jueves, 24 de septiembre de 2015

EVANGELIO DEL DÍA Y MEDITACIÓN

dominicos.org

Comienzo de la profecía de Ageo 1, 1-8

El año segundo del rey Darío, el mes sexto, el día primero, vino la palabra del Señor, por medio del profeta Ageo, a Zorobabel, hijo de Salatiel, gobernador de Judea, y a Josué, hijo de Josadak, sumo sacerdote: «Así dice el Señor de los ejércitos: Este pueblo anda diciendo: "Todavía no es tiempo de reconstruir el templo."»
La palabra del Señor vino por medio del profeta Ageo: «¿De modo que es tiempo de vivir en casas revestidas de madera, mientras el templo está en ruinas? Pues ahora –dice el Señor de los ejércitos– meditad vuestra situación: sembrasteis mucho, y cosechasteis poco, comisteis sin saciaros, bebisteis sin apagar la sed, os vestisteis sin abrigaros, y el que trabaja a sueldo recibe la paga en bolsa rota. Así dice el Señor: Meditad en vuestra situación: subid al monte, traed maderos, construid el templo, para que pueda complacerme y mostrar mi gloria –dice el Señor–.»

Sal 149,1-2.3-4.5-6a.9b R/. El Señor ama a su pueblo

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey. R/.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes. R/.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca;
es un honor para todos sus fieles. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 7-9

En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Herodes se decía: «A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?»
Y tenía ganas de ver a Jesús.

II. Compartimos la Palabra

  • ¡Reflexionen!

El pueblo que acompaña el profeta Ageo ha dejado atrás el destierro, no el desánimo, ni la tristeza. Vive en medio del lamento y el desinterés, lo expresa así “no ha llegado aún el momento de reconstruir el templo del Señor”. El pueblo tiene vida pero sin confianza ni fe. Como dice el profeta Ez 37, 8, “Vi cómo sobre ellos aparecían los tendones, crecía la carne y se cubrían de piel. Pero no tenían espíritu”, les faltan la confianza y volver a creer y esperar en Dios a través de ellos mismos.
Dios está presente y a través del profeta Ageo les anima e impulsa a construir el templo de Dios, interpelándoles con estas palabras: “¡Reflexionen la situación en la que se encuentran!”, pregúntense por el cómo viven, por sus necesidades más profundas.
El hecho de la construcción del templo no es sólo un proyecto comunitario para potenciar el sentido de pertenencia a un pueblo sino que su significado profundo es retomar las raíces de su identidad, un “volverse hacia Dios”, renaciendo desde la fe. Como dice un versículo posterior volver a confiar en la promesa “Yo estoy con ustedes” Ag 1, 13b.
En nuestras vidas necesitamos reflexionar, dejarnos sentir y escuchar las necesidades más profundas a través de lo que vivimos; ser aliento y portadores de palabras y gestos que susciten en los otros escucharse, allí donde se está “jugando” la vida, lo que Dios le dice y nos dice “Yo estoy contigo”.
  • Conocerlo

El evangelio que nos presenta la liturgia de hoy es un texto que está en medio de las escenas que recoge hechos de la vida de Jesús en Galilea. Anterior al texto se narra el envío de los Doce a sanar y anunciar la buena noticia y a posteriori Jesús habla a un gentío sobre el reino de Dios, movilizando sus corazones para hacerlo vida.
La perícopa que está en el centro de esas dos escenas nos presenta al rey Herodes que oye lo que otros dicen de Jesús a partir de lo que hace: Juan había resucitado, Elías había aparecido, uno de los antiguos profetas había resucitado. Sin embargo, eso que escucha le deja inmóvil, no se cuestiona ni se pone en camino para conocerle. Se siente seguro con su poder y autoridad, no lo necesita. Aunque se pregunta ¿quién es éste?, y espera una ocasión para conocerle, es un conocimiento superficial que brota de la curiosidad y el pensamiento. En realidad eso que ha escuchado no ha tocado su corazón, no ha traspasado su coraza.
En cambio, otros por sólo haber oído hablar de Jesús entran en un proceso de conversión, de cambio profundo de sus vidas. Como el oficial romano que acude a Jesús confiándole la vida de un trabajador en Lc 7, 3 y Zaqueo que deja lo que estaba haciendo para conocerle Lc19, 3-4.
Quizás los rasgos del rey Herodes no son tan lejanos a nosotros y convivimos con la seguridad de nuestras programaciones, nuestros servicios, nuestros pequeños poderes sin dejar entrar al que lo hace todo nuevo, invitándonos a confiar sin límites.
Hna. Nélida Armas Tejera O.P. 
Congregación Romana de Santo Domingo 

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