El jueves se cumplieron diez años de la procesión extraordinaria que celebró la ciudad para conmemorar el Dogma de la Inmaculada
| ACTUALIZADO 11.10.2015 - 01:00
LLEVABA años, muchos años, la ciudad sin celebrar un acontecimiento cofrade extraordinario de ese calibre. Y llegó el Consejo de Rafael Corbacho y se inventó aquello de procesión magna mariana. Un evento con el que celebrar el 150 aniversario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción en el que nadie creía en un principio, muy pocos se sumaron cuando hubo que hacerlo y muchos se quedaron luego con la miel en los labios por una ocasión perdida. El pasado jueves, el día siguiente a la festividad de la Patrona de la ciudad, se cumplieron diez años ya de aquella procesión magna mariana que celebró la ciudad con notable éxito.
Las hemerotecas cuentan que ese 8 de octubre procesionaron por la ciudad diez dolorosas (Amparo de Borriquita, Amargura de Humildad, Penas de La Palma, Desamparados del Caído, Buen Fin de Sentencia, Luz de Las Aguas, Rosario del Perdón, Dolores de Descendimiento, Dolores de Servitas y Soledad de Santo Entierro) y otras cuatro imágenes de gloria (la Inmaculada de San Francisco, Desamparados, la Merced y la Virgen del Rosario), en una carrera oficial que empezaba en Catedral y que recorría San Juan de Dios y todo Canalejas hasta Rafael de la Viesca y San Francisco.
Pero más allá de esos datos, echando la vista atrás se observa el avance logrado en estos años y los cambios que se han ido produciendo. Por poner algunos ejemplos, en esa magna el Caído todavía salía desde el parque, la Virgen de la Luz lo hizo desde el Oratorio, Rosario del Perdón aún no tenía el espectacular manto bordado que luce hoy en la Madrugada, ni la Patrona tenía candelabros para alumbrar su paso, que tuvo que pedir prestados a La Oliva de Vejer. Servitas aún no estaba coronada, Desamparados del Caído vestía por primera vez de Reina y la de Gloria estrenaba Simpecado.
Aquella procesión supuso, en parte, un antes y un después en las hermandades gaditanas, que después han podido disfrutar de otros eventos similares (vía crucis de 2011, Santo Entierro Magno de 2012, rosario del Año de la Fe en 2013...) pero que en aquel entonces parecían impensables. Sólo Corbacho y su equipo sabrán la de sufrimientos que tuvieron que pasar, la de obstáculos que hubo que superar y la de horas que les echarían a esta magna. Vaya hoy, diez años después de aquel 8 de octubre, el reconocimiento a todos. Y a las propias hermandades, por la gran labor que en esta última década han realizado.
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