miércoles, 11 de octubre de 2017

"LA ALEGRÍA ES UNA FORMA DE APOSTOLADO"





El cardenal Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila y presidente de Cáritas Internationalis, visita con su familia el pueblo cántabro del que procede su apellido
¿Un cardenal filipino de antepasados chinos con raíces cántabras? Tagle, un pueblo de apenas 450 habitantes, se volcó en la acogida del arzobispo de Manila, acompañado por sus padres, su hermano Manuel y otra veintena de familiares, entre cuñados y sobrinos. Con algo de retraso (su maleta se había extraviado al venir de Lourdes), hacía entrada en el pueblo en la tarde del sábado una alta personalidad del que «se dice por ahí» que podría ser el próximo Papa, contaba una vecina. Lo que encontró la gente fue a «un hombre de Dios», a un obispo extremadamente sencillo y siempre sonriente que «va dejando a su paso un rastro de paz y buen humor», según las impresiones recogidas por el párroco, Baldomero Maza. Mientras el cardenal de Manila conversaba con un grupo de niños, en un castellano cada día más fluido, su madre, Milagros (Mila), bromeaba sobre sus orígenes asiáticos, llevándose las manos a los ojos para acentuar sus rasgos chinos.
Con la ayuda de su amigo el cardenal Carlos Osoro, Maza convenció a Luis Antonio Tagle para animarse a visitar Cantabria. Un sacerdote ya fallecido de la localidad, José Luis Saiz, escribió un libro sobre los orígenes del pueblo. El párroco se lo envió a Tagle, junto a estudios genealógicos que podrían emparentarlo con un antiguo gobernador español en Filipinas. A don Manuel, el padre del cardenal, le interesó el asunto. Todo se dispuso para el viaje. El hermano del arzobispo de Manila, de nombre también Manuel, acudiría desde Estados Unidos, donde reside. Herederos de una tradición donde la familia extensa conserva una gran importancia, los Tagle abrieron la convocatoria a otros parientes. Tal vez algún día –bromeó el purpurado en conversación con Alfa y Omega– puedan repetir una expedición familiar a China, en busca de los orígenes del apellido de su madre, Gokim.
La visita incluyó en la mañana del domingo un desplazamiento al monasterio de Santo Toribio de Liébana, que celebra Año Santo, en compañía del obispo de Santander, monseñor Manuel Sánchez Monge, y del cardenal Osoro. Luis Antonio Tagle, presidente también de Federación Bíblica Católica, pronunció unas palabras sobre la Cruz de Cristo tomando en sus manos el Lignum Crucis, considerado el mayor fragmento del madero. Fue un impulso al Año Lebaniego, todavía «poco conocido», decía a la salida el obispo de Santander. El cardenal Osoro destacó la «profunda experiencia de catolicidad» que supuso esta visita a un lugar donde se venera «la Cruz de nuestro Señor, que nos une a todos los cristianos, y es donde encontramos la verdadera salvación y la manera de vivir y estar en el mundo, que es la entrega y el servicio».
De la dimensión práctica de este servicio habló el cardenal Tagle en un encuentro con sacerdotes cántabros, algunos antiguos alumnos de Carlos Osoro en sus tiempos de rector del seminario. «La alegría –les dijo el presidente de Cáritas Internationalis– es una forma de evangelización. Con el buen humor sembramos esperanza en la gente». Un presbítero le dijo: «Háblenos de los refugiados». Y el arzobispo de Manila, por momentos con lágrimas en los ojos, contó algunas experiencias personales, pero «a pesar de toda la miseria y todo el sufrimiento –dijo–, siembre hay signos de esperanzas. Encontrarlos debe ser nuestro trabajo de pastores».
A la mañana siguiente, el lunes, el cardenal Tagle partía con su familia rumbo a Zaragoz para visitar con su arzobispo la basílica de la Virgen del Pilar. La última parada es Barcelona, de donde el purpurado volará con sus padres hacia Manila, mientras su hermano Manuel regresa a los Estados Unidos.
Ricardo Benjumea
Santander

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