["Después de comprometerme a entregarle a Dios el uno por ciento de mi vida, mi vida espiritual floreció": así resume este artículo su autor, Gary Jansen, editor senior de Penguin Random House, donde ha publicado libros de Francisco, Benedicto XVI y Scott Hahn. Es el autor de The 15-Minute Prayer Solution: How One Percent of Your Day Can Transform Your Life (Loyola Press), entre otros best sellers de apologética y oración. En las siguientes líneas, publicadas en Catholic Herald, explica su método: como reza el título del libro, es "la solución 15 minutos de oración", o "cómo un 1% de cada día puede transformar tu vida".]
¿Sabes que hay 1.440 minutos en un día? ¿Y sabes también que el uno por ciento de todo este tiempo son 14 minutos y 24 segundos? ¿Qué pasaría si conscientemente tomaras la decisión de alimentar tu alma cada día entregando aproximadamente 15 minutos de tu tiempo a Dios? Un pequeño uno por ciento de tu vida. ¿Ésta cambiaría? La mía cambió.
Un libro de "autoayuda" para la oración: quince minutos al día dedicados de verdad a orar.
No rezaba "de verdad"
Hace unos años empecé a rezar. Quiero decir, a rezar de verdad. No ese tipo de oración a medias y sentimental que a veces hacemos en la iglesia (“Amado Señor, eres maravilloso, pero preferiría estar en casa durmiendo”). No el parloteo con el que intentas hacer un trato con el Todopoderoso (“¡Mira, sé que no soy la mejor persona del mundo, pero te prometo ser bueno si me ayudas a salir vivo de esta situación!”), sino la oración diaria y seria, algo que no había intentado nunca antes.
Tengo que admitir que aunque crecí en un hogar católico e iba a la iglesia regularmente cuando era niño, rezar me aburría. Me costaba estar sentado quieto y concentrarme. Y no parecía que rezar me ayudara en absoluto. Si rezaba porque estaba preocupado, seguía estando angustiado después de hacerlo.
El cambio
Durante mucho tiempo dejé de rezar. Pero unos años más tarde, después de comprometerme a ser constante y dedicar el uno por ciento de mi vida a Dios, mi vida espiritual empezó a florecer. Físicamente sentía que tenía más energía. Mentalmente, estaba más centrado. Y todo me interesaba. No es que dejara de sentir miedo, angustia o decepción. Todo esto permaneció. Pero me di cuenta de que me recuperaba antes de los hechos que me causaban esos sentimientos.
Además de escribrir sus propios libros de espiritualidad o apologética Gary Jansen ha trabajado como editor con obras de autores best seller mundiales como el Papa Francisco, Deepak Chopra o Michael Singer.
Considerad esto: ¿quién se recupera antes de una herida? ¿La persona que hace ejercicio a diario o la que no lo hace? La respuesta breve es que la persona que está en forma físicamente. Lo mismo vale para la vida espiritual. Una unión más profunda con Dios no hará que tus problemas desaparezcan, pero te ayudará a navegar por el mar de la vida de una manera más eficaz.
Todos experimentamos momentos de dolor y lucha, ya sea por la muerte de un ser querido, por un nuevo trabajo que no resulta ser lo que esperábamos, por amigos que nos decepcionan, por problemas económicos o por la devastación causaba por la guerra. Las dificultades no desaparecen cuando uno hace una promesa a Dios. Pero si tu alma está en forma, tendrás la fuerza para enfrentarte a todos estos desafíos con valor. Y si las heridas aparecen mientras recorres tu camino espiritual, te recuperarás antes y no te apartarás de tu objetivo, que es una relación más profunda con Dios.
Tres ejercicios simples y eficaces
Por lo tanto, al principio de un nuevo año,¿por dónde empezar? Te indico más abajo tres breves y sencillos ejercicios que me han ayudado en mi oración diaria, esperando que te ayuden a dirigir tu atención hacia Dios, con la esperanza de que el uno por ciento de tu vida se convierta en el dos por ciento, luego en el tres por ciento, etcétera. Te prometo que tu vida ya no volverá a ser la misma (de manera positiva).
1) El Santo Nombre. ¿Cuál es la palabra más bonita del mundo? Pues bien, seguramente Jesús. Por lo tanto, deja que el Santo Nombre se convierta en una oración para ti. ¿Cómo? Repitiendo el nombre de Jesús una y otra vez dentro de ti. Hazlo en silencio cuando te levantas por la mañana y cuando te vas a la cama por la noche. Deja que el nombre de Jesús sea lo primero en lo que pienses por la mañana y lo último en lo que pienses cuando te acuestas. Durante el día repite el nombre de Jesús cuando vayas al trabajo o laves los platos o esperes en la cola del banco.
2) Respira la oración del Señor. Esta es una meditación fundamental cuando aplicas una forma de respirar a la oración. Por ejemplo, inhala en la primera línea: “Padre Nuestro”. Haz una pausa. Entonces exhala y reza: “que estás en los cielos”. Pausa. Inspira: “Santificado sea tu nombre”. Pausa. Exhala: “Venga a nosotros tu reino”. Escoge un patrón que sea el mejor para ti y une lo físico con lo mental y lo espiritual.
3) Llama al Espíritu Santo. Puede haber momentos durante el día en que te sientas estresado o tal vez te falte energía o no estés centrado. En lugar de buscar un cigarrillo, un whisky, un café o un té, llama al Espíritu Santo para que te ilumine. Repite dentro de ti "Ven, Espíritu Santo" durante el día cuando surjan desafíos o te sientas exhausto. Invita al Espíritu Santo a guiar tus acciones y pensamientos y después relájate, abandónate y verás lo que Dios te concederá.
Los resultados pueden ser inesperados, pero ¡son tan buenos para tu alma...!
Publicado en Catholic Herald.
Traducción de Helena Faccia Serrano, diócesis de Alcalá de Henares.
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