viernes, 12 de enero de 2018

EVANGELIO DEL DÍA Y MEDITACIÓN

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Primera lectura

Lectura del primer libro de Samuel (8,4-7.10-22a):

En aquellos dias, los ancianos de Israel se reunieron y fueron a entrevistarse con Samuel en Ramá.
Le dijeron: «Mira, tú eres ya viejo, y tus hijos no se comportan como tú. Nómbranos un rey que nos gobierne, como se hace en todas las naciones.»
A Samuel le disgustó que le pidieran ser gobernados por un rey, y se puso a orar al Señor.
El Señor le respondió: «Haz caso al pueblo en todo lo que te pidan. No te rechazan a ti, sino a mí; no me quieren por rey.»
Samuel comunicó la palabra del Señor a la gente que le pedía un rey: «Éstos son los derechos del rey que os regirá: a vuestros hijos los llevará para enrolarlos en sus destacamentos de carros y caballería, y para que vayan delante de su carroza; los empleará como jefes y oficiales en su ejército, como aradores de sus campos y segadores de su cosecha, como fabricantes de armamento y de pertrechos para sus carros. A vuestras hijas se las llevará como perfumistas, cocineras y reposteras. Vuestros campos, viñas y los mejores olivares os los quitará para dárselos a sus ministros. De vuestro grano y vuestras viñas os exigirá diezmos, para dárselos a sus funcionarios y ministros. A vuestros criados y criadas, vuestros mejores burros y bueyes, se los llevará para usarlos en su hacienda. De vuestros rebaños os exigirá diezmos. Y vosotros mismos seréis sus esclavos. Entonces gritaréis contra el rey que os elegisteis, pero Dios no os responderá.»
El pueblo no quiso hacer caso a Samuel, e insistió: «No importa. ¡Queremos un rey! Así seremos nosotros como los demás pueblos. Que nuestro rey nos gobierne y salga al frente de nosotros a luchar en la guerra.»
Samuel oyó lo que pedía el pueblo y se lo comunicó al Señor.
El Señor le respondió: «Hazles caso y nómbrales un rey.»

Salmo

Sal 88,16-17.18-19 R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo. R/.

Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo
y el Santo de Israel nuestro rey. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Marcos 2,1-12

Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les proponía la palabra. Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico.
Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados quedan perdonados.»
Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: «Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?»
Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo: «¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico "tus pecados quedan perdonados" o decirle "levántate, coge la camilla y echa a andar"? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados...»
Entonces le dijo al paralítico: «Contigo hablo: Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa.»
Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto una cosa igual.»

Reflexión del Evangelio de hoy

No me quieren por rey 

A juicio de los ancianos, el pueblo de Israel parece no tener remedio: acumulan infidelidades y, además, se ven inferiores a los pueblos vecinos por estar éstos regidos por un rey, cosa que piden a Samuel. Éste no disimula su disgusto ante tal petición, pues entiende que rechazan las principales señas de identidad del pueblo elegido, cuyo único rey es el Señor. El profeta lo entiende como un claro rechazo de su Señor. El texto manifiesta que Dios no se disgustó tanto como Samuel, si bien le indica a éste que se preparen los israelitas para lo que les va a venir cuando el rey que solicitan les exija servicios y trabajos que no serán de su agrado, amén de los diezmos y tierras que reclamará para él y su aparato gobernante, detalle siempre oneroso. Sólo se indican los aspectos negativos de la petición, si bien es cierto que la institución monárquica tuvo momentos de esplendor, en particular con Salomón, cuya labor reconoce la literatura bíblica sapiencial. Como toda institución humana, la monarquía en Israel presentó pros y contras, pero el hecho de saberse pueblo elegido de Dios, su rey, añade una peculiar tensión a este momento de Samuel. No obstante, y es lo importante, Dios accede a las demandas de su pueblo y no se dispensa de sacar adelante su plan de salvación a través de la modalidad histórica de la monarquía. 

Viendo la fe que tenían

Todo sufrimiento, cualquiera sea su índole, es rechazado por Jesús de Nazaret, el corporal y el espiritual, el físico y el psíquico. Lo declara malo sin reservas y bien patente queda en los relatos evangélicos que no desea el sufrimiento de nadie. Su misión es trasladarnos el mucho amor que Dios nos tiene a todos, sobrada razón para que nunca se muestre insensible a nuestro dolor. Su vida entre nosotros se vaciará para que sea, en efecto, Buena Noticia que desactive los desgarros del sufrir humano. Compasión efectiva, eficaz misericordia que llega tanto a la piel del hombre cual caricia curativa como al adentro del corazón como perdón restaurador. Y esto vieron, o creyeron, los cuatro paisanos que llevaban la camilla del paralítico: el Maestro de Galilea busca siempre el bien, que el mal desaparezca de nuestras pantallas, que el dolor no rebaje ni una pizca el gran regalo de nuestra humanidad, diseñada a imagen y semejanza del Creador. Que el dolor, cualquiera éste sea, no nos deshumanice; por eso, sana y bendice, cura y perdona al tiempo. Si no sabe a forzar el texto de hoy, es la fe de los camilleros, nunca la de los maestros de la ley, la que nos faculta para disfrutar del bálsamo restaurador de Jesús de Nazaret y dar gloria a Dios en el día a día de nuestra vida compartida, siempre sensible al dolor del hermano.
A la luz de esta página evangélica ¿la comunidad revisa su postura ante el dolor y el pecado de nuestros semejantes?
Fr. Jesús Duque O.P.
Convento de Santo Domingo de Scala-Coeli (Córdoba)

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