No sé que tiene el día de la Inmaculada pero siempre es especial y extraordinario. Siempre es distinto y siempre igual de bueno, lleno de vivencias. Los sentimientos este día explotan en todos los sentidos y hace que cada hora del mismo se disfrute pausadamente, a pesar de que pasan una rapidez inusitada.
Cada uno tendrá su historia y yo voy a contar la mía. La historia de este día 8 de Diciembre de 2011.
Empiezo el día muy temprano, precisamente escribiendo en este blog, después de desayunar y vestirnos para la ocasión y según mandan los cánones nos dirigimos a Cádiz pues a las once de la mañana estamos convocados al Capítulo General de la Inmaculada de la Real y Benemérita Institución de los Caballeros Hospitalarios de San Juan Bautista. Debo decir que este es mi primer Capítulo después de mi ingreso como Caballero Hospitalario el pasado mes de Junio. Ha sido diferente pero extraordinariamente solemne como la festividad a celebrar. En el mismo han realizado su ingreso tres nuevos Caballeros Hospitalarios. Tras hora y cuarto de ceremonia ha culminado el Capítulo con el canto de la Salve Regina en honor y gloria de la Inmaculada Concepción de María.
Tras la celebración religiosa nos hemos ido, Hetepheres y yo, a ver a mi madre y casualmente también estaba mi hermana a la que hemos podido felicitar por su onomástica.
A las dos de la tarde, una vez que he realizado el cambio de chaqué a traje de chaqueta, nos volvimos a reunir las Damas y Caballeros Hospitalarios en un Almuerzo de Hermandad en el Restaurante "El Balandro" en Cádiz. ¡Qué bien nos lo hemos pasado! ¡Qué nos hemos reído! ¡Qué bien hemos comido! ¡Qué bien estaba todo organizado!
Estuvimos sentado con unos compañeros de mesa extraordinarios: El Iltmo. Sr. D. Francisco Fernández-Portillo y Alcaraz, D. Rafael Melgar Fernández, D. José Luís Sancho Pedreño junto a sus esposas. He querido darle el tratamiento formal y ceremonioso que tienen, pero en definitiva estuvimos sentados a la mesa charlando, riéndonos y almorzando de lujo con; Paco, Rafa, José Luís y sus queridísimas esposas. Antes en las copas de bienvenida lo hicimos con Jacobo Súnico, Paco y Carmiña y un sin fín de buenos amigos y hermanos hospitalarios. Hemos asistido a un verdadero ALMUERZO DE HERMANDAD.
Quiero felicitar a José Luís Sancho porque se ha notado su mano en el difícil y muchas veces ingrato campo del protocolo y ceremonial. Sabes, amigo José Luís, que valoro y te valoro en la medida que mereces.
Cuando terminamos el, antedicho, almuerzo tras brindar por S.M. el Rey nos dirigimos a San Fernando pues nos estaba esperando la Virgen de la Amargura, que hoy estaba expuesta en Besamanos, en la Iglesia del Santo Cristo. Si os digo la verdad ya mi corazón latía de otra forma porque sabía que se acercaba la hora de encontrarme con la Madre. ¡Qué guapa estabas en tu Altar! ¡Qué grandiosa belleza que lo iluminaba todo! En tus ojos, María, vi reflejados los de las personas que han hecho que brilles como nunca, como hacía tanto años: ¡Gracias! ¡Gracias Domi, José Carlos, Rafa, Mario, Aurori, Joselito! Vuestro corazón generoso no pasa desapercibido a los ojos de Dios Padre.
Allí frente a Ella pasó toda mi vida porque toda mi vida la he pasado junto a Ella. Y allí estaban los amigos de siempre; Pepe Macías, Quin Fernández, Domi, José Carlos, Mario, Rafa, Mª Ángeles, Manolito Muñoz, Vicente Franco, la Hermandad del Prendimiento, a la que tanto quiero, corporativamente con su Hermano Mayor a la cabeza que otro año más viene a rendirse a las plantas de María Santísima de la Amargura en señal de los lazos de Hermandad que siempre han habido y seguirán existiendo.
Han pasado las horas muy rápidas, vividas desde la más profunda de las intensidades, como siempre me sucede con el día de la Inmaculada Concepción.
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