jueves, 20 de agosto de 2015

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN; POR JOSÉ ANTONIO SIGLER

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN: «Venid a la boda». (Evangelio del día). Hoy Jesús nos habla con una parábola que tiene muchísima miga donde nos llama a todos y que me recuerda lo de «Venid a mí». Pero a la "cita", en parte, vamos dando "razones" para no acudir. "Razones" que podrán estar muy justificada pero indican el orden de prioridad que damos a las cosas de Dios. Y Jesús no se anda con paños calientes: «La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían». Esto es, al menos, para temblar porque los que nos creemos que "meamos agua bendita y muy santos" podremos estar excluidos. No porque Dios no te acoja, sino porque te excluyes tú mismo. Y, aunque Dios acoge a todos –«buenos y malos»– y nos podemos "meter en el saco", se requiere cierta condición: «Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?». Esto no lo hace Dios para fastidiar sino porque se precisa estar "revestido" de las condiciones necesarias para vivir la "fiesta". Muchas veces nos creemos merecedores de entrar en el banquete, pero no somos tan dignos para ello. Aquí lo dejo, que cada cual analice el "traje" que lleva a la "fiesta de Dios". Por donde también tendríamos que analizarnos es porque muchas veces nos indignamos ya que los "malos" también van a la fiesta. ¿No será porque nos creemos con derecho de marcar el listo de la dignidad o, bien, que le pedimos a los demás que hagan o actúen como yo considero lo que se deben hacer o, peor aún, exijo a los demás lo que deben hacer? (y que muchas veces no tenemos ni derecho de exigir, pero como nos creemos poseedores de la verdad así lo soltamos). Pues que Dios nos coloque en un puesto en su "banquete" pero nos ayude a ir "bien vestidos". Santa María de Caná, ruega por nosotros.

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