Entrevista de ZENIT a Giampaolo Iorio, decano de los periodistas que aún frecuentan la Sala de prensa del Vaticano.
(ZENIT, Ciudad del Vaticano).- Giampaolo Iorio trabajó desde 1963, poco después de la muerte de Juan XXIII, en la Oficina de prensa de la Santa Sede. Fue desde allí periodista para varios medios entre los cuales Il Corriere della Sera, Il Messaggero, de la RAI y durante 50 años, asesor editorial para el New York Times, sobre temas del Vaticano.
Hoy se le ve diariamente en la Oficina de prensa, se percibe que este mundo de la información es parte de su vida y si bien ya está en pensión hay un cordón umbilical que les une.
No faltaron artículos suyos que fueron polémicos como en 1969 cuando en las páginas de Il Messaggero señaló el malestar de la Gendarmería Pontificia por los bajos salarios y de una manifestación que preparaban en agosto en Castel Gandolfo donde se encontraba Pablo VI. Sus artículos anticiparon también la carta apostólica de Pablo VI Octogesima adveniens, e incluso oso publicar el número de teléfono del Papa, y divulgó una carta de Pablo VI con los sueldos de los abogados de y de los procesos en la Rota Romana, pero más allá de estas noticias particulares, cubrió por años toda la información sobre Vaticano.
ZENIT conversó con él, quien nos indicó que la primera Oficina de prensa inicia en 1939 y dependía de L’Osservatore Romano. Se encontraba en una pequeña habitación en el Patio de San Damasso, en el Palacio Apostólico. “Cuando llegué en 1963 se había trasladado siempre dentro del Vaticano, en la Via del Pellegrino. Habitualmente éramos unos seis o siete corresponsales y claramente para las ocasiones especiales llegaba más gente”, indicó.
Después de algunos años, hacia 1966, recuerda el entrevistado, nos transfirieron a una oficina después demolida para construir el Aula Pablo VI.
“Hacia 1965, no me acuerdo exactamente la fecha, nos mudaron en esta actual estructura, o sea en la última fase del Concilio”. Aquí “había solamente cabinas telefónicas y escritorios con divisorios de pléxiglas”. Después llegó Navarro Valls, indicó “que modernizó todo, así como el auditorio Juan Pablo II inaugurado en 1994, lugar donde hoy se realizan las conferencias de prensa. Aquí Navarro Valls hacía también un briefing semanal”.
Hablando de los tiempos idos recuerda a “un director muy simpático, Mons. Pastore, que por la mañana a esos pocos colegas nos decía, si el día iba a ser tranquilo. En cambio si había algo nos advertía: “Quédense aquí y no se muevan…”. Con emoción recuerda: “Para mi el mejor director de la sala de prensa fue Federico Alessandrini, hombre verdaderamente integro”.
En esta época, reconoce Iorio, había poca información pero buena, especialmente si se piensa a los social network y a lo que gira hoy por las redes. “Cada uno de nosotros tenía contactos personales con obispos y cardenales, o con quienes venían a Roma y así teníamos buenas fuentes”. Entonces era más claro quien obtenía la información e identificar a quien hacía exclusivas, como cuando “anticipé la octogesima adveniens”.
Sobre el método de trabajo señala que “por la mañana venía aquí a la oficina de prensa y por la tarde iba a mi periódico y allí escribía. Ni fax, ni telex, ni nada. Los telex servían si uno escribía para algún periódico de otro país o región de Italia. Los fax llegaron mucho después, hacia el final de los años 80.
Los periodistas de ese primer período eran los de la agencias Ansa, Agi, France Press, Associate Press y la Reuters, aunque cotidianamente no siempre estaban a la Oficina de Prensa.
Sobre si existía algún tipo de censura, asegura que “los directores de prensa nunca nos dijeron ‘de esto no hablen’, sí nos daban las informaciones oficiales, y si teníamos algo de otras fuentes le consultábamos al director de la Sala de Prensa que nos decía : ‘No comment‘, ten cuidado, o haz lo que consideres mejor. Entretanto asegura, “se hacían preguntas sobre todos los temas y quizás el 60 por ciento de las informaciones provenían de contactos personales”.
En la segunda fase del Concilio, asegura “todo era un poco un caos, con informaciones, grupos pro-conciliares y anti-conciliares, con los curas casados que hacían conferencias de prensa alternativas” y reconoce que “era interesante por la variedad de informaciones, y también desde el punto de vista cultural y profesional”.
Durante el Vaticano II “estaban las conferencias de prensa en idiomas, la oficial era la del portavoz lingüístico. A nosotros nos refería el padre Tucci”, indica. “Además estaban las conferencias de prensa semanales en diversos idiomas y de personajes varios”, a la que se sumaban la “de los grupos alternativos”. Sonriendo dice que “bajo un cierto aspecto respiramos cuando terminó el Concilio, porque corríamos constantemente a las conferencias, de derecha a izquierda”.
Señala que se sentía “otro clima aquí adentro”, pero “también habían personas profundamente válidas desde el punto de vista humano y espiritual, como el cardenal Alfredo Ottaviani, que me recibía con una cierta frecuencia en el Santo oficio; el Card. Morano; el Card. Tomko entonces aún monseñor; además del cardenal Benelli, con quien tuve contacto por motivos profesionales; sin olvidar al Card. Casarolli, y otros… Era para mí un mundo particular” nos asegura.
Interrogado sobre cuando oyeron hablar por primera vez aquí de la Teología de la Liberación, Iorio señala que fue antes del viaje de Pablo VI a Medellín. “Aquí no tuvo mucho seguimiento desde el punto de vista periodístico” indicó, si bien “muchos periódicos con posiciones definidas hablaban de sacerdotes marxistas, y algunos periódicos titulaban: ‘El evangelio según Marx’. Reconoció que “en los primeros tiempos no teníamos conciencia de la magnitud de este fenómeno”.
Sobre Castro y Cuba, recuerda que en un primer momento se sabía que Castro estaba contra la dictadura de Battista, pero no que terminaría en el marxismo.
Iorio nos confía: “Había iniciado a escribir un libro que se habría llamado ’40 años entre curas y periodistas’, pero nunca lo terminé”. Y si bien muchos esos recuerdos se perderán, “lo más importante –concluye– es que aquí me he enriquecido humanamente y profesionalmente”.
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