MIÉRCOLES SANTO
Cuatro cofradías, un solo recorrido
Las altas temperaturas a primera hora de la tarde marcan una jornada en la que las hermandades discurren por las mismas calles camino de Catedral o de regreso a sus templos.
P.M. ESPINOSA / M. MATEO / J.M. SÁNCHEZ REYES / P-M. DURIO / CÁDIZ , CÁDIZ | ACTUALIZADO 02.04.2015 - 06:45
EL Miércoles Santo se reafirma como la jornada ideal para los campamentos urbanos semanasanteros. Desde primera hora de la tarde, no dejaba de ser sorprendente ayer ver a personas llegando a pie o en autobuses al casco histórico pertrechados de sillas, bolsas de grandes dimensiones y todo tipo de víveres para subsistir a la cuarta jornada de procesiones. Las cuatro cofradías que realizaron ayer sus estaciones penitenciales vienen optando desde hace años por recorrer exactamente el mismo itinerario, lo que convierte al casco histórico en una carrera oficial que cierra por completo la ciudad desde Catedral a San José; y de ahí de nuevo a la plaza donde se levantó el primer templo de la diócesis. Entre esos dos puntos se cuentan una serie de calles y plazas por las que pasaban todas las hermandades, bien camino de la carrera oficial o bien de regreso a sus respectivos templos. San José, Mina, Tinte, San Francisco, Nueva, San Juan de Dios y Pelota se convirtieron, por tanto, en la carrera oficial paralela. Y la única diferencia entre una y otra es la calidad y material de las sillas.
Por tanto, el Miércoles Santo fue una jornada muy favorable para esos campamentos que se forman en las aceras para ver durante horas en el mismo sitio las cofradías que van pasando una detrás de otra. Pero va en contra de los intereses del público más cofrade que gusta de ir a buscar a las cofradías en distintos rincones y momentos, ayer prácticamente inaccesibles desde las salidas hasta las recogidas.
Tal y como pasara el martes con respecto al lunes, la jornada del Miércoles Santo también comenzó en el mismo punto en el que había finalizado la madrugada anterior. Santa Cruz volvía a ser un hervidero de capirotes negros en sus catedralicias naves, pero en esta ocasión completando el hábito con capas azules de raso y precedidos de pequeños "pimientitos", como los denominó la pregonera Rosa María Cossi el Domingo de Pasión, que acompañaban a San Juan Evangelista.
Las Aguas abría un Miércoles Santo donde aguardar la salida por Fray Félix y Campo del Sur era una misión casi imposible. Las altas temperaturas que acompañan a la Semana Santa desde su inicio se convertían ayer en difícilmente soportables. Enorme el calor que a eso de las cinco de la tarde reinaba en un Campo del Sur posiblemente poco 'explotado' en términos cofrades porque cada vez que un cortejo transita por esta calzada junto al mar, deja unas instantáneas espectaculares.
Santa María era otro foco de atención a primera hora de la tarde y ya en torno a la madrugada. Con apenas unos metros de diferencia salen a la calle Sentencia, desde la Merced, y Cigarreras, de Santo Domingo. La primera bajó a San Juan de Dios con los ya característicos andares del paso de misterio, acompañados espectacularmente por la banda de cornetas y tambores de Rosario. Y la segunda volvió a vivir un emotivo momento ante la antigua fábrica de tabacos, como resistiéndose a admitir que la amplia tradición tabaquera de la ciudad se fuera de un plumazo para siempre, como queriéndose agarrar a un pasado cada vez más lejano.
Las dos cofradías, una detrás de la otra, se encontraron en la plaza de San Juan de Dios camino de Catedral y de una calle Pelota ya a esa hora repleta de sillas y obstáculos que complicaban la presencia de más público. Sentencia pasaría pegado a la fachada del Ayuntamiento, en una práctica que va extendiéndose entre las cofradías que cruzan de Sopranis o San Juan de Dios a Pelota. Allí, ante la fachada del Consistorio, contemplaban el tránsito del numeroso cortejo de la cofradía lasaliana que sigue celebrando sus 75 años de vida pone cada año en la calle los ancianos que residen en San Juan de Dios, que el pasado Lunes Santo también se acercaron a ver el desfile de la cofradía del Amor, a la que seguramente a muchos les trajera recuerdos de su anterior estancia en Alvernia. Bonita práctica la de acercar a personas mayores a las procesiones de Semana Santa, que también se vio el Martes Santo al paso de Columna por la calle San José, con los ancianos residentes en la plaza de San Antonio.
Mientras estas dos hermandades se dirigían a los palcos de Catedral, la calle San Francisco ya era un coto prácticamente cerrado para contemplar el cortejo de la última hermandad de la jornada, la que ponía el contrapunto de sobriedad y silencio a todo lo anterior. Y a pesar de que la procesión todavía se encontraba en la plaza de Argüelles, nada más salir, encontrar un sitio libre en San Francisco se cotizaba bastante alto ya a esas horas (poco después de las siete de la tarde).
Curiosamente, las calles Manuel Rancés y Beato Diego por las que avanzaba el negro cortejo de Angustias eran bastante más tranquilas para contemplar la representación cofrade del barrio de San Carlos. Buen cortejo el de la hermandad del Caminito, tanto precediendo al grupo escultórico con los cirios al cuadril, los cordones de esparto y los rosarios de madera, como tras el manto de la Dolorosa, con velas de promesa y riguroso negro en la vestimenta de la penitencia.
Cuatro cirios de respeto abrían el camino de esta cofradía, primera en bajar una calle San Francisco por la que casi inmediatamente después transitarían Las Aguas, Sentencia y Cigarreras. Estas últimas ya de regreso a sus templos después de recorrer una carrera oficial en la que ayer volvió a acumularse un retraso que por ejemplo alcanzaba los veinte minutos cuando el palio de la Esperanza llegaba a la plaza del Palillero.
Y así, en ese circuito cerrado entre San Juan de Dios, Catedral, Mina y San Francisco discurrió la jornada que marca el ecuador de la Semana Santa. Un Miércoles Santo con cuatro cofradías y un solo recorrido.
Las Aguas
Mecidos en el empedrado de Fray Félix
El sol refulgía en las piedras de la plaza de Fray Félix una vez disipada la neblina mañanera. Allí, las puertas de Santa Cruz iban a abrirse para el estreno del Miércoles Santo con la hermandad de Las Aguas. Una eucaristía precedía a la salida procesional de esta cofradía tan marianista. Caras jóvenes con el antifaz remangado esperaban con ansia que la cruz de guía se plantase ante el dintel. Hábitos rojos y verdes, los colores del San Juan que iba a ser un año más la avanzadilla de la cofradía en la calle. El paso del apóstol llegaba a las cinco en punto al exterior del templo. Luego se ordenaban las secciones de los penitentes del Cristo y la Virgen, con esa combinación de negro-azul –de los últimos rasos de la Semana Santa de Cádiz– más los cirios rojos propios de una hermandad sacramental.
Silencio en los cargadores del paso de misterio, popularmente llamado ‘El Caballo’. Camisetas burdeos como uniforme. Portaban al Cristo de las Aguas hacia la salida. “Pies juntitos, sin meter cintura”, se escuchaba bajo el paso. Una vez fuera, la banda de cornetas y tambores de Nuestro Padre Jesús de los Remedios (Castilleja de la Cuesta) tocaba, con solo una parte de la formación, ‘Pescador de hombres’ al paso quieto en lo alto de la plaza que corona al viejo barrio de El Pópulo. Los primeros andares se acompañaron de la marcha ‘Cristo de las Aguas’, de Francisco Javier Hoyo. Ante el misterio se estrenaba un grupo de pequeños acólitos.
Dentro, de nuevo el silencio levemente roto por el crujir de los varales del palio, que se acercaba a la puerta. Arriba, la Virgen con los brazos abiertos esperando la luz de Cristo. En la calle se mecía el paso al son de ‘Hermanos Costaleros’, de Abel Moreno, con una esforzada cuadrilla que superaba la dificultad de mantener el equilibrio en el empedrado de Fray Félix. Más adelante, el Campo del Sur se encontraba repleto de público para presenciar una de las estampas más bellas del Miércoles Santo. Cerraba sus puertas Santa Cruz, la sede canónica a la que Las Aguas acaba de conceder su más preciado galardón, el ‘Longinos’, por acoger a la hermandad cuando se vio obligada a abandonar el Oratorio de San Felipe.
Sentencia
El sufrimiento de cargar a brazos a un coloso
La puerta de la parroquia de la Merced que sabe de dolores y alegrías, de despedidas y encuentros, vive el momento más especial del año con la salida del paso de misterio de Sentencia. Un coloso dorado que porta la impresionante imagen del Señor ante Pilatos y que, por sus dimensiones, requiere de un esfuerzo sobrehumano, sufrimiento puro en una cuadrilla que carga a brazo desde que se acerca al dintel de la pequeña puerta hasta que la traspasa. Francisco José Gallardo Ortega es el capataz del misterio y el que ordena la maniobra desde delante del paso, mientras que detrás se estrenaba este año como contracapataz Isidro Olmedo Velázquez, después de 16 años cargando. Antes de iniciar el cortejo, Isidro reconocía que la responsabilidad es mayor y que precisamente el momento de la salida es uno de los más críticos por la estrechez, como lo demuestra el hecho de que haya que desmontar incluso los respiraderos laterales para que pueda plantarse en la calle. El águila que corona el trono de Poncio Pilatos también se tiene que desmontar.
El reducido espacio con que cuenta la cofradía, al que hay que unir la presencia de los pasos de Siete Palabras, obliga a una perfecta organización tanto en las filas de penitentes como en la colocación de las mujeres que van de mantilla.
Después de los rezos obligados se abrió la puerta del templo y la impresionante cruz de guía de la hermandad abrió el cortejo. Entre los penitentes, un año más Paco Vigo. Gran cofrade que durante décadas fuera bajo el paso de misterio cargando y que sigue procesionando, ahora en las filas de hermanos.
Volviendo a la salida del misterio, decir que el barrio de Santa María se volcó con Jesús de la Sentencia, al que vitoreó desde que la banda de cornetas y tambores Nuestra Señora del Rosario interpretó la Marcha Real a su salida. Luego, para enfilar Merced hacia la plaza de las Canastas sonó la marcha ‘Eucaristía’ en primer lugar y posteriormente ‘Refugiame’.
Ya con el misterio en la calle se formó el cortejo de la Virgen del Buen Fin, para lo que se colocó una rampa con la que salvar los escalones del templo. Acompañada por seis ciriales portados por servidoras de paso, el hermoso palio, cuyo capataz es Manuel de la Jara, inició su bajada por el barrio con la marcha ‘Concha’, interpretada por la banda de música Pedro Álvarez Hidalgo de Puerto Real.
Cigarreras
De la levantá de Ceballos a la novedad de Vizcaíno
Pablo Ceballos es de los hermanos más antiguos de Cigarreras. Vestido de chaqueta y con un bastón para apoyarse, peina canas desde hace ya bastantes años. Está fuera de Santo Domingo esperando que salga el paso de misterio. Salud para el Señor de la Salud. Ceballos dio la primera levantá con energía, pero también con mucha emoción: “Para mí ha sido un honor hacer esto”.
Ceballos es la historia viva de la cofradía. Manuel Vizcaíno, el sevillano presidente del Cádiz, la anécdota. Ayer tuvo casi más protagonismo que el propio Cristo. Costalero durante muchos años de San Esteban en Sevilla ha querido meterse en un paso gaditano con el objetivo de “integrarse” más en la ciudad y con ello entenderla mejor y a los aficionados del Cádiz. Eso sí, ya dijo a Canal Sur que creía que por la forma de cargar de esta ciudad iba a coger más kilos que con el costal.
Mientras tanto, el prior de los dominicos, fray Pascual Saturio Medina, tiene la virtud de explicar como nadie las cosas. En el interior de Santo Domingo explicaba a través del micrófono de dónde procedían las estaciones de penitencia y el por qué de la visita a la Catedral como una manera de simbolizar la unión con Roma. O el por qué es el Cristo de la Salud, que no representa el misterio de la coronación de espinas sino que es el Cristo Salvador. Entre la lección magistral de Pascual Saturio las filas de penitentes iban saliendo hacia fuera por la puerta trasera de Santo Domingo hacia el compás y con ellos el paso de Cristo en una maniobra complicada porque tienen pocos centímetros de margen.
“Ay, no pegarle que es cristiano”. Carmen Campos termina de esta manera una saeta desde uno de los balcones del Compás de Santo Domingo para el paso que comanda David Martín Santana. Lágrimas y abrazos entre algunos penitentes y acólitos que han visto desde el interior de Santo Domingo la primera levantá del misterio que empezó a andar con la marcha.
Detrás una extensa penitencia y un nutrido grupo de mujeres ataviadas con la mantilla, una de las pocas hermandades donde todavía se lleva a cabo.
El palio tiene un problema al pasar la puerta y es que las flores pueden sufrir un poco. Sin embargo, la pericia de la cuadrilla que lleva José Antonio Moreno consiguió salvarlas. Después de un montaje de maletas y otros elementos del paso, se hizo la primera levantá y el paso inició su andar con la marcha cantada ‘Virgen de las Cigarreras’.
Ya pueden cerrar la fábrica de tabacos que Cigarreras siempre va a ser Cigarreras. Allí, en el hoy Palacio de Congresos. todavía se concentran antiguas trabajadoras de la fábrica de tabaco y es el lugar donde la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, hace entrega de un ramo de flores a la Virgen de la Esperanza.
Caminito
Brillo especial para la Virgen de las Angustias
Con el sol iluminando todavía la Alameda, los hermanos de la cofradía del Caminito daban ya en la calle los últimos retoques al maravilloso paso de la Virgen de las Angustias, cuyo conjunto escultórico brillaba ayer más que nunca tras una restauración tan necesaria como oportuna llevada a cabo por Pilar Morillo y Álvaro Domínguez. El gusto en la colocación de las flores del paso, lirios morados y rosas malvas, también confería una belleza singular al paso, que miraba al mar al comienzo de la calle Isabel la Católica. El cortejo es uno de los más extensos de nuestra Semana Santa, tanto por delante, con las filas de penitentes, como por detrás de la Virgen, con una numerosísima penitencia donde le reza más de medio barrio de San Carlos. Y eso sin contar a los que ya no pueden acompañarlo, y las que ya no pueden asomarse a su puerta para verla pasar por Manuel Rancés, como Paquita La Zapatera, con su sonrisa perpetua, que desde el cielo no se perderá detalle de la procesión de su Virgen. Tanta es la devoción por esta imagen que entre sus hermanos se cuentan incluso gaditanos que llevan décadas viviendo en otros lugares de España, como Manolo Colón, que lleva casi dos décadas viniendo cada año a Cádiz para acompañar a la Virgen con su hijo yaciente desde Barcelona, la ciudad en la que reside, y que incluso ha contagiado su entusiasmo a su familia.
Después de que el capataz, José Luis Pájaro Llamas, ordenara levantar el paso, este se dirigió con el único acompañamiento de cuatro ciriales portados por servidoras de paso hacia la vecina iglesia de las carmelitas, en Argüelles, mientras que la penitencia se incoporó desde la Central Lechera. En su procesionar a paso horquilla llevó la música de la Capilla Musical Nuestra Señora de las Angustias de Sevilla.
Y es que la minúscula capilla del Caminito se ve desbordada estos días por los preparativos de una procesión que ayer tuvo un color especial. Por Manuel Rancés y Beato Diego buscó la salida hacia la calle San Francisco, donde multitud de personas de todas las edades esperaban su paso, el primero del día que recorrió una calle por la que también pasaron, ya de recogida, el resto de hermandades que hicieron ayer su estación de penitencia en la Santa Iglesia Catedral.
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