miércoles, 16 de noviembre de 2011

LA BELLEZA DE LA IGLESIA.

Este artículo, se sorprenderán los
tres o cuatros feligreses que aún
me leen, no habla de la belleza
de la Iglesia. Al menos directamente.
No, porque la belleza natural
de la familia no pertenece exclusivamente
a la Iglesia. Aunque
la Iglesia la promocione, la
valore, la ensalce, y siempre –a
menudo en solitario– la ha defendido
ante el mundo. Pertenece a la
humanidad. Es anterior a la fe. Es patrimonio
del ser humano. La célula básica de la
sociedad.
Escuchemos a Chiara Lubich, fundadora de
los focolares: “La familia está inscrita en
el ser humano, pertenece a su propia naturaleza...
pero evoca y concreta leyes propiamente
divinas… Así, cuando Dios creó al
género humano, plasmó una familia, o
sea, un hombre y una mujer llamados a la
comunión… Es ahí precisamente donde la
familia ahonda sus raíces…”
Todos tenemos experiencia de familia, de
una o de otra forma. Es en la familia donde
encontramos consuelo, apoyo, refugio.
Especialmente en tiempos de crisis, tanto
económica, como sobre todo espiritual. Y a
pesar de la desestructuración que vive hoy la
institución familiar, de todos los problemas
y ataques que sufre, sigue siendo
la más valorada y a la que
nadie quiere renunciar.
En la familia todos somos
queridos y aceptados, “no por
lo que uno tiene o posee, sino
por lo que uno es en sí mismo”
como decía el Beato Juan Pablo
II.
Entonces, continúa Chiara, “la
familia se convierte en un
cofre, en un admirable entramado
de relaciones humanas
de amor...nupcial, fraterno…,
filial…, Dios ha concebido
realmente la familia
como una misteriosa joya
entretejida de amor”.
Cuidemos esta joya para que no
se ensucie, no se corrompa, tan
delicada como es, tan amenazada como
está.
Y digo todo esto cuando va a empezar un
año más la SEMANA DE LA FAMILIA,
iniciativa veterana en nuestra diócesis, que
pretende divulgar estos valores familiares.
Este año, bajo el lema “la familia, refugio
ante la crisis”.
Realmente, merece la pena trabajar por la
familia, participar en estas iniciativas y en
otras tantas que hoy florecen para defender
la vida que en ella nace, en ella madura y
también en ella se debe despedir. O sea, luchar
positivamente contra el aborto, la eutanasia
y la falta de libertad educativa.
Y vivir la familia, disfrutando el don precioso
de los hijos y el matrimonio, resistiendo
los envites del mundo actual con su propaganda
de infidelidades, confusiones y
egoísmos. Nos jugamos
mucho en ello.
Decía Igino Giordani:
“salvar la familia es salvar
la civilización. La
nación está compuesta de
familias; si estas perecen,
también aquella vacilará.”
Petrus quînta
LA BELLEZA DE LA IGLESIA (XXV)
“Iba ella resplandeciente, en el apogeo de su belleza, con rostro alegre como de una enamorada” Est,5,1
LA FAMILIA, “MISTERIOSA JOYA DE AMOR” (1)


Pedro A. Mejías Rodríguez

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