domingo, 18 de marzo de 2018

ALBERTO CAVILLA; POR ENRIQUE MONTIEL



Antes de conocerlo personalmente, años 80, alguien me dijo de él que era el "mirlo blanco" del PSOE para la Alcaldía de San Fernando, bien agarrada por los andalucistas de Antonio Moreno. Lo conocí en los primeros 90, como jefe de personal, o de Recursos Humanos, de Bazán. Era muy simpático y persona agradable, sociable, muy inteligente. Era el hombre entre la dirección y los sindicatos en un entorno laboral complejo y, muchas veces, muy complicado. Digo que todavía se vivía en el maremoto de la reconversión laboral que hizo Felipe González por exigencia del guión europeo. Nuestra Bazán vivía en un ¡ay!, lo cual que necesitaba de todos los esfuerzos y todas las ayudas. Este Diario se la ofreció generosamente. Digo que daba todas las noticias buenas del astillero, alentaba cualquier iniciativa favorable. Puedo decirlo porque yo era entonces el delegado de esta casa en San Fernando, Chiclana y Puerto Real. Durante ese tiempo se hicieron los ferrys de aluminio, se desarrollaron tecnologías imprescindibles y, en general, el director de entonces, Manuel Pérez, un ingeniero de Cartagena, dinamizó el astillero como pocas veces.

Alberto Cavilla fue ascendido a Madrid, tiempo después. Había pasado por Ferrol, Cartagena… Por lo que entendí, su buen trabajo lo propulsó a más responsabilidades dentro de un organigrama directivo y empresarial tortuoso, digo demasiado interpenetrado de "política" en el sentido más despreciable de la palabra. 

Muy vinculado afectivamente a San Fernando, cuando venía, muchas veces, nos veíamos en un clima verdadero de afectividad mutua y amistad. Y una noche de hace unos meses vi un número en la memoria de mi teléfono móvil que me había llamado varias veces. No sabía que era el de Alberto. Llamé a ese número y entonces tuve noticias de algo inesperado y, de verdad, sorprendente. El jefe de Recursos Humanos o yo qué sé cuántas cosas me había llamado desde Madrid para informarme de que había escrito una novela y que quería que yo se la presentara en San Fernando. ¿Una novela? Sí, había oído bien. Alberto Cavilla había escrito y publicado, o iba a publicar, una novela y quería traerla a La Isla y que yo se la presentara. Me guardé todas las reservas que me asaltan cuando alguien me dice que quiere escribir o ha escrito una novela, que es una tarea ardua de verdad. Pues bien, hace unos días me llegó Construcción 212, la novela de Alberto. Todavía estoy bajo la sorpresa que me ha causado su lectura. Es la novela de un astillero español, resultado de la superposición de todos los astilleros de España. Y la historia del microcosmos que es un astillero. Nuestra historia de San Fernando, de ese período difícil, está en la novela de Alberto Cavilla. Un gran trabajo, una muy buena síntesis y, sobre todo, pura literatura. Vargas Llosa diría que una vez más se cumple el mandamiento: la verdad de las mentiras. Ha sido capaz este abogado experto en Recursos Humanos de dar cima a una obra en extremo interesante.

En el Molino de Mareas, ante la memoria viva de la Bazán, que quiso acompañar a Alberto, tuve el privilegio de presentarla. Se la recomiendo. Construcción 212.

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