Es inmensamente necesario
alejarse de lo que nos es tóxico, de lo que vicia el ánimo, de todo lo que no
nos deja respirar. Es imprescindible volver a mirar el horizonte con ilusión y
Esperanza, es necesario vivir en paz consigo mismo y en un lugar, si es
posible, alejado de todo lo que tenga que ver con el dolor, la ingratitud e
incomprensión.
En mi caso ese “aire nuevo” en
la medianía de la vida es volver a reencontrarme con mis orígenes, que nunca he
olvidado porque siempre los he llevado como bandera. Uno nunca debe olvidar
quién es ni de donde viene. Soy de La Isla, de la bicentenaria ciudad de San
Fernando que es lo mismo que decir castrense, señorial y marinera. También atesoro
el privilegio de tener mi segundo hogar en una ciudad ilustre la mires por
donde la mires como es Jerez de la Frontera. Estoy orgulloso de ser de esta
provincia, fiel defensor de Andalucía y mantener el sano orgullo patrio de
haber nacido en España. Así mismo estoy enamorado de Cantabria por siempre
infinita.
Tras muchos años en la montaña
ahora ansío el mar, pasear bordeando sus costas, deleitarme de que el aire puro
y salino inunde todo mi ser. Recorrer un determinado trayecto contemplando y
escuchando la mar es un verdadero placer para los sentidos amén de curativo para
ánimo y alma.
Soy cañaílla y lo seré más allá de la eternidad, siento verdadero orgullo de mis raíces, pero permitidme en la transcendental etapa que estamos viviendo, que tanto nos ha removido por dentro, que sea un isleño optimista y poco crítico con mi ciudad y paisanos. Eso tiene el haber vivido tantos años fuera y ciertamente alejado del trajín diario ya que te da una perspectiva más objetiva. Pienso, lo comenté en una entrevista que me hizo mi buen amigo y hermano Santiago Muñoz Moreno para su programa “La Isla de par en par” que se emitió tanto en 7 TV y Radio La Isla con motivo de la publicación del libro “Corazón verde”, que el principal mal que nos aqueja es que somos demasiados críticos con San Fernando y con nosotros mismos. Somos una gran Ciudad, con mayúsculas, tenemos los mejores recursos naturales a nuestro alcance, grandes monumentos, fiestas, tradiciones y devociones muy importantes, somos nobles, trabajadores, disfrutones cuando hay que serlo, abiertos y con historia. ¿Qué más queremos? ¿Qué se puede perfeccionar y mejorar? ¡Pues claro que sí! Pero eso no es óbice para ser y estar orgullosos de donde somos y así transmitirlo a los demás.
Tengo el corazón partido entre
el mar y la campiña, entre la sal, el buen pescado, y el vino, entre las
barquitas que trajinan en la Bahía y los caballos que desprenden por sí solos
belleza y jerezanía. En este cada vez más viejo corazón también cabe la montaña
de verdes majestuosos e infinitos, de lugares de ensueño, de guisos que quitan
el sentido, de historia que abarca desde el principio de los tiempos, de mastines
y loberos cántabros, de las vacas Tudancas, del chocolate con picatostes de
Casa Vejo en Reinosa, de tantos buenos amigos que atesoramos en esa noble
tierra del norte de España llamada Cantabria.
Estamos a menos de dos días
para que comience una nueva Cuaresma y si somos capaces de vivirla en plenitud
también supondrá un aire nuevo para nuestro espíritu que es abono indispensable
para vivir en la Fe.
Fe que recuperara tras pasar
un determinado tiempo en el desierto gracias a Caridad y Salvación, gracias al
Santísimo Cristo de la Gotas de Sangre que se encuentra en la burgalesa Iglesia
de Sal Gil Abad. Allí en ese sagrado lugar donde Felipe II dijera que “el que
haya perdido la Fe, que venga aquí y la hallará” fue donde encontré la mía, la
que buscaba desesperadamente y con demasiado sufrimiento.
Tenemos cuarenta días que
pueden ser un revulsivo necesario para nuestra vida cristiana o, todo lo
contrario. De nosotros depende.
Jesús Rodríguez Arias