La pérdida de un ser querido, de una persona muy amada que te servía de apoyo es una prueba de considerables dimensiones que puede hacer estremecer tu esperanza y hundirte en la desolación. Sé paciente, muy paciente contigo mismo, para recobrar la confianza de la fe, la paz del corazón, la ilusión de la vida. Sólo tu posees el conocimiento y el control del ritmo que necesitas para sanar tu herida.
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