
Todavía es Jueves Santo y sólo faltan unos
minutos para las dos de la madrugada. Y la madrugada del Jueves al Viernes
Santo en la Isla es punto y aparte con respecto a la Semana Santa y a sus
hermandades.
La
Plaza de la Iglesia es un hervidero. Siempre está llena de ciudadanos
expectantes. Y de fieles y devotos. Muchos de ellos llegados de afuera. Algunos incluso lejos de España. Y son hechos
increíbles que ocurren. Pero pasan desapercibidos. Y por eso conviene decirlo.
Para su mayor información y conocimiento.
A las dos en punto de la madrugada coincidiendo con el clamor del público y el
sonido de los cuartos y de las dos campanadas del reloj de la propia Iglesia, se abren sus puertas.
En ese preciso instante se apagan las luces y
aparece un potente foco que proyecta un halo de luz Iluminando todo el cortejo
procesional más esperado en la Isla hasta
perderlo de vista en la distancia.
Todos estos acontecimientos suceden unos
detrás de otros y la preciosa Cruz de Guía que inicia la procesión es la
primera en aparecer y recibir los destellos de ese potente reflector instalado
enfrente.
Pero nada va hacer igual. Ni tiene algo parecido
que se asemeje al destello doble y apoteósico, que transmitirá a su pueblo,
cuando aparezca la figura, bella,
venerable y paternal de Jesús ¡El Nazareno! ¡El Señor de la Isla! porque
entonces no sólo serán destellos de luz, sino ‘destellos’ de emoción, sentimientos
y oraciones, que se mezclan entre
vítores, inciensos, músicas, marchas, sollozos, saetas y aplausos.
Y tras él siguen saliendo unas filas de
penitentes. Penitentes y más penitentes
todavía, hasta que por fin aparece su Madre Santísima de los Dolores. Dolorosa
Ella de ‘dolor’ y Dolores por advocación
bajo Palio tras su Hijo.
Y entonces los destellos se multiplican sobre
los varales de su Paso como si fueran ráfagas en continuos movimientos, que les
imprimen el generoso mecido del caminar de sus devotos cargadores; porque saben
que llevan a la Madre de Dios en busca de su Hijo Jesús Nazareno que va camino hacia el Calvario.
Y es señoras y señores, cofrades y devotos,
que nos encontramos ante la Venerable Hermandad de Penitencia de Nuestro Padre
Jesús Nazareno y María Santísima de los
Dolores. Hermandad muy querida que goza en la Isla del mayor crédito,
seguimiento, popularidad y devoción entre todas las hermandades y cofradías de su extensa nómina.
Es la tercera o cuarta hermandad más antigua
y la décima séptima corporación que pasa por la Carrera Oficial en esa
madrugada. Hermandad que debe su longeva antigüedad a una colonia mayoritaria
de montañeses fundamentalmente.
Sin embargo entre ellos, con independencia de que participaran o no en la fundación de dicha hermandad, también
en aquella época, los había procedentes de localidades próximas a Cantabria
como: asturianos, gallegos, burgaleses y palentinos. Y más tarde sorianos y
segovianos de los cuales aquí tenemos todavía una buena representación. Así
como algunos llegados de Cádiz donde ya
estaban afincados antes.
La realidad según cuenta la leyenda, es que
estos montañeses, sabían que en el mítico y célebre Mesón del Duque, encontraron
un baúl que contenía la cara y las manos de lo que más tarde fue Jesús
Nazareno. Y aquellos montañeses laboriosos, envueltos en su espíritu de trabajadores natos y buenos comerciantes lo
sabían muy bien; porque varios de ellos, no en vano, poseyeron durante algún tiempo en alquiler el citado
Mesón.
Siguiendo la leyenda de todos conocida. El
citado baúl al parecer era propiedad de uno o unos italianos tal vez genoveses,
allí hospedados antes de continuar camino a Cádiz. Pero tras una reyerta con
resultado de suicidio, huyeron abandonando dicho baúl con su ‘preciado tesoro
adentro’ como rico contenido.
Y si triste fue aquel acontecimiento, por
otra parte se obtuvo de sus consecuencias un feliz resultado. Más tarde un
grupo de estos montañeses decidieron cuando ya tenía forma ese bello rostro y esas manos salvadoras; fruto de tan fortuito
hallazgo; pensaron sustituir y/ o fundar
o refundar con él una hermandad. Dicho y hecho así fue y, la cercanía de la
Iglesia, fraguó todo los demás.
Pero describir con exactitud
meridiana el
desarrollo y la fundación de esta hermandad resulta una tarea inverosímil, hartamente
compleja y difícil, máxime a las lagunas y la falta de datos y documentos acreditativos por la
inexistencia de parte de los mismos en sus archivos.
No obstante, sí podemos decir con seguridad al menos, que el 24 de Agosto de 1768 se
establecía en la Iglesia Mayor de San Pedro y San Pablo y de los Desagravios,
mediante un decreto promulgado por el Obispo entonces de Cádiz, Fray Tomás del
Valle, que le concedía la titularidad y la sede canónica de la hermandad que
hoy conocemos como la hermandad del Nazareno. Aunque parece ser que esta
advocación ya había sido expuesta a la veneración pública en la Iglesia del Castillo y en la Conventual
del Carmen, antes que en la Iglesia Mayor.
Y para más señas del origen de la identidad
montañesa de esta hermandad; su primer hermano mayor fue, Pedro de la Guerra y
Calderón, que era natural de Ibio un pequeño municipio de Mazcuerras, situado
en el Valle de Cabezón de la Sal (Santander)… Continuará…
José María Vieytes Beira. San Fernando.
Artículo publicado en el blog SED VALIENTES, por gentileza de Jesús Rodríguez
Arias.
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