lunes, 12 de febrero de 2018

* ¿SOMOS CONSCIENTES DEL MAL QUE HACEMOS?


Algunas veces se escribe sin pensar, algunas veces esos escritos los empiezas un día y lo terminas otro, a veces...

Hoy publico este artículo que siempre tendrá vigencia, siempre será una reflexión hecha opinión muy actual porque desgraciadamente el Mal está muy presente en nuestro día a día aunque no queramos y el saberlo, el plantarle cara, ya nos hace ser seres diferentes.

Gracias a la tribuna que semanalmente  me cede Información San Fernando y que hoy ha llegado a miles de personas en su formato papel he podido hacer que este pensamiento hecho a viva voz  cree reflexionada opinión...

Porque... ¿Somos conscientes del mal que hacemos?

Jesús Rodríguez Arias 




¿SOMOS CONSCIENTE DEL MAL QUE HACEMOS?




Menuda pregunta me hago y os hago por medio del enunciado de este artículo que a lo mejor no invita tanto a la opinión sino a la reflexión.

¿Somos conscientes del mal que hacemos? Algunas veces ni nos damos cuenta de que nuestras obras, actitudes, silencios o palabras puedan causarlo pero si vemos que los demás se resienten de algo que hayamos hecho, dicho o dejado de hacer a lo mejor es el momento oportuno para cuestionar nuestros actos por muy nobles que creamos puedan ser porque de nada sirve conseguir nuestros objetivos destrozando a las personas que tenemos cerca. Muchas veces ni somos conscientes de que nuestros hechos y palabras ejerzan un poder destructor porque forma parte de nuestra esencia, de nuestra personalidad, el ser así. En un caso o en otro si percibimos un atisbo de dolor por algunos de nuestros actos tenemos que reconducir lo que haga falta para que nuestros hermanos, nuestros amigos, nuestros semejantes, se encuentren a gusto de estar y compartir la vida con nosotros.

La verdad es que no somos conscientes del mal que puede hacer una palabra mal entendida, una indirecta, un gesto de desconfianza manifiesta, un silencio que dice más que mil palabras. Todos necesitamos sentirnos queridos, apoyados, escuchados. Todos necesitamos sentir esa mano amiga en cualquier momento de nuestra vida pues en verdad por más fuertes que parezcamos somos demasiado vulnerables, demasiado sensibles, demasiados pequeños y si no haz la prueba y verás como  cuando una persona es constantemente anulada, pisoteada, ofendida, perseguida, en cualquier ámbito de su propia vida como al final esos ojos que chispeaban se acaban apagando, como esa sonrisa perenne desaparece del gesto, como se vuelve más huraña y desconfiada consiguiendo que al final se convierta en una piltrafa con apariencia de ser humano. Eso es más fácil de conseguir que lo que en verdad creemos y lo podemos hacer posible las personas que muchas veces nos pensamos seres perfectos, que todo lo que tocamos se convierte en oro pues nunca nos equivocamos, nunca hacemos nada mal. ¡Pobre de aquél que se lo crea y pobre de aquél que le toque al lado uno que por su ego se crea superior!

Todos, sin excepción, con nuestras palabras o hechos hemos ocasionado seguro un mal al otro. La cuestión es darse cuenta, pedir perdón, y encaminar tus pasos hacia otros senderos pues el ver felices a tus semejantes, que se encuentren cómodos contigo, que tengan confianza pues saben no les vas a fallar, que existe esa clase de paz que hace ver la vida desde ese necesario sosiego que tanto anhelamos, que tanto buscamos y que nos cuesta encontrar. Todos podremos haber causado un mal sin saberlo, sin tener conocimiento, pero ahí está el valor y la profundidad de la conciencia, de la coherencia, de la Fe. Si dejo alimentarme por Dios y el Amor que Él propaga se cobija en mi corazón seré capaz de vivir esa clase de Alegría, de Paz y de Felicidad que no se compra ni vende con nada de este material mundo. Entonces y solo entonces tendrás necesidad de compartirlo con los demás pues esta clase de Amor no es exclusivo, no es posesivo, no es egoísta y por tanto necesitas que lo conozcan para que así sepan que Amando se hace el Bien y ese siempre vence al Mal. Cuando Jesús inunda tu vida existe el perdón que pides y otorgas porque es el Señor quién te lo da de forma gratuita como todo lo que nos ofrece Dios.

Los que hacen el mal, provocan un daño conscientemente, son caso aparte y ante estos siempre suelo actuar de la misma manera si soy el agredido: Callar ante el dolor infringido, en este caso el silencio no es cobardía sino Perdón y Caridad, y rezar porque en la oración está el bálsamo que restaña nuestras heridas y salva a los corazones ennegrecidos por la malicie. Si el daño se lo hacen a quienes quiero o creo pues entonces actúo dando la cara ante los que desbarran y exhalan maldad por todos sus costados.

Y es que esos que hacen mal sabiéndolo por medio de crear dudas, ofender descaradamente, mentir sin ninguna clase de piedad contra el objetivo a derribar se creen por encima del bien y del mal pero en verdad son unos pobres desgraciados que solo pueden dar lo que tienen. Ese tipo de personas afloran en demasiados sitios porque estamos viviendo en una sociedad muy apartada de cuanto significan los valores hechos virtudes que siempre se han aprendido en el hogar.

Jesús Rodríguez Arias



1 comentario:

  1. Ya lo dijo el Apóstol Santiago: " La lengua puede llegar a ser un mundo de iniquidad"
    Toda persona tiene derecho a conservar su buen nombre, mientras no haya cometido hechos indignos que no le corresponde. La calumnia, la maledicencia y la murmuración son unas faltas muy graves de justicia con el prójimo. ¡Claro que influyen en la personalidad del hombre! El buen nombre es preferible a las grandes riquezas; y si el hombre lo pierde, queda incapacitado para realizar una buena parte del bien que podía haber hecho. El cristiano suele unirse más a Dios para poder soportar el golpe.Dios nos ata con correas de amor. No nos separemos nunca de Él que no podríamos soportarlo.Con Cristo, nada que temer; nada nos puede separar del amor de Dios: ni la calumnia, ni la angustia ni la persecución...Nada ni nadie, sólo yo me puedo separar...Nosotros vamos a quedarnos con Jesús, en Getsemani, aunque sintamos asco, rechazo y miedo solidarizándonos con todos los que están tristes y se sienten impotentes, pidiendo perdón por nuestras culpas y por los que que se creen en paz con Dios.Señor, que nuestra vanidad no nos separe de los hermanos.

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