Hoy en mi artículo del lunes publicado en Información San Fernando sé que toco un tema polémico, el de los cofrades itinerantes, aunque quiero aclarar que mi opinión y también crítica no va por esos cofrades que no han encontrado su vocación en su hermandad primera y que después están sirviendo en otras con una vocación de servicio y una entrega verdaderamente admirable. Mi "crítica" va dirigida a esos itinerantes que son culos de malos asientos que llevan a sus espaldas una gran cantidad de cofradías, que no han hecho absolutamente nada pero se creen que tienen derecho de pernada donde estén, que critican a todo bicho viviente cuando salen de cada respectiva hermandad portazo de por medio.
A esos cofrades itinerantes va dirigido mi artículo, mi personal y clara opinión, a esos que seguro cuando lo lean se acordarán de todas mis castas, y esos que por supuesto no se verán reflejados en mis palabras porque el hacerlo estarían admitiendo todo lo que afirmo...
Jesús Rodríguez Arias
¿Os acordáis de esas
capillitas de madera con la Virgen del Carmen dentro a modo de sencilla
hornacina que iba de casa en casa? Eran una capillas itinerantes que
permanecían cierto tiempo en el hogar hasta que pasado este la llevaban a otra
casa. Es una forma muy bonita de lo es la piedad popular.
Esto también pasa con algunos
cofrades que son, llamémosle, itinerantes y ahora explico el por qué de tal
afirmación aunque pienso que todos tenéis en mente lo que quiero explicar en
este artículo.
Cofrade itinerante es aquél
que no llega a asentarse en ninguna hermandad, este tipo de hermano no tiene
una devoción clara pues con tanto cambio pienso que debe ser difícil retener en
la memoria y en las oraciones las distintas advocaciones a las que les ha
dirigido sus plegarias. Son inquietos por antonomasia y también, que todo hay
que decirlo, su máxima ilusión es llegar a pertenecer a la junta de gobierno en
la cofradía en la que esté en ese momento cosa que suelen conseguir con cierta
facilidad pues se prestan a lo que haga falta con tal de conseguir esta
necesaria premisa para sus vidas. Empiezan ayudando a todo quisque y terminan
ordenando sin derecho a réplica. Es fácil de comprender que más pronto que
tarde son apartados de sus funciones e invitados a salir por la misma puerta
donde han entrado aunque algunas veces es al revés, son ellos los mosqueados
porque no consiguen implantar sus criterios
dan un portazo para mayor descanso y tranquilidad del resto de la
hermandad.
El cofrade itinerante se va
echando pestes de la cofradía, de la junta de gobierno, de los hermanos y no se
salva ni el párroco que a su vez es el director espiritual de la misma. Estos
aspavientos los dicen y hacen en voz alta, lo escriben en las redes sociales y
apoyado en la barra mientras se toman una copa con otros cofrades itinerantes
de otros muchos lugares y todos se unen para jarchear de lo lindo de la
hermandad que hasta antes de ayer era la de “sus amores”…
Al poco tiempo este sujeto se
fija en otra cofradía ya sea por la relevancia de la misma, porque el estilo
que tienen se asemeja mucho al suyo o porque esté escasita de personal y sabe
no le van hacer ascos a alguien de su experiencia, su valía y su “prestigio”. La secuencia de los actos se
repiten y con el tiempo se suceden las mismas críticas, en los mismos lugares y
con los mismos “itinerantes” pero cambiando el nombre de la corporación en
concreto.
El itinerante es en definitiva
un culo de mal asiento que suele dar mucho por saco pues su único interés no es
otro que él y no la hermandad, son sus metas
y no los del apostolado cofrade, es servirse a sí mismo y no a la Iglesia, es
el ego personal de ser alguien, por medio de carguito, una medalla, una venera
o un escapulario, y no el servidor de sus hermanos como nos habla en el Evangelio
el mismo Jesús.
Esto que aquí he reflejado se
cumple al cien por cien al día de hoy, antes también pero de una manera más
distanciada, más pausada, porque esos “hermanos” siempre fueron
considerados pocos fiables por los
cofrades que solo han servido a su hermandad hasta el día de su muerte. Hoy en
cambio es muy común porque hay que reconocer que las HH.CC. además de ejercer
sus funciones dentro de la Iglesia también se han convertido en plataformas de
gran relevancia social que incluso pueden llegar a dar el salto en política y
eso amigo mío es harina de otro costal.
A Dios lo que es de Dios y al
César lo que es del César pero cuando mezclamos a Dios con el César por llevar a cabo nuestros mezquinos
intereses entonces dejamos de servir a Dios y lo hacemos con el César.
El cofrade itinerante es como
aquellas capillitas que de mano en mano van y ninguno se la queda…
Jesús Rodríguez Arias


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