Desde la perspectiva del título del presente
artículo y según los comentarios y las
opiniones recogidas de muchos ciudadanos a la vista de cómo se está viviendo y
desarrollándose las navidades este año en las calles de la Isla.
Debo decir a la vista de lo que se percibe
hasta el momento, que todos los consultados coinciden en que nos encontramos ante unas Navidades carentes del ambiente
popular y del calor familiar, callejero y colectivo que siempre han tenidos en
otras épocas a la que hemos estados acostumbrados desde niños.
Y se refieren precisamente a las ausencias de
simples detalles y a las pequeñas cosas
suprimidas, a las que para algunos
quizás carezcan de importancia, con la
particularidad de que cuando se quiera retroceder ya no se pueda, porque la
pasividad, la indiferencia, la tibieza y
la contemplación o la aceptación de unos pocos sobre otros muchos, las habrán
convertidos en nuevas costumbres, a no ser que tal vez sea este bien el
propósito o bien lo que se pretende.
Es cierto que los tiempos cambian pero no de
repente cambian las costumbres y las
tradiciones ancestrales más íntimas y legítimas -que siendo las verdaderas raíces de los pueblos-
son de tal magnitud y tan sagradas que
deberían ser respetadas siempre y nunca jamás disminuirlas y menos aún apartarlas.
Y se refieren precisamente en este caso
concreto al ambiente de las calles, en las que ya no existen las luces de otros años, ni las flores, ni los altavoces, ni los
villancicos anunciando la navidad y en su lugar hoy, hay músicas diversas y no las
apropiadas al momento, ni los belenes, o
sea ‘’los nacimientos públicos’’ para entendernos mejor, incluso los privados
que en cierto modo se están reduciéndose en cuanto al número de ellos, ni en
los colegios que son viveros de nuevas generaciones, salvo honrosas
excepciones, en los que tampoco se observa ahora que se incida en ese espíritu
navideño de tiempos pasados no muy lejanos.
Sin embargo sí se están introduciendo ‘otros
elementos’ qué nada tienen que ver con
la navidad, que la desvirtúa por completo y que son más propios de otras
fiestas y no de estas, perdiendo de esa manera, la luz, el colorido, el
espíritu y la religiosidad, que siempre
ha caracterizado a nuestra Navidad, porque en realidad ese es el motivo principal
y no otro, celebrar la Natividad es decir el nacimiento del niño Jesús, aunque
se intente otra cosa o la contraria.
Y esta descripción no es otra cosa que el
reflejo de lo que está sucediendo este año en la Isla, cuyas circunstancias no
nos debe confundir, extrañar ni servir de consuelo, porque también ocurre en
otras ciudades de mayor entidad incluso
que la nuestra y en algunas capitales de España, como si fuera un efecto dominó,
pero con una salvedad importante, que al final no se sabe, quien ganará la partida, pues recientemente
se ha hecho una encuesta en TVE a este respecto y la mayoría consultada en un
porcentaje del más del 80% han apostados por unas Navidades Tradicionales a la
antigua ultranza.
Por último y como de costumbre con este
artículo me despido de mis lectores según viene siendo habitual cada año llegadas
estas fechas hasta después de reyes, no sin antes desearles a todos unas felices
navidades, porque por encima de todas estas consideraciones, está el deseo de que
disfrutéis de la paz y la concordia junto a la alegría, el cariño -el amor- y
el encuentro del calor familiar: cantando todos unidos los villancicos propios
de la Navidad de toda la vida, sin olvidar que el amor es el mayor tesoro que
una persona pueda tener, porque sin amor la vida no tiene sentido.
José María Vieytes Beira. San Fernando, 15.12.16.


No hay comentarios:
Publicar un comentario