martes, 7 de enero de 2014

¿SOMOS DE VERDAD LIBRES? RESPUESTA DEL PROF. RÉMI BRAGUE.

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“Hacer todo lo que se quiere, es un gran que hacer”, bromea el profesor dirigiéndose a los que llama “imbéciles” que tienen la idea barroca de creer en la completa libertad de la voluntad.

Regresando atrás en los siglos de la filosofía y la espiritualidad occidental, Rémi Brague pone definitivamente en duda la existencia de un libre albedrío autónomo y soberano.  Le viene espontáneamente a la mente el ejemplo de San Paolo que, recuerda, no alcanza a hacer el bien que conoce y aprueba, sino, por el contrario, persiste en hacer el mal que lo repugna.  En este sentido, “el apóstol de las naciones” ya hacía eco al pensamiento de los poetas paganos, sobre todo de Ovidio. Lo que describe San Paolo es “la experiencia fundamental de la debilidad de la voluntad” afirma Brague.

A la pregunta: ¿Cuál es el aporte del Cristianismo al amplio problema puesto por el libre albedrío? Rémi Brague considera que el cristianismo tiene el merito de haber admitido “con valentía” que nosotros no hacemos en realidad todo lo que queremos.
Es así que responde a los “imbéciles” que pretenden hacer todo lo que quieren: “Nos ilusionamos cuando se dice – hago todo lo que quiero-. En la mayor parte de los casos, somos pasivos. En otras palabras, queremos aquello que se quiere que queramos. Ese “aquello” puede ser una multitud de cosas. Puede ser la publicidad. El caudal del tiempo o también la educación recibida…”.
Aún así la causa del libre albedrío no está perdida, de acuerdo a lo que dice el vencedor del premio de la Fundación Ratzinger.

Hay una alternativa a esta predestinación, y esto significa que para existir el libre albedrío debe ser liberado. En ello está la fuerza del Cristianismo: nos hace admitir que necesitamos de ayuda para ser libres. A esta ayuda le llamamos Gracia y es precisamente esta la experiencia humana fundamental.

Rémi Brague por su parte retoma la expresión luterana de “siervo albedrío” (aclarando que no comparte absolutamente la concepción luterana de la cuestión del libre albedrío), que establece la dependencia de la voluntad humana de frente a la Gracia de Dios, sola y única vía hacia la verdaderalibertad.

La libertad, en consecuencia, es un dono que recibimos de Dios, no es autónoma, y es precisamente lo que el filosofo nos quiere decir cuando recuerda que nuestro libre albedrío, para ejercerlo, necesita de ser liberado.

Puede ver 
aquí la conferencia del profesor Rémi Brague en Roma sobre las raíces bíblicas de la idea occidental de la libertad. 


[Traducción hecha por Ary Waldir Ramos Díaz]    

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