HACINADOS EN CALABOZOS
Alfonso Ussía
LA RAZÓN – Miércoles, 2 de
septiembre de 2015
Un estratega majadero de «Podemos» - con la
aprobación entusiasta de sus compañeros de resentimientos -, ha propuesto que,
en el caso de que los del círculo morado ganaran en unas elecciones generales y
formaran
Gobierno, se prohibirían los actos católicos en
las Fuerzas Armadas y Guardia Civil. Además de tamaña atrocidad histórica y
sentimental contra
nuestros militares, el estratega es partidario
de incluir imanes islámicos para que los soldados musulmanes se sientan más
confortados, imanes que sustituirían a los capellanes católicos. Prohibición
absoluta de asistir de uniforme a celebraciones religiosas, desfiles y
manifestaciones presididas por la Cruz, por ser los militares «funcionarios de
un Estado aconfesional». Hay que ser gilipollas.
Siglos de Historia y de fe tirados por unos
suelos manchados de odio. Ignoro en qué prisión militar serán hacinados en el calabozo
Jesucristo, la Virgen y los santos patronos. San Juan Bosco, Patrón del Cuerpo
de Especialistas del Ejército de Tierra. San Hermenegildo, Patrón de la Real
Hermandad de Veteranos de las FFAA y la Guardia Civil. Nuestra Señora del Buen
Consejo, Patrona de Intervención. San Juan Nepomuceno, Patrón de la Infantería de
Marina. San Fernando, Patrón del Arma de Ingenieros. Nuestra Señora de los
Ángeles, Patrona de Helicópteros del Ejército de Tierra. San Cristóbal, Patrón
de Automovilismo. La Virgen del
Carmen, la Estrella de los Mares, Patrona de la
Armada. El Apóstol Santiago, Patrón del Arma de Caballería. Nuestra Señora del
Rosario, Patrona de la UME. Nuestra Señora del Pilar, Patrona de la Guardia
Civil. Santa Teresa, Patrona de Intendencia. Santa Cecilia, Patrona del Cuerpo
de Músicas Militares. Santa Bárbara, Patrona del Arma de Artillería. La
Inmaculada Concepción, Patrona del Arma de Infantería. Nuestra Señora de
Loreto, Patrona del Ejército del Aire. Y si aún queda sitio en los calabozos de
la incultura, el rencor y la estupidez, podría añadirse a la relación de
presos, la imagen doliente y afligida del Cristo de Mena, el Cristo de la Buena
Muerte, venerado por los legionarios, que no dudarían en morir antes de que la
mugre de los estalinistas se atreva a rozar su cuerpo crucificado y
martirizado. Y si queda lugar, también sería encarcelado el «Corpus Christi»,
expuesto en la descomunal alhaja - así la definió don Benito Pérez Galdós -, que
recorre las calles de Toledo, escoltado por los cadetes de la Academia de
Infantería, en el día más guapo de la prodigiosa ciudad castellana. Y ya
puestos a encarcelar y torturar, todas las imágenes de Cristo y la Virgen que
se acompañan y lloran en las procesiones de la Semana Santa, esa Semana que
desea prohibir la mujer esa tan rara de «Podemos» en Sevilla, aunque ya se ha
tragado doblada su necedad.
Las Fuerzas Armadas españolas están formadas
por decenas de miles de patriotas que se juegan la vida por la seguridad de sus
compatriotas. Y se juegan la vida sabiendo que la muerte no es el final, que su
sacrificio se recompensa con la luz de los azules infinitos, que es el lugar de
los hombres y mujeres que lo dan todo por los demás. Héroes y decentes,
servidores y firmes, «no funcionarios» en el sentido perverso de la voz. Pueden
encerrar a Cristo y la Virgen en los calabozos y las checas, pero seguirán siempre
en el alma de los soldados. Pueden prohibir a los militares que vistan su uniforme
en actos religiosos, pero acudirán uniformados. Pueden contratar imanes y
elevar al generalato a tenientes maltratadores y expulsados del Ejército, pero
no conseguirán nada.
Tan sólo el ridículo, la humillación de su
propia estupidez y el desprecio de todos.
Ellos prohibiendo y los calabozos estallados de
luz.
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