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Conocemos al Padre sólo por su mano, es decir, a partir de sus obras -desde la creación y desde la redención-, es un Donante absoluto. Su mano es una mano totalmente extendida, de la cual se desliza un flujo ininterrumpido de dones. Una mano tan abierta que nada retiene en ella. El Padre no pide nada para sí mismo. Da su vida, el Amor, el Espíritu Santo que da la vida, que hace todo vivo, que nos comunica nuestra filiación y su paternidad.
Abrirse, separar la vista de uno mismo, ver al Otro, reconocerlo, admitir que incluso sea el primero, el Único, el Absoluto, Dios, sólo es posible gracias al amor, a esta energía personal que instaura la relación y te la hace vivir. Cree, por tanto, significa amar, dar en todo la prioridad al Señor, como lo hizo Juan Bautista. | |
Panorámica
Iglesia de San Juan del Instituto Polaco
Roma - Italia
Diciembre 2001
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La mano del Padre, el Hijo, el Espíritu Santo
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San Juan Bautista en el desierto
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San José
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