martes, 2 de junio de 2015

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN; POR JOSÉ ANTONIO SIGLER

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN. «Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es de Dios a Dios». (Evangelio del día). Jesús, con esta respuesta que le da a los fariseos, quiere dejar bien claro que no hay que mezclar las "churras con las merinas". El culto es sólo para Dios y al César lo que le corresponde en el orden civil a la gestión de la sociedad. Jesús viene a poner las cosas en su sitio y a desbanalizar lo espiritual, a no "abaratar" las "cosas de Dios". El culto a Dios hay que hacerlo en verdad, de corazón y reglado, pero no a base de "ritual" desespiritualizado, ni de "fórmulas mágicas". Los "rituales" son los medios, y son necesarios, pero no es el fin del culto ni de la oración. Las celebraciones litúrgicas no se hacen a "golpe de ritos", sino en "comunión de corazones". Pero, en esta Lectura, yo veo otra consideración y es el tema del endiosamiento de las personas. No me gusta "dorar la píldora" a nadie, ni subirla a una columna ni subirla a un patíbulo, ni encumbrarla ni ignórala, ni adorarla ni despreciarla. No se trata de hacer un "peloteo barato", sino del reconocimiento real de lo que una persona vale, sin exagerar, ni endiosar, sino con naturalidad. La fraternidad sincera es la que esta basada en el amor y en el cariño, pero no en las "capacidades" o en las "autoridades" de los hermanos. Es cierto que hay que tener empatía y simpatía, y si no las hay, ¡se buscan! También hay que huir de lo empalagoso y de lo celoso, sin dejar de hacer y tener muestras de cariño. Y por encima de todo, el amor fraterno y la corrección fraterna, porque es Cristo quién nos une en comunión. Santa María del Buen Consejo, ruega por nosotros.

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