1. Legislación
El Ceremonial de los obispos recomienda adornar el altar con flores, sobre todo en las grandes fiestas. Las flores pueden ser artificiales, pero deben estar confeccionadas con un material noble, rico (el Ceremonial habla de seda). Por supuesto que en lo posible se han de utilizar las naturales.[“Vascula cum flosculis frondisbusque odoriferis seu serico contextis studiose ornata adhiberi poterunt.” (Coerem. episc. l.1, cap. XIII, n.12)]
2. Historia
Ya en la “Traditio” se habla de flores que adornan el altar: específicamente de rosas y lirios.[“... sed et aliquoties et flores offerentur; offeratur ergo rosa et lilium, et alia vero non”]
Conforme a la costumbre universal se honraban las tumbas de los mártires con flores. Y era lógico entonces que se colocasen luego flores en los altares en los altares, dentro de los cuales se hallaban reliquias de aquellos.[Prudencio: “Nos tecta fovebimus ossa / violis et fronde frequenti” (Cathemerion X, v. 169)]
San Jerónimo alaba a Nepociano, el cual adornaba diligentemente con flores la iglesia... (Cf. Epist. 60 ad Heliodorum)[“... qui basilicas ecclesiae et martyrum conciliabula diversis floribus et arborum comis vitiumque pampinis adumbrabat”]
Al parecer, en algunos altares antiguos se ven ciertos agujeros en el borde de la mesa, que habrían servido para colocar flores.
3. Simbolismo
Evidentemente el simbolismo del que hablaremos se da en las flores naturales, y secundaria y relativamente en las artificiales.
1. La belleza de las flores fue señalada por el mismo Cristo, al afirmar que ni la pompa de los vestidos reales más hermosos puede comparársele ( El que las había creado, sabía lo que decía...)
2. La flor por su color y aroma agrada los sentidos, y es así un símbolo del gozo espiritual.
El IV Dom. de Cuaresma (‘Laetare’) el papa bendecía una rosa de oro: recitaba plegarias especiales, la ungía con el santo crisma. esparcía sobre ella ciertos agradables aromas, la rociaba con agua bendita y la incensaba. En una de las oraciones pedía a Dios “la alegría y delicias de los fieles, bendecir y santificar esta rosa, tan agradable por su belleza y su perfume, como signo de alegrías espirituales, a fin de que su pueblo, liberado de Babilonia, por la gracia de su Unigénito, tenga desde ahora parte en las alegrías de la Jerusalén celestial. Y como la Iglesia, en honor del nombre divino, manifiesta su alegría por este signo, le conceda una felicidad y piedad verdaderas y perfectas, a fin de que por el fruto de las buenas obras, imite ella el buen aroma de esta flor, la cual, salida de la vara de Jesé, es llamada la flor de la pradera y el lirio de los valles”.
Dice J. Pascher: “Según León IX, la ceremonia es un acto de culto a la santa cruz. Efectivamente, el año 1049 escribe sobre la rosa que suele ser llevada por Nos y por nuestros antecesores: ‘Porque por este tiempo del año se celebra la victoria de N.S.J.C., que padeció en ti ¡ oh santa cruz!, entonces espantosa, ahora deseable y adorable.” (PL 143, 635). Así parece que la rosa papal hubo de nacer de la costumbre que tenía la población romana de ofrecer rosas a la cruz como signo de veneración. Es posible que se trate en el fondo de una costumbre romana de primavera.
Por lo que se refiere a la predicación sobre la rosa, de ella poseemos ejemplos. Así Inocencio III (1198-1216): ‘El día de hoy todo el oficio está lleno de alegría, todo está cargado de felicidad ... , así se ve también claramente por las propiedades de esta flor, que ofrecemos a vuestra vista: Amor en el color, agrado en el perfume, y hartura en el gusto. Y es así que más que otras flores, la rosa alegra por su color, refresca por su perfume, fortalece por su gusto” (PL 217, 393)[En la Edad Media se fabricaban mieles, conservas y ‘aguas de vida’, a partir de las rosas, sobre todo de Provins.] (Pascher, “El año litúrgico, p.94-95)
3. Las flores nos representan: así como la flor crece bajo los rayos del sol, necesita de él, así también el cristiano vive de la Sagrada Eucaristía. Las flores, una junto a otra, en torno del sagrario, representan la comunidad orante, ansiosa de alabar a Cristo. Cada flor necesita del agua para vivir, como el cristiano necesita de la gracia, “el agua que salta hasta la vida”; y de ser por el ejercicio de las buenas obras “el buen olor de Cristo”.
“Una voz dice: Escuchadme, vosotros que sois prosapia de Dios, y brotad como rosales, plantados junto a las corrientes de las aguas. Esparcid suaves olores, como el Líbano. Floreced como azucenas; despedid fragancia, y echad graciosas ramas; entonad cánticos de alabanza, y bendecid al Señor en sus obras” (Eclo. 39, 17-18)
4. Hay flores que son símbolos tradicionales en el arte cristiano: la rosa, el lirio, la azucena, etc.
La rosa es la ‘flor de las flores’.[Strabon, Hortulus ad Grimaldum, PL . 114, col. 1123] De ella dice Leclerq: “La rosa ha sido la flor más alabada y admirada por los antiguos y los testimonios de ello son tan variados, tan entusiastas que se ha podido consagrar todo un libro a su historia, en la Antigüedad y en la Edad Media; en Oriente y en Occidente”. (DACL, t. 15, 1, col, 9-14)
Los Padres de la Iglesia hablan de ella: San Gregorio de Tours (Hist. Franc. VI, c.44), Fortunato de Poitiers (Carm. 6,8); San Isidoro de Sevilla (Etim. 17, c.9, n.17)
La rosa simboliza:
a- El martirio: por su rojo sangre.[Cf.: San Cipriano, Ad Mart. 1,8; De opere, et eleemosynis, c.26; San Jerónimo, Ep. ad Eust. 108, 31; Ep. ad Rust., 125, 2; Prudencio, Himno de Epifanía (12, v. 125-128)]
Más aun, simboliza al Rey de los mártires, su Pasión, sus llagas, y su Sagrado Corazón.
Al respecto dice San Buenaventura, en su obra “Vitis mystica”:
“En el benignísimo Jesús, nuestra Vid, florece la rosa bermeja y encendida. Bermeja de la sangre de la pasión, encendida por el fuego de la caridad, aljofarada con las lágrimas del dulce Jesús ...” (c.15)
“Así como la rosa, cerrada con el hielo de la noche, cuando el sol naciente hiere con sus rayos ábrese toda y los pétalos desplegados muestran en su púrpura un cierto ardor apacible; así también la deliciosa flor del cielo, el óptimo Jesús, que desde el pecado del primer hombre estaba como cerrada del frío nocturno, y no suministraba a los pecadores plenitud de gracia, al venir, en fin, la plenitud de los tiempos (Gal. 4,4), encendida con los rayos de ardorosa caridad, se abrió toda de par en par, y la llama de la rosa de amor resplandeció en la púrpura viva de su sangre.”
“ Ya ves cómo floreció en Jesús esta flor de rosa. Mira todo su cuerpo; ¿dónde no hallarás flor de rosa? Mira una mano, mira la otra, mira los pies: ¿no ves flores de rosa? (c. 23)
b- Se la vincula con el Paraíso celestial, es decir, evoca las dichas eternas. P.ej: Prudencio: “Allí emite toda la tierra suavísimo perfume de las purpúreas rosas ... “ (Cath. 5, v. 113-114); Fortunato: “Floribus aeternis oculos rosa, lilia pascunt” (De Virginitate, l.8, v. 29-30)
c- María: flor predilecta en el paraíso de la Iglesia; la más bella, la más perfumada de virtudes; su corona es el Rosario ...
* La rosa aparece ya en las catacumbas: en el cementerio de San Ponciano, se ve el bautismo de Cristo, y al lado la cruz en medio de rosas; en la cripta de Lucina, en San Calixto, se ve un árbol, pájaros, y un campo sembrado de rosas; en la cripta de Santa Cecilia, el Papa Urbano, aparece representado en medio de rosas.
* Finalmente diremos que para los antiguos los derivados de la rosa tenían propiedades curativas o mágicas; p.ej: contra la ebriedad, para calmar dolores de cabeza, etc. (desde Plinio el Anciano hasta santa Hildegarda). Se hacían vinos, vinagres, mieles, etc.
Y qué símbolo más hermoso que los girasoles en nuestros campos: cómo no ver en esas flores que miran siempre al sol una imagen de los cristianos que viven en la dependencia de Cristo, sol de justicia; que lo contemplan para copiarlo, pues cada girasol parece un sol vegetal.
Finalmente, las flores nos deben hacer recordar lo efímero de nuestras vidas, y cómo deben terminar: a los pies de Cristo. (La Virgen dijo a Lucía en una de sus apariciones que aquel que sea fiel devoto de su Inmaculado Corazón será puesto como flor escogida, cerca del trono divino).
Las flores y la vida del hombre, Pedro Calderón de la Barca
Estas que fueron pompa y alegría,
despertando al albor de la mañana,
a la tarde serán lástima vana,
durmiendo en brazos de la noche fría.
Este matiz que al cielo desafía,
iris listado de oro, nieve y grana,
será escarmiento de la vida humana:
¡tanto se emprende en término de un día!
A florecer las rosas madrugaron,
y para envejecerse florecieron:
cuna y sepulcro en un botón hallaron.
Tales los hombres sus fortunas vieron;
en un día nacieron y expiraron;
que, pasados los siglos, horas fueron.
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