Mal sabor de boca por los miles de catalanes que están sufriendo en sus carnes los virulentos ataques de unos descerebrados. Mal sabor de boca por los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que están siendo atacados por todos los flancos por mantener la ley y el orden ante la mirada de los Mossos que por indicación de sus mandatarios se tocan la "gorra".
Mal sabor de boca por la participación activa a favor de los independentistas de parte del Clero catalán.
Sí, mal sabor de boca...
Y este es el artículo que hoy ha publicado INFORMACIÓN SAN FERNANDO en el apartado que dirige y coordina mi buen hermano Pepe Moreno Fraile. El escribirlo me ha suavizado un poco este mal sabor de boca así como el ver los miles de catalanes que hoy han salido a la calle para defender a España.
Jesús Rodríguez Arias
MAL
SABOR DE BOCA
Ha pasado el tiempo y la
situación está como está tanto en Cataluña como en el resto de España. La
realidad socio-política es la que es y tendrá que pasar muchos años incluso
décadas para que la relación, visión y comportamiento sea lo más “normal”
posible.
He esperado unos días para
escribir este artículo porque es bueno enfriar sentimientos y sobre todo los
ánimos pues se ha tensionado todo al mil por cien y no es que solamente haya
estallado una crisis en lo eminentemente político sino que ha producido también
una llaga entre todos los españoles pues en este tiempo con más incertidumbres
que certezas nos hemos encontrados indefensos, solos, angustiados y ciertamente
proclives a la misma desesperanza. Todo esto, debo reconocerlo, me ha
ocasionado un mal sabor de boca.
Mal sabor de boca el ver como unos
fanáticos agredían con impiedad a nuestros Policías y Guardias Civiles
desplegados en la Cataluña del 1-O, que han sido tratados peor que las
pestilentes ratas cuyo hábitat natural son las emponzoñadas cañerías. Mal sabor
de boca viendo a políticos de distinto pelaje señalando a los Cuerpos y Fuerzas
de Seguridad del Estado en vez de ponerse junto a ellos. No se puede vivir
constantemente de perfil ante todo lo que suceda en España, sin señalarse,
permaneciendo en esa ambigüedad llena de desconfianza en la que
“estrategicamente” están situados.
Mal sabor de boca ante un
Gobierno de España al que le está costando arrancar. Mal sabor con la mayoría
de los representantes políticos ante su propia indefinición ante unos de los
momentos más críticos que ha vivido España en las últimas décadas.
Mal sabor de boca con la misma
Iglesia, sí con la catalana, al ver como todo un señor obispo como el de
Solsona, Monseñor Novell, votaba el domingo 1 de octubre en esa ilegalidad
manifiesta como ha sido el referéndum revestido con alzacuellos y cruz
pectoral. Mal sabor de boca el leer su opinión en la web oficial de su
episcopado poniendo a parir a los miembros de la Guardia Civil y Policía
Nacional que ese día actuaron en defensa de la legalidad y del orden constitucional
que nos une a todos los españoles a los cuales llegó a acusar de “guerrilla policial”
en el que hizo apología del independentismo catalán. Si, Monseñor Novell me ha
dejado un inmenso y amargo mal sabor de boca pues viéndole y leyéndole se me ha
venido a la memoria el Obispo Setién, de triste recuerdo, que prefirió siempre
a los terroristas de ETA que a las víctimas de tan perniciosa panda de
asesinos.
Muy mal sabor de boca cuando
he visto con mis propios ojos Iglesias donde se estaban celebrando un acto
litúrgico y a la vez haciendo un escrutinio de los votos en lo que es una
auténtica profanación consentida por el sacerdote que no debe saber eso que nos
dijo Jesús de que a Dios hay que dar lo que es de Dios y al César lo que es del
César. No me quiero ni imaginar el desgarro que habrán sentido tantos católicos
catalanes que se sienten españoles y no apoyan esta memez tan estudiada de la
independencia los cuales han sido heridos en sus más profundos sentimientos
religiosos por quienes siendo pastores de almas se han convertido de ideas,
excluyentes ideas.
Pienso que ante la gravedad de
los hechos tendrá que actuar, de una vez por todas, tanto la Conferencia
Episcopal Española como la Santa Sede pues cuando el pastor se distrae hay que
reconducirlo hacia el redil que debe cuidar donde todos son iguales y por todos
se da la vida sean independentistas o difieran de tan radicales pensamientos.
Sí, termina una semana con un
mal sabor de boca donde se ha vivido una crispación de gran magnitud en todos
los rincones de este terruño llamado España.
Pienso que hay que rezar mucho
por España y también por los españoles porque no es fácil el serlo en una
sociedad tan desarraigada como la que tenemos. Encomendemos nuestras plegarias
a la Santísima Virgen del Rosario, que ayer conmemoramos su día, para interceda
por todos nosotros también por esta bendita Isla que supo defender con
valentía, sudor, sangre y lágrimas una Nación llamada España.
Jesús Rodríguez Arias
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