… Viene del artículo anterior… Es una
autentica pena que esta Virgen, extremadamente bella y poco conocida excepto en
su barrio y de los que se acercan a su Iglesia expresamente a conocerla y a contemplar
sus lindos ojos, que a diferencia de otras dolorosas son claros y expresan
aparte de su dolor, la ternera de su mirada. Y por otra parte, tampoco es menor
la insatisfacción que produce no poderla visionar bajo un Paso de Palio, aun
entendiendo y respetando, la decisión de
sus dirigentes.
Las túnicas de los penitentes con la que
procesiona esta Venerable Hermandad son íntegramente de color negro, incluido
el capirote y anudado a la cintura lleva
un cordón blanco y no llevan cola ni capas, ni sus hermanos portan cirios a la
vieja ultranza, sino unas cruces de madera con el escudo o la insignia de la
hermandad. Pero con el paso del tiempo se ha modificado ligeramente su hábito,
añadiéndole capas blancas y portando cirios de cera, conservando eso sí, una
sección de penitentes llevando las cruces primitivas como señal y en honor a su
recuerdo.
La procesión actual también difiere de la
primitiva. Entonces era otro estilo, más cerca de las procesiones castellanas
que de las andaluzas. La comitiva era relativamente escasa con la comparada a
la que lleva en la actualidad en número y manera.
El cortejo no llevaba música. Se iba rezando
el Vía Crucis. Y la hermandad en su recorrido establecía los puntos de cada
Estación señalado previamente con una
Cruz en el balcón elegido, en el cual, el párroco y director espiritual de la
hermandad y a veces algún sacerdote invitado, desarrollaba el contenido de la
estación oportuna, invitando a la meditación a los fieles y penitentes.
Para separar los dos aspectos que entonces
tenía esta devota procesión, hay que separarla también de la línea divisoria
que la separaba de la población. Línea que estaba limitada por la vía del tren
y el célebre puente antiguo de la Casería. Límite que separaba la Casería de
Ossio del casco propiamente dicho de la
ciudad.
Esta obligada
separación por las condiciones naturales del terreno, hacia en cierto
modo que la procesión discurriera de
distinta forma en cada espacio y lugar. No era lo mismo el tramo desde su sede
en la parroquia de la Inmaculada hasta el puente de la Casería, ni tampoco a partir de este en adelante.
Solamente citaré un detalle que avala lo que anteriormente
se ha citado. Y es en el estado en el
cual se encontraba en aquellas fechas todo el camino más conocido como -el
camino de la Cruz- Camino sin pavimento de tierra pura y a veces mezclada con
arena gruesa haciendo arduo y pesado andar por él. Y en el caso de la hermandad
constituía aunque sus hermanos no se lo propusieran, una auténtica y
sacrificada penitencia.
Otra cosa era el discurrir de la hermandad a
partir del puente de la Casería, pisando suelo firme aunque adoquinado de la
calle San José y San Antonio y posteriormente, la del barrio del Cristo. Otro
lugar singular y emblemático que siempre ha sido y sigue siendo para esta Venerable
Hermandad a su paso por la antigua capilla del Santo Cristo, ahora de la
Vera-Cruz. .
Actualmente la hermandad ha cambiado
considerablemente, pero sin perder su espíritu inicial, su cortejo penitencial
se ha transformado consiguiendo formar un compacto grupo de hermanos penitentes
que imprimen carácter con sus túnicas, que se han transformado con la
incorporación de la capa y la de llevar música tras el Paso del Señor. Paso que
actualmente va cargado por una cuadrilla de la asociación de los jóvenes
cargadores cofrades de la JCC.
El barrio de la Casería de Ossio al que a mi
particularmente me gusta llamarle con cariño ‘el poblado de la Casería’ y la
Isla, puede sentirse orgullosos de disponer de una corporación de la
características como la que tiene esta Venerable Hermandad por su digna y
ejemplar trayectoria permanente desde su fundación y por su meritoria
ejemplaridad.
Y por su distancia y aislamiento del centro
de la ciudad. Nadie conoce los imponderables, las carencias, no sólo
económicas, sino las dificultades de manejar a ese impresionante Cristo del
Perdón, que tenemos la suerte de disponer ante las estrechas dimensiones y las
alturas del entorno de su Iglesia. Pero aun así, sus hermanos y su pueblo, más
lo estiman, lo quieren y lo veneran, pidiéndole: ¡Perdona a tu pueblo Señor,
perdónalos…!
José María Vieytes Beira. San Fernando.
Artículo publicado en el semanario local Información. Y en el blog SED
VALIENTES, por gentileza de Jesús
Rodríguez Arias.
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