domingo, 5 de octubre de 2014

NADA ES FÁCIL; POR ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ.

Diario de Cádiz


DE POCO UN TODO

Nada es fácil

ENRIQUE / GARCÍA / MÁIQUEZ / | ACTUALIZADO 05.10.2014 - 01:00
LA sombra de Shakespeare es alargada. Una de sus especialidades eran las vibrantes soflamas políticas para momentos desesperados. Lo cual se ve bien en la obra colectiva Tomás Moro. Lo mejor de ese estupendo drama, que se representará en Chiclana el 31 de octubre y en el Puerto de Santa María el 1 de noviembre, son los parlamentos políticos y son ésos los que en el manuscrito constan como escritos sin duda por Shakespeare. Su excelencia no es una cuestión filológica y punto. En la política inglesa, que nace de una educación empapada de teatro isabelino, los discursos extraordinarios han jugado un papel fundamental. En España, con la prosa de Cervantes, con el pensamiento de Quevedo, con la doctrina de la Escuela de Salamanca podríamos tener un patrimonio igual, pero aquí no lee casi nadie y los políticos menos, fuera del Marca. 

El tono shakesperiano de la política inglesa no ha pasado de moda. Hace unas semanas, en estas páginas, Eduardo Jordá se hacía eco del soberbio mitin de Gordon Brown contra la independencia de Escocia. Jordá lamentaba que nadie en España, y especialmente en la izquierda, a la que pertenece Brown, hiciese un discurso así, donde la apelación al patriotismo y a la historia compartida iba de la mano con las exigencias y la nobleza de la solidaridad y la igualdad. Es un discurso que habría que obligar a ver lo menos tres o cuatro veces seguidas a todos nuestros líderes o aspirantes a serlo. Aunque los bárbaros suelen opinar (con palabras que predican con el ejemplo) que las palabras se las lleva el viento y que no tienen importancia, parece que la intervención de Brown resultó clave para la diferencia a favor de la unidad en el referéndum escocés. 

David Cameron no se ha quedado atrás y ha dado una espléndida arenga en el congreso del partido conservador. No ignora los problemas ni rebaja sus principios; da la cara y no promete la luna; no halaga al público. Nos recuerda con recia retórica: "Nada es fácil. No hay recompensa sin esfuerzo. Ni riqueza sin trabajo. Ni éxito sin sacrificio. Los conservadores lo sabemos y rendimos el honor al pueblo británico de saber que él lo sabe". La emoción que despiertan estas palabras -en línea con las famosas de Winston Churchill- no arranca de un fondo masoquista, sino del esplendor de la verdad: así son las cosas. Qué lástima que para oírlas uno se tenga que ir a Youtube y ponerse a practicar su inglés.

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