jueves, 15 de marzo de 2018

CALLE TEÓFILA; POR ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ



Se discute si José María González, Kichi, le pondrá o no calle a Teófila Martínez. Cuando el alcalde profetizaba que la rotonda de entrada del segundo puente iba a ser un caos circulatorio, yo le propuse que, habiendo sido un empeño personal de Teófila, le pusiera el nombre de la alcaldesa saliente. Habría sido una jugada maquiavélica: reconocer a su predecesora y justo en el puente que ella se había empeñado en construir, como un súper homenaje, sí, ya, ya, pero señalándola, como quien no quiere la cosa, en dónde se iban a dar todos los problemas circulatorios. Pero Kichi no me escuchó. O porque no es muy maquiavélico o porque ya sabía él que no iba a ser ese caos que (¿maquiavélico?) profetizaba.

Ahora se le vuelve a plantear lo de la calle. Yo aconsejaría al alcalde que le pusiese la calle, la avenida, la plaza, el parque, el puente, lo que sea. Honrando a Teófila, él tiene mucho más que ganar que Teófila. Primero, porque quedaría la mar de elegante, que no ha de venirle mal. Segundo, porque recogería, como quien no quiere la cosa, el agradecimiento de los votantes del contrario y del partido de la oposición. Tercero, porque disiparía la sospecha de que lo de la memoria histórica y el nomenclátor es una jugada refleja de simple política actual. Y cuarto, porque la dejaría botando para que dentro de unos cuantos años unos sucesores ideológicos suyos tengan algún nombre de calle que quitar. Al ritmo que van, las fuerzas progresistas del futuro se quedarán sin margen para demostrar su compromiso con el progreso y eso cambiando nombres de calles. 

A Teófila le vendría mejor quedarse sin calle. ¿Conocen el poema de Miguel d'Ors donde enumera un montón de buenas razones para desear que no le pongan una calle? Que acabarán quitándosela es una y quiere ahorrarle trabajos de ida y vuelta a los ilustrísimos, pero hay más: "Quién sabe/ dónde iría a parar mi pobre nombre./ No iba a estar mi recuerdo mosqueado/ si le plantan al lado un puticlub,/ una herriko taberna o hasta puede que un banco". He de mandárselo a Teófila. Ella, además, tendría que sumar el agradecimiento a Kichi, que le habría cogido la vez de los detalles y las buenas maneras.

Mientras Teófila no tenga calle, será como si su nombre flotase a la redonda por todo el callejero de la ciudad en la que tantas huellas dejó su gestión. En cuanto le pusieran una, ceñirían su espíritu a una placa y una línea recta.

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