domingo, 17 de enero de 2016

* ALLÁ DONDE ESTÉS. (ESPECIALMENTE DEDICADO AL PADRE PEDRO)






En una semana demasiada convulsionada con intensos sentimientos, muchos de ellos contradictorios, fuertes pensamientos, vivencias, querencias, soledades...

En una semana como esta que hemos pasado he querido escribir mi dominical artículo publicado en exclusiva en INFORMACIÓN en el apartado que dirige y coordina mi buen hermano Pepe Moreno Fraile a modo de carta.

Palabras así como sentimientos dirigidos "allá donde estés".

Jesús Rodríguez Arias





ALLÁ DONDE ESTÉS




Allá donde estés te doy las gracias por lo que has hecho y sigues haciendo al día de hoy. Jesús nos dice que tenemos que sembrar, expandir la semilla sea cual sea el terreno, y no preocuparnos de que germine o no pues eso no es cosa nuestra. Nos lo pone fácil aunque para nosotros, para nuestra propia indolencia, no sea tan sencillo.

Para sembrar hay que tener un corazón que arda de amor, ilusión y esperanza. Para sembrar la Palabra de Dios lo primero que se tiene que estar es enamorado de Jesús y eso es tan fácil cuando tu mismo eres semilla que ha germinado en el terreno más o menos árido en lo que se convierte en demasiadas ocasiones tu propia vida.

Ser un sencillo y humilde sembrador es simplemente aceptar que no eres más ni menos en los designios que el Señor tiene preparado para ti. Fe, humildad, paciencia y valentía son pilares fundamentales para el que dedica las horas que tiene el día a sembrar, expandir ese pegamento de verdadero Amor que es la Palabra de Dios.

Pero hasta el sembrador necesita su descanso.

Sí, has sido y eres un buen trabajador en las mies del Señor aunque ahora no te tengamos cerca aunque sentimos tus gestos, tus palabras, tus silencios, tu cercanía, tu testimonio como si no te hubieras ido, como si todavía estuvieras aquí, como si en cualquier momento nos fuésemos a encontrar al volver la calle.

Sí, allá donde estés, hagas lo que hagas, pienses lo que pienses, decidas lo que decidas, te tengo que dar las gracias porque no todos los días Dios nos da la oportunidad de tropezarnos con personas como tú que generan tal poder de atracción hacia el Señor porque queriéndolo o no sabes transmitir el calor de la zarza ardiente de Cristo vivo en nuestros corazones.

Muchos son los que te han acompañado en tu caminar, a muchos los ha dirigido hacia un  lugar tan visible y también tan desconocido como es el Sagrario donde se encuentra Jesús a cada instante esperando vernos para empezar esa larga conversación que siempre parece demasiado corta. Muchos son los que se sienten “huérfanos” del hermano, del amigo, del padre, del hijo que fuiste para tantos y que aún en la distancia sigues siéndolo.

Estos que perciben en estos mismos momentos este sentimiento de orfandad son los que a diario se sientan en el lugar que un día les descubriste y en el que siempre está el que en definitiva tiene que estar. Es en el Tabernáculo donde se hacen demasiadas preguntas que se piensan que no obtienen respuestas aunque al final, en el momento que menos te lo espera, Jesús te ofrece todas las explicaciones que el corazón presentía aunque nuestros ojos no lo hayan querido ver.

Sé que serás feliz en el lugar que has decidido permanecer este tiempo de reconversión porque todos necesitamos pasar una necesaria y profunda ITV en nuestro propio devenir, todos necesitamos el recolocar las piezas que con tanto trajín, tantas obligaciones, tanta entrega, tanto remar contra la corriente de la propia vida nos van desencajando. Sí, pienso que allá donde estés aprovecharás muy bien el tiempo porque lo necesitabas hace mucho y ahora es cuando el Señor ha decidido que ya es suficiente, que el peso y la carga era desmesurada para tus hombros y bien sabes que Dios no nos da nada que no podamos sobrellevar y cuando la situación nos supera Él está presto para aliviar el peso de la cruz.

Muchos esperaban escucharte delante de un atril, encima de un escenario, mientras se preguntaban que dirías. Ahora no saben ni entienden que tu lugar no es ese, es el que estás, tus palabras no se tenían que escuchar un día concreto en una hora determinada porque la has ido pronunciando todos los días a los que la han querido y sabido escuchar demostrando cada una con gestos y sobre todo hechos. Muchos de los que esperaban oírte nunca escucharon tus palabras que eran un mensaje inequívoco de Amor  hacia Dios y sus criaturas.

Allá donde estés te doy las gracias en mi nombre y en nombre de tantos y te digo que rezo todos los días por ti, para que sepas encontrarte con quien siempre sale al encuentro de cada hijo pródigo. Él nos salvará y te marcará nuevas sendas, nuevos caminos a explorar, nuevos campos que sembrar, nuevos lugares donde compartir.

Allá donde estés, recibe un fraternal abrazo de tu hermano,

Jesús Rodríguez Arias


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