domingo, 4 de diciembre de 2016

* MI VIRGEN TIENE OJERAS.



Hoy domingo 4 de diciembre es el más próximo al día de la Inmaculada Concepción de María pues el siguiente ya habrá pasado esta preciosa Festividad donde se conmemora el Dogma de la Virgen Santísima.

Cómo cada año por estas fechas me gusta escribir un artículo dedicado a María y  siempre lo he hecho en "clave cofrade" pues uno no puede renegar de sus orígenes.

Este año no ha sido así sino que abro literalmente mi corazón para enseñaros por medio de las palabras la imagen de la Virgen a la cual rezo y hablo cada vez que cierro mis ojos a las cosas de este mundo.

Comparto con vosotros mi dominical artículo publicado en exclusiva en INFORMACIÓN en el apartado que dirige y coordina mi buen hermano Pepe Moreno Fraile para hablaros de María, de la Virgen, de mi Virgen.

Y es que MI VIRGEN TIENE OJERAS.

Jesús Rodríguez Arias 



MI VIRGEN TIENE OJERAS



Mi Virgen, la que tengo en la cabeza y rezo siempre, no está representada al cien por cien en ninguna imagen o sí… ¿Qué se yo? Yo siento a la Virgen María ante todo y sobre todo como Madre y eso hace que cuando cierro los ojos no la vea con grandes coronas,  preciosos mantos bordados, ni enjoyada. No, mi Virgen es una mujer sencilla, humilde, trabajadora que se entrega a todos sin descanso, que sirve siempre. Mi Virgen es sinónimo de obediencia, fidelidad, misericordia, Amor y Fe.

Además de todo eso mi Virgen tiene ojeras.

Sí, las tiene al igual que las tiene mi madre y todas las madres que conozco. Todas esas mujeres entregadas a sus hijos, a sus familias, que llevan tanto para adelante que sería imposible el contabilizarlo porque están dotadas por el mismo Dios por una fuerza, un carácter, una entrega y un corazón inabarcable.

Las mujeres y las madres son las únicas que conozco a ciencia cierta que por Amor son capaces de entregar sus vidas hasta la muerte si hiciera falta. Son valor, fuerza, determinación. Son dulzura, alegría, compasión...

Por eso mi Virgen, la que cuando cierro los ojos rezo, es una mujer, una madre que se entrega como solo pueden hacerlo las madres, la que cuida de su hijo en todo momento, la que sufre con sus padecimientos y se alegra con sus alegrías, la que se sacrifica hasta límites insospechados para que nada le falte, la que trabaja de sol a sol para que tenga gloria bendita, la que duerme poco o nada y vela el sueño de cada uno, la que sabe llorar en soledad y pasar hambre en silencio porque para todos ella siempre está bien. Sí, será por eso que mi Virgen tiene ojeras y eso mismo la humaniza, la hace tangible porque nos sentimos cerca de ella, de nuestra Madre, de la que siempre está aunque nosotros no estemos, la que espera con dulzura, la que te acoge con cariño, la que llora tu partida, la que te lleva por los vericuetos de propia vida, la única capaz de cogerte la mano a la hora de la muerte para llevarte en persona a la puerta del mismo cielo.

Sí, mi Virgen tiene ojeras por tanto sufrimiento que hay en el mundo, tantas desigualdades, tantos inocentes a los que se les arrebata por la fuerza su preciosa inocencia, por tantos que lo pasan mal, que sufren el desarraigo de la pobreza, de la necesidad, del abandono.

Y tienes ojeras por tantos presos amarrados a las cadenas de la falta de caridad, de la soberbia, del poder mal entendido, del dinero solo para unos cuantos, de la pobreza del alma que es la peor de las pobrezas.

El Día de la Inmaculada Concepción muchas imágenes de María se pondrán en solemnes besamanos donde lucirán lo mejor que sus hijos han podido ofrecerle como más valioso regalo a modo de preciosas ofrendas. Delicadas y embriagadoras flores se conjugarán con la luz de esa delicada cera mientras el incienso lo envuelve todo. Música sacra mitigará tantas plegarias que quedarán prendidas al aire mientras los ojos llenos de lágrimas se posan en el delicado y hermoso rostro de la Virgen. Solemnes funciones religiosas, rezos del santo rosario o palabras salidas del mismo alma que quedan condensada en una frase: ¡¡Madre, Tú lo sabes todo!

Cuando pienso en este día mis recuerdos y emociones se trasladan a la Iglesia del Santo Cristo y a la Santísima Virgen de la Amargura porque para mí el día de la Inmaculada es también de una Madre con el brazo de su hijo apoyado en su hombro.

Aunque la imagen de mi Virgen, la que llevo prendida en el corazón, es la del Rosario de Villaluenga que me ha cautivado por la fe, devoción y Amor que genera así como por su sencillez y humildad. Sí, es la que más se asemeja a la imagen que tengo de la Virgen que llevo prendida en el mismo alma y que además por ser Mujer y Madre también tiene ojeras.

Os deseo un próximo día de la Inmaculada Concepción lleno de Amor a María así como al Fruto Bendito de Su Vientre.

Jesús Rodríguez Arias



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