2015-08-05 Radio Vaticana
(RV).- En su catequesis de la Audiencia General - celebrada el primer miércoles de agosto en el aula Pablo VI, luego de la pausa estiva del mes de julio-, y ante la presencia de varios miles de fieles y peregrinos procedentes de numerosos países, el Papa Francisco, prosiguió sus reflexiones sobre la familia centrándose, en esta ocasión, en cómo cuidar a aquellos que después del fracaso de su matrimonio, han comenzado una nueva unión.
Hablando en italiano el Santo Padre explicó que si bien esta situación contradice el Sacramento cristiano, la Iglesia, sin embargo, con su mirada de maestra que viene de un corazón de madre animado por el Espíritu Santo, busca siempre el bien y la salvación de las personas. Es por ello, explicó el Papa, que la Iglesia siente el deber por amor de la verdad dediscernir bien las situaciones, por ejemplo, entre quienes han sufrido una separación yquienes la han provocado.
Si en estos casos - continuó el Obispo de Roma - miramos a estos nuevos vínculos con los ojos de los niños, vemos todavía más la urgencia de desarrollar en nuestras comunidades una acogida real hacia las personas que viven estas situaciones. De ahí la necesidad de que el estilo de la comunidad, expresada en lenguajes y actitudes, sea siempre atento a las personas, a partir de los pequeños. Es importante - recalcó el Papa - que ellos sientan a la Iglesia como madre atenta a todos, siempre dispuesta a la escucha y al encuentro.
El Santo Padre recordó que la Iglesia no ha sido ni insensible ni perezosa y que gracias a la profundización de los pastores, ha crecido mucho en la conciencia de la necesidad de una acogida fraterna y atenta, hacia los bautizados que han establecido una nueva convivencia después del fracaso matrimonial. De hecho, subrayó el Pontífice, estas personas no están en absoluto excomulgadas, y no deben ser tratadas como tales: ellas son siempre parte de la Iglesia.
De ahí la invitación de Francisco a los Pastores a manifestar abiertamente la disponibilidad a acogerlos y a alentarlos para que vivan y desarrollen siempre más su pertenencia a Cristo y a la Iglesia a través de la oración, la educación cristiana de los hijos y el compromiso por la justicia y la paz.
Finalmente, citando el modelo bíblico del Buen Pastor que da la vida por sus ovejas, el Papa explicó que esta actitud es un modelo también para la Iglesia, que acoge a sus hijos como una madre que dona su vida por ellos. Al mismo tiempo, afirmó Francisco, todos los cristianos están llamados a imitar al Buen Pastor, y sobre todo, las familias cristianas pueden colaborar con el cuidado de las familias heridas. Cada uno, dijo, haga su parte en el asumir la actitud del Buen Pastor que conoce cada una de sus ovejas y no excluye a ninguna de su amor infinito.
(María Cecilia Mutual-RV)
Texto y audio completo de la catequesis del Papa
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Con esta catequesis retomamos nuestra reflexión sobre la familia. Después de haber hablado, la última vez, de las familias heridas a causa de la incomprensión de los cónyuges, hoy quisiera detener nuestra atención sobre otra realidad: cómo cuidar a aquellos que, después del irreversible fracaso de su vínculo matrimonial, han comenzado una nueva unión.
La Iglesia sabe bien que una situación tal contradice el Sacramento cristiano. De todos modos, su mirada de maestra viene siempre de un corazón de madre; un corazón que, animado por el Espíritu Santo, busca siempre el bien y la salvación de las personas. He aquí porqué siente el deber, “por amor a la verdad” de “discernir bien las situaciones”. Así se expresaba san Juan Pablo II, en la Exhortación apostólica Familiaris consortio (n. 84), dando como ejemplo la diferencia entre quien ha sufrido la separación y quien la ha provocado. Se debe hacer este discernimiento.
Si luego miramos también estos nuevos lazos con los ojos de los hijos pequeños, los pequeños miran, los niños, vemos aún más la urgencia de desarrollar en nuestras comunidades una acogida real hacia las personas que viven tales situaciones. Por esto, es importante que el estilo de la comunidad, su lenguaje, sus actitudes, estén siempre atentos a las personas, a partir de los pequeños. Ellos son quienes más sufren estas situaciones. Después de todo, ¿cómo podríamos aconsejar a estos padres hacer de todo para educar a los hijos a la vida cristiana, dando ellos el ejemplo de una fe convencida y practicada, si los tenemos alejados de la vida de la comunidad como si fueran excomulgados? No se deben agregar otros pesos a aquellos que ya los hijos, en estas situaciones, ¡ya deben cargar! Lamentablemente, el número de estos niños y jóvenes es de verdad grande. Es importante que ellos sientan a la Iglesia como madre atenta a todos, dispuesta siempre a la escucha y al encuentro.
En estas décadas, en verdad, la Iglesia no ha sido ni insensible ni perezosa. Gracias a la profundización realizada por los Pastores, guiada y confirmada por mis Predecesores, ha crecido mucho la conciencia de que es necesaria una fraterna y atenta acogida, en el amor y en la verdad, a los bautizados que han establecido una nueva convivencia después del fracaso del matrimonio sacramental. en efecto, estas personas no son de hecho excomulgadas, no están excomulgados, y no deben ser absolutamente tratadas como tales: ellas forman parte siempre de la Iglesia.
El Papa Benedicto XVI ha intervenido sobre esta cuestión, solicitando un discernimiento atento y un sabio acompañamiento pastoral, sabiendo que no existen “recetas simples” (Discurso al VII Encuentro Mundial de las Familias, Milán, 2 junio 2012, respuesta n. 5).
De ahí la reiterada invitación de los Pastores a manifestar abiertamente y coherentemente la disponibilidad de la comunidad a acogerlos y a animarlos, para que vivan y desarrollen cada vez más su pertenencia a Cristo, y a la Iglesia:con la oración, con la escucha de la Palabra de Dios, con la frecuencia a la liturgia, con la educación cristiana de los hijos, con la caridad y el servicio a los pobres, con el compromiso por la justicia y la paz.
El ícono bíblico del Buen Pastor (Jn 10, 11-18) resume la misión que Jesús ha recibido del Padre: la de dar la vida por las ovejas. Tal actitud es un modelo también para la Iglesia, que acoge a sus hijos como una madre que dona su vida por ellos. “La Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre […] Ninguna puerta cerrada. Todos pueden participar de alguna manera en la vida eclesial, todos pueden integrar la comunidad. La Iglesia […] es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas” (Exort. ap. Evangelii gaudium, n. 47).
Del mismo modo todos los cristianos están llamados a imitar al Buen Pastor. Sobre todo las familias cristianas pueden colaborar con Él cuidando a las familias heridas, acompañándolas en la vida de fe de la comunidad. Cada uno haga su parte asumiendo la actitud del Buen Pastor, que conoce cada una de sus ovejas ¡y a ninguna excluye de su infinito amor! Gracias.
(Traducción del italiano por Mercedes De La Torre - RV)
(from Vatican Radio)
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