Puedo decir sin temor a engañarme a mi mismo que estos dos últimos años están siendo marcados por la enfermedad y por el severo desgaste físico que la misma me ha producido.
Si es verdad que no todo es malo, más al contrario, porque he llegado aprender que los sufrimientos sin causa solo causan dolor y en cambio cuando Dios te ha alumbrado con la fe entonces y solo entonces los padecimientos no son tales pues le ves un sentido a lo mismos como parte del camino que cada uno debe desembocar en la santificación personal.
El dolor y la impotencia que produce el sufrimiento si es ofrecido a Dios por nobles causas tienen un efecto balsámico para nuestras almas que al fin y a la postre también es para nuestros cuerpos.
Me decía el sábado mi amiga Loli que ofreciera todos los padecimientos de mi cercana operación por la noble causa de la Vida. ¡Eso está hecho! Además quiero compartir ese ofrecimiento por la salvación de las benditas almas del purgatorio y por otras que no vienen al caso porque son eminentemente privadas e íntima de cada cual. ¡Lo que hace tu mano derecha que no lo sepa tu izquierda!
Me preguntaréis, y con razón, el por qué saco este tema en un día como el de hoy, en este pletórico Lunes Santo. Me voy a explicar y veréis como lo entendéis mucho mejor.
Llevo los dos últimos años sin poder revestirme con mi hábito nazareno de mi querida Hermandad de los Afligidos. Mi enfermedad digestiva me ha causado tanto deterioro físico que me es imposible acompañar a mis Amados y queridos Titulares desde las filas donde el blanco se funde con el rojo de los antifaces. Todos los Lunes Santo desde hace cerca de treinta años he formado parte del Cortejo Procesional donde he tenido el inmenso honor de portar un cirio, el Senatus, el Libro de Regla, el Bacalao así como en la Presidencia, cuando ostentaba el cargo de Secretario, así como la cruz cuando dejé de pertenecer a la Junta de Gobierno. Cuando mi espalda no pudo más pensaba coger de nuevo mi cirio y con él alumbrar la venida de Jesús de los Afligidos, hermoso nazareno, apoyado en su Bendita Madre la Santísima Virgen de la Amargura. Lo tenía hablado con el buen Mayordomo de mi Hermandad, mi querido Domingo Muñoz Benzo cuando empieza mi deterioro físico y fisiológico y el año pasado, con profundo dolor de mi corazón, no pude acompañar a mis benditos Titulares desde las filas nazarenas sino desde detrás del Paso de Misterio en la Penitencia.
Si el año pasado me encontraba mal, este ha sido ya el remate. Todavía doy gracias a Dios y a Hetepheres que me convenció de que cambiara de médico y nos fuéramos a Madrid a un prestigioso especialista que dirigía una de las mejores clínicas digestivas de toda Europa. De las pruebas médicas que han desembocado en la operación que, si Dios así lo quiere, me practicarán justo dentro de una semana sabéis porque, en uno u otro sentido, habéis sido mi particular paño de lágrimas.
Este año más que nunca estaba mentalizado que no podría vestir mi túnica, que no podría acompañar a Jesús de los Afligidos y nuestra Madre de la Amargura desde dentro del Cortejo sino otra vez desde la Penitencia. ¡Lo tenía asumido, pero que difícil se me está haciendo!
No os podéis hacer una idea el enorme deseo que tengo de ir revestido con mi túnica de Afligidos. Soy cofrade, nací y moriré siéndolo y ese es mi mayor orgullo. Este año que me encuentro más débil, más cansado es cuando precisamente más añoro no ir revestido con mi hábito rojo y cubierto mi rostro bajo mi antifaz rojo.
La verdad es que no comprendo como pueden haber cofrades, que pudiendo, no salgan acompañando, haciendo devota Estación de Penitencia con sus Titulares y prefieran quedarse en las aceras o en los palcos de la carrera oficial presenciando sin presenciar, estando sin estar.
Ayer Domingo de Ramos nos fuimos a la Iglesia del Santo Cristo de San Fernando, sede canónica de mi querida Hermandad de Los Estudiantes, para celebrar la Procesión de Palmas y posterior Eucaristía. ¡Qué buen sabor de boca me dejó la misma así como la valiente homilía del Padre Juan Ramón Rouco, Vicario de esta cristeña Iglesia, que dijo verdades sinceras y nos demostró eso que en su día nos dijo Jesús: "La Verdad os hará Libres"!
Al finalizar la Eucaristía saludar a los innumerables y buenos hermanos y amigos que tenemos en esta Parroquia donde hace algunos años ejercí labores pastorales junto a mi mujer, junto a Hetepheres.
Antes de entrar en la Santa Misa mi hermano Pepe Moreno Fraile me enseñó la foto de las túnicas suya y de sus hijos totalmente preparadas para el día de hoy. Sentí envidia sana pues él iba a ser uno de los afortunados que se revestiría con su hábito para acompañar a Jesús camino al Calvario. Le dije que el año que viene, si Dios lo quería, volvería a salir en nuestra Hermandad vistiendo la túnica y me dijo una frase que me llenó de esperanza y emoción: "¡Lo dudas acaso"!
Gracias Pepe, estas palabras tuyas es la que necesitaba el corazón afligido y lleno de amargura de un cofrade que por cuestiones imperiosas de salud no puede revestirse con su hábito nazareno y participar, como uno más, en el Cortejo Procesional que todas las tardes-noches del Lunes Santo reviste a esta bendita Isla cofradiera del excepcional sabor "estudiantil".
Dentro de muy poco volveré a estar en la Iglesia del Santo Cristo, encontrándome con hermanos que hacía años que no veía y otros con los cuales, gracias a Dios, tengo más relación, volveré a estar con mis Titulares que nos esperan con los brazos abiertos para que celebremos la Santa Misa de preparación a la Salida Penitencial.
Desde la mañana a la noche viviré en Lunes Santo, con mi Hermandad de los Afligidos, con mis buenos y queridos hermanos, con mi gente las cuales he compartido tantas cosas durante tantos años, casi toda la vida.
Y esta tarde Amado Jesús te acompañaré otro año más, no desde el cortejo con mi túnica como era y es mi deseo, sino desde detrás, desde la Penitencia. Iré en silencio, con mi promesa perpetua que se repite todos los años, rezando el Rosario. Lo haré a cara descubierta aunque no me importa porque no voy mirando a nadie sino sólo a ti, robándote esa fugaz mirada de cansancio que le dedicas a Tu Madre de la Amargura y lo haré porque así has dispuesto que sea aunque, de verdad Te lo digo, en estos momentos no llegue a entender nada.
Coincidiré como todos los años con Paco Ruiz Brenes y Loli, su esposa, con Puri Franco aunque este año me faltará ese buen hermano que está en la tribuna del Cielo, Antonio Román. Muchos hermanos que todos los años te acompañan detrás de ti, en Penitencia y en oración.
Sí, Señor, otro año de Penitencia y espero que sea el último aunque, como te dijo Tu Hijo, que no se haga mi voluntad sino la Tuya. ¡Tu sabes lo que es mejor para mí siempre!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo, que Dios te bendiga y que goces en el Señor este Lunes Santo en la Pasión de Cristo Jesús.
Jesús Rodríguez Arias
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