
Ojalá que esta crisis, además de enseñarnos a valorar las cosas que son realmente importantes en la vida, consiga llenarnos de nuevas ilusiones y curarnos de lo que suelen adolecer los países más desarrollados: falta de motivación, egoísmo, envidia, ambición, cada vez menos sociabilidad… También la llamada enfermedad del tiempo resta bienestar cuando se tiene todo y se quiere aún más. En ese momento nos olvidamos de parar y disfrutar de cada instante. ¡Son tantos los momentos perdidos por no reducir la marcha para dedicar el tiempo justo a cada actividad! Esta crisis nos recuerda cada día que hemos de ser optimistas, priorizar lo imprescindible y vivir intensamente. Y ¡qué mejor día que San Fermín, para celebrar que la vida es ilusión!
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