viernes, 20 de marzo de 2015

NO ES ORO TODO LO QUE RELUCE; POR MARA HERRERA


                Esta ha sido una semana totalmente distinta a la semana anterior,  aunque siguen los coletazos de la “santa y divina paciencia” de la semana pasada. Ahora con el tema de las elecciones que están en puertas para este domingo y el movimiento de las Cofradías cara a la Semana Santa, se abren nuevos frentes de diálogo y debate en nuestra pequeña comunidad de blogleros y amigos del facebook. Y al final he llegado a mis propias conclusiones que a fin de cuenta, es para lo que aquí estamos. Ya en una colaboración anterior comenté que para mi había dos tipos de personas, las que analizan y las que sintetizan y ahora, transcurrida estas dos semanas, me he encontrado otro tipo muy interesante de amigos que se salen de estas dos clasificaciones, las cuales algunas de ellas hace 20 años que no veía.

                La cosa comenzó cuando fuimos este lunes a la presentación de un libro de un amigo en Cádiz que participó como mucho de los presentes en este acto, en el movimiento del lucha por el 0,7%. Nos encontramos los que eran los “padres” de ese movimiento, que ya son abuelos físicos y los jóvenes universitarios en gran mayoría, que ahora somos los padres que habremos de educar a nuestros hijos en esas pautas de solidaridad y respeto. Allí estaba Ané de Medicos Mundi, Pedro y Lola del Comité Oscar Romero, Domingo, Juan, Tina y yo que estuvimos en Manos Unidas y otras personas miembros de comunidades cristianas de base.

                Lo interesante de esa tarde fue el recargar pilas recordando nuestras actividades y confirmando que muchos siguen o seguimos de una forma u otra metidos en estas movidas solidarias. Y lo que me encantó fue un comentario de autor del libro que nos comparó a todos con pequeñas “setitas” que crecen en una selva dura en la que se ha convertido hoy en mundo al que miremos donde miremos para la gran mayoría solo vemos alarmas, crisis, guerras, desahucios, corrupción, pero Nacho, el autor y cantautor, con sus palabras nos dio una esperanza para el mundo en el que ahora vivimos. Su esperanza estaba precisamente en eso, que nosotros somos esas pequeñas setas que vamos surgiendo en distintos lugares con diferentes opciones de lucha y reivindicación. Como bien dice en su libro “Las grandes masas no notarían salto alguno, ni gran cambio, pero de un modo espontáneo, adoptarían los hábitos humanistas y espirituales que tal minoría estaría implementado”.

                 Estamos en un período de nuestra historia humana en la que surgen elementos nuevos de interés por la espiritualidad, el anticonsumismo, la vuelta al campo, la economía autogestionada… son pequeñas “setitas” que van abonando un gran campo y van haciendo su labor discreta. Lo mismo el fin del mundo del que tanto se habló en el 2012, son estos pequeños cambios que van vislumbrándose en nuestra sociedad y que van abriendo una esperanza, es como la luz al fondo del canal del parto, que para que el niño salga, ha de ser un proceso doloroso, pero ahí, al final, tras varios empujones, llega la nueva vida, llega algo diferente. No hay nada bueno que no supongo trabajo o dolor, y nada que no requiera su tiempo para crecer y madurar.

                Aunque individualmente no podemos hacer nada como la levadura, si ésta entra en contacto con la masa de harina, huevos, aceite, etc, comienza su función de fermentación y levado. Nosotros somos esa levadura, que bien colocada en nuestro lugar, podemos hacer lo mismo y en silencio, no todos estamos llamados a volver a acampar para ejercer nuestro derecho a la protesta e indignación, muchos podemos dentro de nuestros pequeños reductos realizar una gran labor de concienciación y desarrollo humanista. Ya lo comenté en otra colaboración, y la charla y debate posterior que surgió de la presentación del libro, me lleva a reafirmarme en mis creencias de que estamos en un periodo de cambios debido a que muchos modelos económicos, sociales y espirituales están en crisis y tenemos que volver a unas raíces  simples, a ese humanismo del que tanto se habla, pero que no acaba de arrancar en nuestras conciencias.

                Es muy cómodo quedarse en casa autocompadeciéndose de lo mal que está todo, de la mala suerte que tengo y de que tiempos pasados siempre fueron mejores. Y nada más lejano de la realidad, el problema es que tenemos una vida y una memoria muy corta, pero si pudiéramos viajar en el tiempo, veríamos con gran claridad, que estos tiempos son muchos mejores que el pasado, ha habido grandes avances sociales, económicos y políticos, pero también hay grandes fallos y errores porque estos avances provienen de una humanidad imperfecta.

                Dentro de los “talentos” que me han sido concedidos por mi Creador, y del que estoy eternamente agradecida, es mi optimismo, y mi poco interés por lo material. Claro, que quien me conozca dirá “eso es fácil de decir con la vida que tienes”, y no le quito razón, pero ¿Cuántas personas conocemos que viven mejor que yo, en muchos aspectos y siguen llorando porque tienen mala suerte y la vida les trata mal? Yo sé que soy afortunada, y también se que de muchas de las cosas que disfruto son un regalo, pero también soy consciente qué tal como vienen pueden irse y no debo de apegarme a nada. Solo tengo dos “amores”, mi familia que es cortita, marido, hijos y madre, y mi vida (salud para todos ellos), lo demás, llegará con más o menos dificultad y todo esto rodeado de estupendos amigos que tienen a gala formar buenos debates y tertulias, que es la sal de mi vida.

                 Por eso os animo a todos que afrontéis los cambios con optimismo, analicéis vuestro entorno, no penséis que es oro todo lo que reluce, que seáis  críticos y dentro de vuestra humilde casilla de salida que la vida nos ha dado, luchemos por llegar a la meta, dándole la mano a todas aquellas personas que nos encontramos en el camino y han pedido la orientación para llegar al final, seamos la brújula, la levadura, la humilde “setita” que abonará nuestro entorno y que como todo, tendremos que “morir” para alcanzar el gran cambio, pero haciendo de visionaria, ese cambio lo veremos nosotros y nuestros hijos.


SHABBAT SHALOM

Mara Herrera

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