martes, 24 de enero de 2017

* DESDE VILLALUENGA: A LAS CATEQUISTAS DE VILLALUENGA DEL ROSARIO



Tiene Villaluenga una Iglesia que más parece una pequeña Catedral. Se erige en plena Alameda que es un lugar lleno de vida donde los niños juegan, los ancianos charlan u observan ese pasado que ya nunca volverá, los jóvenes se sientan y los visitantes admiran la coquetería de tan precioso lugar.

San Miguel Arcángel se yergue encaladita de blanca y cuando entras sientes que ese no es un sitio sino que es el lugar.

Lugar donde está Jesús siempre en el Sagrario con sus velitas rojas o en imagen llena de devoción de Padre Jesús con la cruz a cuesta que carga cada mañana del Viernes Santo hasta el Calvario a hombros de sus hijos que lo llevan paso a paso y a la voz del capataz el camino es menos largo, voz que anima a seguir al que después muere en la cruz y allí arriba, en la blanca ermita es sepultado como cada tarde de cada año cuando llega el Viernes Santo.

O María de los Dolores que es Pastora cuando junio parece mayo y que se erige en majestad de la Madre, del encanto, de la que cuida sin edad, de la Virgen del Rosario.

Y San Roque con su perro, San Gregorio siempre magno y las capillitas de dulce, los antiguos confesionarios, el coro con historia como historias las de los bancos, historias y plegarias, gratitudes y lloros amargos, campanadas al cielo vivo, anunciando siempre anunciando.

En la Iglesia de San Miguel donde ves a tantos de nuestros mayores rezando también encuentras la niñez, el futuro más amado, de que la Fe no se ha perdido entre rocas y yerbajos

En la Iglesia de San Miguel se oyen bellos cantos y rezos de voces niñas, de padres ilusionados, de abuelos orgullosos, de familiares entregados pues los niños de nuestro bendito pueblo están aprendiendo a amarlo a Jesús, el Nazareno, y a nuestra Madre del Rosario.

Y esta labor tan importante es cosa de pocas personas que sacrifican su tiempo en ofrecer y dar catequesis a nuestros niños para que hagan su primera comunión que es eso tan sencillo e importante a la vez de recibir por vez primera a Cristo.

Antes lo fueron Paqui, Cristóbal y nuestro querido por siempre recordado José Miguel Calle que se fue al Cielo a mitad del pasado verano.

Ahora siguen con esta labor de evangelización, de apostolado catequético, Paqui, Ana que recibió el legado de su padre Cristóbal y el Padre Sergio actual párroco de Villaluenga.

Son 13 niños los que actualmente están recibiendo las catequesis de Primera Comunión en los tres cursos en los que se dividen: En Primero hay 3, en segundo 8 y en tercero 2. Del último curso se ocupa el Padre Sergio.

Eso hace que cada domingo en la Santa Misa un grupito de niños se agrupen en los primeros bancos con sus catequistas atentas a todo. Paqui, que es una mujer servicial y entregada a todo lo de la Iglesia, cuando baja de hacer sonar el último toque de las campanas que nos anuncian lo inminente de la Eucaristía se sitúa con ellos mientras Ana ha hecho lo propio. Detrás o a los lados se ven a los padres, abuelos, familias que los acompañan en este camino de preparación y de conocimiento de la Fe y de lo que es sentirse hijos de Dios así como de la Iglesia.

Homilía dedicada en parte a ellos, como debe ser, y algunos cantos salidos de tan dulces gargantas. Todos ilusionados, contentos y felices por estar allí, en Misa.

Esto no sería posible sin Dios y nuestra Madre del Rosario que dirige nuestros corazones permanentemente hacia el Amor que desprenden y que Villaluenga sabe de lo que os hablo.

Esto no sería posible sin los catequistas que dedican horas y horas en encender esa lucecita a los niños para que conozcan mejor a Jesús así como la Iglesia que nos acoge como lo que somos hijos y a la vez hermanos.

Esto no sería posible sin tantos padres que guían a sus hijos en el camino de la Fe y los apuntan a las catequesis donde conocerán lo que ellos conocieron y vivirán los que ellos, sin importar cada circunstancia, viven a diario.

Esto no sería posible sin tantos abuelos, tíos, familia y amigos que disfrutan y apoyan para que nuestros niños conozcan a Dios de primera mano.

A todos ellos sin excepción mi homenaje, mi reconocimiento lleno de admiración, mi gratitud como hijo de la Iglesia, como enamorado de Jesús que habita en el Sagrario y que en Villaluenga porta una Cruz cada mañana de Viernes Santo camino del Calvario y conocedor del Amor de una Madre que es Dolores, Pastora nuestra y sobre todo Rosario.

A todos ellos, a todos vosotros: ¡¡Muchas gracias y que nuestra Madre del Rosario os proteja siempre!!

Con un abrazo y mi cariño personal,

Jesús Rodríguez Arias


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