Te debía este artículo, querido Alfonso, hace más de dos meses y medio. Hasta hoy no he podido escribirlo pues han sido muchos los momentos y vivencias que se agolpaban en mi mente a modo de recuerdos.
Va por ti hermano.
Jesús Rodríguez Arias
ALFONSO CARAVACA
Te lo debía mi querido y buen hermano, ha pasado tiempo, pero al final me he puesto frente a la siempre temible página en blanco para escribir al dictado del corazón de ti, de cuanto has significado para mí, para la Iglesia, para la provincia de Cádiz ya que tus labores profesionales hacían que cada día recorrieras mil carreteras desde tu despacho.
Cuando el pasado dos de septiembre me dio la noticia de tu fallecimiento nuestra querida Tere Sahagún la verdad es que no me lo podía creer pues tú formabas parte de los que yo consideraba como inmortales. Recuerdo que en esa fecha estábamos en Cantabria y solo pude transmitir mi pesar por las redes. Me acordé de tu venerada familia cuanto estarían sufriendo con tu marcha.
Nos conocíamos desde hace tanto que al intentar recordarlo mis pensamientos se diluyen en la nebulosa de los tiempos. Lo que es verdad es que siempre nos tributamos un recíproco sentimiento de cariño y respeto. Puedo decir que no he conocido a nadie que estuviera al tanto de cuanto sucedía en ese apostolado tan apasionante como es el cofrade, no he conocido a nadie que se supiera el nombre y pusiera cara a todos los hermanos mayores de la diócesis de Cádiz y Ceuta, que estuviera al tanto de sus cuitas y sus dichas, que ofreciera su mano sincera para ayudar a todas desde el espíritu conciliador que tanto te caracterizaba.
No era una casualidad que llevara más de veinte años ostentando el cargo de director del Secretariado de Hermandades y Cofradías habiendo trabajado desde la lealtad con los prelados de Cádiz y Ceuta que estuvieron al frente de la diócesis. Cristiano y cofrade hasta la médula fue hermano mayor de la gaditana Hermandad de la Sentencia entre 1986 y 1996.
Alfonso fue un cofrade ejemplar porque vivió este apostolado desde el servicio constante a la Madre Iglesia. Fue, sigue siéndolo en la memoria de tantos, un buen cristiano que intentaba sembrar siempre, con una actitud de servicio a los demás que lo hacían tan único y ciertamente irrepetible.
Conocedor como pocos del mundo empresarial y más concretamente de ese sector tan desconocido por la mayoría como es el de los transportes toda vez fue presidente del Consejo de Administración de Transportes Generales Comes, Presidente de Honor de Fandabus, habiendo ostentado el cargo de la presidencia de dicha Federación durante 25 años. Presidente a su vez de la Federación de la Patronal Nacional de Viajeros Fenebus. En 2008 fue distinguido con la Medalla al Mérito del Transporte Terrestre que se otorga a aquellas personas que se han distinguido por sus actuaciones en el ámbito del transporte terrestre. Formó parte de la junta directiva de la Confederación de Empresarios de Andalucía.
Alfonso Caravaca era un cañaílla que vivía en la Trimilenaria Ciudad de Cádiz, era un cañaílla que nunca dejó de serlo pues aún recuerdo las anécdotas que me contaba de esa La Isla de siempre en nuestras conversaciones.
Alfonso entendía la Caridad como lo que es: Una virtud teologal que junto a la Fe y la Esperanza nutren de contenido la vida de todo discípulo de Cristo. La Caridad que siempre ejerció fue la ajena al protagonismo personal, la que se hace sin que la mano derecha sepa lo que hace la izquierda, la que se entrega y dona para hacer un bien a nuestro prójimo. Muchas personas, jóvenes y mayores, pueden dar fe de la bondad y de la caridad cristiana de mi querido e inolvidable hermano Alfonso Caravaca de Coca.
Hombre muy preocupado con la situación política y económica de España e internacional hablando, de la deriva de los valores que son inherentes a nuestra sociedad, así como del laicismo lacerante que desde los poderes públicos quieren imponernos a toda cosa en España y en el resto del mundo.
Para mí se ha ido un referente, un amigo y un buen hermano en la Fe, un fiel cristiano y un verdadero caballero. Te recordaré siempre. Descansa en Paz querido Alfonso.
A su mujer Milagros, a su hija Cristina y resto de la Familia les traslado mi pesar.
Queda pendiente ese café que nos debíamos. No te preocupes que algún día, cuando Dios así lo disponga, nos lo tomaremos.
Jesús Rodríguez Arias
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