Poco a poco va llegando la Navidad con sus colores, sabores y sentires...
De eso precisamente quiero hablaros en el día de hoy.
Jesús Rodríguez Arias
LLEGA LA NAVIDAD
Con olor de mazapán, de turrón, de mieles y de pan…
Así comienza el célebre villancico “Navidad con Paz” y así me gustaría que fuera, como las navidades de la niñez en las callejuelas de mi alma. ¡Cuánto daría por ver el mundo desde los inocentes ojos de un niño! Cuando somos pequeños ansiamos ser mayores, cuando llegamos a serlo y aunque en nuestra mirada brote una pizca de niñez, recordamos la misma asumiendo eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor.
Llega la Navidad postpandemia, la de las reuniones familiares sin prohibiciones en cuanto al total de personas que se pueden juntar, la de zambombas, almuerzos y cenas de empresa o de amigos, de quedar para charlar, cantar, reír, de las compras en abundancia y casi siempre precipitadas, la de los niños mirando al cielo, a esa estrella que ilumina sobre las demás, mientras los padres, abuelos y mayores les dicen que se porten bien, que los Reyes Magos pronto han de llegar.
Llega la Navidad de la guerra, de la crisis económica y energética, de millones de personas pasándolo mal, de las colas del hambre ante Cáritas y comedores sociales, la de no llegar el sueldo, quién lo tenga, a mitad de mes.
Llega la Navidad del despilfarro, también el de nuestros gobernantes, de saludo obligado, buenos deseos enmarcados, de un Papa Noel tan “familiar” que en verdad sigue siendo un desconocido.
La Navidad de la Familia, de los amigos, de los compañeros de trabajo o de estudios, de los vecinos de nuestros pueblos y ciudades, también de nuestras queridas hermandades. La Navidad del recuerdo para los que ya marcharon dejándonos tan solos y huérfanos, de los que aquí quedaron a los que en estas precisas fechas les cuesta caminar sin ellos. La Navidad en casa, de las obras de arte hechas belenes, donde admiramos un año más el Nacimiento del Niño Jesús en un humilde pesebre.
La Navidad del pintor que en lienzo traza lo que la inspiración quiere, del músico que compone esa melodía que en su corazón siente, la del escritor que escribe, la del poeta que en cada verso rasga sus quereres, la del fotógrafo que en un instante capta lo que la mirada le sugiere, la del quejío de una guitarra, de voces casi rotas que cantan a Jesús lo que en sus almas presienten, la de los niños, hombres y mujeres, la Navidad de todos, aunque cada uno la viva según entiende y puede.
La Navidad de los periodistas atentos a la noticia de última hora, la de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, la de los médicos, enfermeros y personal sanitario que en centros hospitalarios atienden a los enfermos y también a las madres que están dando a luz, a esa persona que apagándose está y ya espera la visita de la muerte…la de los taxistas, bomberos, militares, y demás servicios públicos, también los funerarios, que atienden a sus obligaciones mientras los demás cantan, ríen, lloran, y viven.
Llega la Navidad y cada uno la vivirá a su modo y manera, a su saber y entender, como cada cual quiera. Es un tiempo para celebrar y también para pensar en los demás, en los que más necesitan de pan y cariño, del abrazo y la palabra sincera, de un gracias, un te quiero, que nos haga sentirnos vivos.
Llega la Navidad de luces de colores, de árboles inmensos, de música y villancicos, de buena comida en la mesa, de algarabía, pero también de silencio, de la parca soledad no deseada, de aquellos que no tienen a nadie con quién celebrar la venida del Niño.
Llega la Navidad y en ella se renueva la Esperanza, la que nunca nos debe faltar, la que hace que nos levantemos cada amanecer abriendo la ventana para que entre aire fresco y con este la ilusión.
Siempre digo que la Esperanza es el leimotiv de mi vida y que junto a la Fe y la Caridad recorro el sendero que con el pasar de los años se ha convertido en Camino.
Quedan menos de dos semanas, vivámosla ya que en los dos últimos años socialmente ha estado secuestrada.
Jesús Rodríguez Arias
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