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CONCEDE UNA ENTREVISTA AL DIARIO ABC
El cardenal Cañizares asegura que el Papa no ha renunciado para esquivar los problemas de la Iglesia
El cardenal Antonio Cañizares, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, ha concedido una entrevista al diario Abc en la que explica que Benedicto XVI no dio ningún indicio de que fuera a tomar la decisión de renunciar al papado. «Lo que sí vemos en este gesto es su gran humildad, su coherencia, su amor a la Iglesia, y su gran fe. No ha anunciado su renuncia por huir o para esquivar problemas; no es de esos hombres que se arredre ante los problemas», asegura el prelado.
(Laura Daniele/Abc) El cardenal Antonio Cañizares (Utiel, 1945) es de los pocos purpurados españoles que ocupan un alto cargo dentro de la Curia romana. Desde diciembre de 2008 es responsable de uno de los dicasterios prioritarios para Benedicto XVI, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
Fue el propio Santo Padre quien le convocó para estar al frente de este dicasterio encargado de velar por la dignidad de la Liturgia y la correcta administración de los sacramentos. El Santo Padre conoció al cardenal español en 1995 cuando coincidieron en la Congregación para la Doctrina de la Fe, de la que Cañizares sigue siendo miembro. En 2006, Benedicto XVI le creó cardenal.
Dentro de un par de semanas, cuando el decano del Colegio Cardenalicio, cardenal Angelo Sodano, convoque el Cónclave –una vez que Benedicto haga efectiva el próximo 28 de febrero a las ocho de la noche su renuncia a la sede petrina– el cardenal Cañizares será uno de los cinco purpurados españoles con derecho a voto para elegir al próximo Papa.
Será su primer cónclave y, según explica en esta entrevista concedida a ABC, estos días previos se prepara «con la oración, con mucha serenidad de ánimo y con la entera confianza» de quien está firmemente convencido de que es «Dios quien lleva la Iglesia y no la deja nunca en la estacada».
–¿Le sorprendió el anuncio de Benedicto XVI?
Mucho, no lo esperaba en absoluto.
–¿En todo este tiempo de trabajo en la Curia Vaticana percibió algún indicio de que el Santo Padre pudiera tomar esta decisión?
No había dado ningún indicio. Es verdad que esa posibilidad existía y que, dada la manera de ser y de pensar, era una probabilidad. El mismo ya se había expresado sobre esta posibilidad en su libro-entrevista «Luz del mundo».
–¿Qué mensaje transmite Benedicto XVI con este gesto? ¿Qué implicaciones cree usted puede tener para el futuro de la Iglesia?
En su intención no creo que haya ningún mensaje. Lo que sí vemos en este gesto es su gran humildad, su coherencia, su amor a la Iglesia, y su gran fe. No ha anunciado su renuncia por huir o para esquivar problemas; no es de esos hombres que se arredre ante los problemas. Pero sí es de los que siempre han actuado con grandísimo sentido de responsabilidad y de servicio. Ha visto que no tenía las fuerzas necesarias para llevar a cabo lo que exige hoy el gobierno y la misión evangelizadora de la Iglesia, y, con entera libertad, ha dejado paso a que se elija otro que con el vigor adecuado afronte los cometidos del Sucesor de Pedro en los momentos actuales, que, sin duda, dentro y fuera de la Iglesia reclaman un gran vigor físico y espiritual. Ha dado un verdadero ejemplo de santidad, de humildad, de servicio, de confianza en Dios que es quien lleva a la Iglesia y no la deja en la estacada.
–¿Cómo se encuentra el Santo Padre a sus 85 años de edad? ¿Hace mucho que no le ve?
Hace tan sólo quince días; estuve con él en audiencia privada, y lo encontré muy bien, tan lúcido, tan afable, tan acogedor y cercano como siempre; no vi en él ni un asomo de cansancio. Es normal que una persona de 85 años tenga las fuerzas más debilitadas; los años no pasan en balde; pero su lucidez, su sabiduría, su sentido de discernimiento está muy vivo.
–¿Cree que el escándalo de Vatileaks pudo haber influido en su renuncia?
No sé qué es lo que habrá influido. No puedo hacer ninguna conjetura. Ese asunto le hace daño a cualquiera, pero desconozco lo que hay dentro, y lo que pueda incidir en decisiones de tan gran importancia como la adoptada por el Santo Padre. En sus palabras a los cardenales no se dejaba adivinar nada de eso, sino solo dejaba trasparentar una decisión tomada por un hombre de fe, de gran amor a la Iglesia, que solo busca la voluntad de Dios y hacer bien a la Iglesia para que lleve a cabo su gran misión de llevar el Evangelio a todos los hombres.
–¿Cómo cree que será recordado el Pontificado de Benedicto XVI?
Como el Papa de lo esencial, el que nos ha enseñado una y otra vez, con hechos y palabras, la prioridad de Dios por encima de todo, el que nos ha confirmado a todos en la verdad de la fe y en la fidelidad a Jesucristo; el que nos ha animado a seguir el camino de la fe, con la mirada puesta en Jesús, iniciador y consumador de nuestra fe, sin retirarnos.
–El nuevo Papa tendrá que vivir con Benedicto XVI en el Vaticano. ¿Cómo cree que será esa relación que no tiene precedentes en la historia reciente de la Iglesia?
La desconozco, como todos lo desconocen, porque es una situación inédita. Pero, sin duda, será, por parte de Benedicto XVI de exquisito respeto, de silencio, de ayuda con su oración, con el sacrificio de una vida oculta, escondida con Cristo en Dios.
–¿Qué Papa necesita la Iglesia hoy?
Que sea un hombre de fe, un amigo fuerte de Dios, un hombre de oración y de adoración, que ame mucho a la Iglesia y se entregue a ella, valore muchísimo la liturgia, un pastor que dé su vida por todos, que promueva y profundice en la renovación querida por el Concilio Vaticano II, que siga las huellas de sus antecesores, que impulse decididamente la nueva evangelización que es el mejor servicio de caridad que se puede ofrecer a los hombres de hoy para que los hombres crean, que es la clave y el futuro de una humanidad nueva y con esperanza. Un Papa sencillo y valiente para no echarse atrás en los duros trabajos del Evangelio.
–¿Cómo se prepara un cardenal para ejercer una responsabilidad tan especial como es la elección de un Papa?
Con mucha oración, estudio, discernimiento y disponibilidad para escuchar lo que el Espíritu dice hoy a la Iglesia y hacer la voluntad de Dios, lo que Dios quiere; con sencillez y serenidad de ánimo y con la entera confianza de quien cree firmemente que en la barca de Pedro está el Señor y no se baja de la barca.
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