Lunes de Pasión y los ecos del Pregón se mantienen frescos en nuestra memoria.
Lunes de Pasión y también del Bendito Patrón San José.
Y en este cofradiero Lunes de Pasión quiero dedicar mi artículo de que hoy ha salido publicado en "Información San Fernando" a un eterno olvidado a pesar de prestar grandes servicios a todos los oradores.
Sí, le dedico mi artículo al atril que me sirve como puente para hacerlo, a mí manera, a nuestro Pregonero.
Jesús Rodríguez Arias
AL
ATRIL
Sí, nadie se acuerda de ti
aunque año tras año cumples tu función, tu misión, con inamovible lealtad. Sí,
viejo atril hoy te ofrezco mi particular homenaje pues eres soporte de escritos
hechos palabras, de palabras que se convierten en algo vivo hasta que se
enmudecen, se callan para siempre para que pasen a formar parte de nuestros
recuerdos, vivencias, momentos…
Sí, querido amigo, eres
imprescindible para todos los que alguna vez nos hemos puesto frente al mundo
para elevar ese mensaje que queríamos dar, esos sentimientos a recordar, esa Fe
que entregar y regalar pues bien sabemos que lo dado gratis debe entregarse con
gratuidad.
Ese atril que no solo es
soportal de páginas escritas en limpio papel o con algún tachón por medio. Ese
atril que también ha sido báculo de nuestros miedos, nuestro respeto, cuando
creemos pensar que las mismas fuerzas perdemos ante el inmenso peso de declamar
opiniones, pensamientos, vivencias y tantos momentos que forman parte de
nuestros propios recuerdos.
Atril que has aguantado
estoicamente conferencias, presentaciones, esa exaltación y también pregones.
Ese que nota nuestro calor, las manos sudadas, ese temblor primero o la
satisfacción de ir acabando camino. Ese que es depositario de nuestras
ilusiones, algún quebranto y la saliva que sale cuando en voz alta hablamos.
El mismo que cuando todo se
acaba y se apagan las luces, cuando todos aplauden se hace invisible pues su
misión ya terminó. El protagonista deja de ser la palabra, los folios, el
respeto, y deja paso a la alegría de misión cumplida. El del orador porque ha
finalizado con éxito y la del atril porque ha hecho lo que se le ha pedido,
para lo que estaba predestinado.
¿Y me preguntáis el por qué
rindo homenaje a quién nos presta un momento si y otro también tanta ayuda, nos
calma, nos sosiega, con solo sujetarlo con fuerza desde lo más adentro?
El atril que hoy más me
acuerdo es el que ha sido bastón de nuestro Pregonero, al cual se ha sujetado y
entre palabras, entre versos, ha anunciado una nueva Semana Santa que siempre
es la misma porque se conmemora lo que Jesús por nosotros ha hecho y siempre es
distinta como cada instante, cada momento.
¡Bendito atril que sujetó al
Pregonero y al Pregón! ¡Bendito atril que se acomodó a lo que decía su
garganta! ¡Bendito atril que apoyó como báculo a nuestro pregonero y antes a su
presentador! ¡Bendito seas siempre atril por ser el que acogió en palabra y
texto la Semana Santa de nuestra bendita Isla desde ese primer momento!
Con este particular homenaje
al atril también lo quiero hacer a mi hermano en la Fe Juan José Castiñeiras
Bustillo el cual tuvo el inmenso honor de exaltar ayer domingo en las tablas
del Real e histórico Teatro de las Cortes nuestra Semana Mayor que empieza con
Jesús sentado en majestad sobre una borriquita que sale de una Capilla coqueta
e íntima como es la de La Salle y termina en pleno Barrio del Parque, en la
Iglesia de San José Artesano, cuando la Resurrección de Cristo salido de la
mente y genialidad de nuestro siempre admirado, siempre querido, Alfonso
Berraquero, se vuelva a recoger a primeras horas de la tarde de cada Domingo de
Resurrección. Una semana para contar al resto del mundo como se vive la Pasión,
Muerte y Resurrección de Cristo según San Fernando siendo este año su
particular “evangelista” nuestro hermano y cofrade, Juan José Castiñeiras
Bustillo.
Debo reconocerte querido
amigo, hermano, que con los años y la propia vida me he ido alejando de todo
protagonismo estéril, de toda fanfarria innecesaria, de todo foco de atención
que me causa a estas alturas cierta alergia. Me siento identificado con ese
atril, el que ha sido el soportal de tu pregón, que cuando termina su misión no
dice nada y se va.
Por eso te agradezco tu sencillez, tu humildad, tu verdad,
tu Pregón…
Bendito Patrón San José: ¡¡
Ruega por nosotros!!
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