sábado, 15 de julio de 2017

* MI FELICITACIÓN HECHA PLEGARIA


Toc, toc. ¿Se puede?

Hola Madre soy tu antiguo vecino, sí el que vivía pared con pared hace ya algunos años. El que abrió los ojos teniéndote como Madre, el que cuando fue bautizado en Tu Casa le pusieron en los labios un poco de sal, de nuestra bendita Isla, y que se tomó con ganas, el que aprendió a caminar bajo Tu Mirada, el que recorrió los entresijos del Viejo Convento, el que creció entre carmelitas y tu imagen divina, tus ojos que son puro caramelo, tus tirabuzones que glorían la mirada.

Sí, Madre, me parece que ya te vas acordando aunque dudo que alguna vez me hayas llegado a olvidar.

Ese que desde chiquitito junto a sus hermanos mayores y su tía Magdalena, que era de la Orden Terciaria, no se perdía un día de Novena, el que "ayudaba" en la venta de recuerdos con tu sagrada y devota imagen en una mesa que se ponía en la puerta de la Iglesia y que en verdad era donde se depositaban los féretros cuando había algún entierro.

Sí, ese niño que acompañaba a sus mayores cuando querían formar una Cofradía en torno al Nazareno que allí está expuesto al culto, el que se quedaba horas y  horas mirándote sin decir nada o diciéndolo todo. Rezando por su madre que se había quedado viuda demasiado pronto, por sus hermanos, por su familia y por todo lo que pasa por la cabeza de un niño que no es más ni menos importante porque es ver la Fe desde la inocencia más absoluta donde no existen "colorantes ni conservantes".

Ese chiquillo al que su madre le decía cuanto te quería su padre, mi abuelo Félix, de cómo lo salvaste de un balazo en plena guerra que iba directamente al corazón y se topó con tu escapulario. Me lo enseñaba con la veneración de una milagrosa reliquia toda quemada por el impacto aunque tu cara se había salvado de esa metralla asesina.

Pasaron los años y con ellos nuestra marcha de la vecina casa de tan majestuosa Vecina. Ahora dos queridos y buenos amigos, verdaderos hermanos en la Fe, como son Bonifacio y María son los que te tienen tan cerca, los que me cuentan de ti, de lo buena que eres como Madre y como Vecina.

Pero por muchos kilómetros que nos distancien físicamente, por mucho  que haya cambiado mi propia vida, porque el Bendito Hijo de Tu Vientre haya dispuesto para mí un lugar muy distinto a San Fernando como es Villaluenga del Rosario, porque haya descubierto una devoción nueva de la que estoy rendidamente enamorado como es la Virgen del Rosario, que eres Tú misma aunque con distinta advocación, te digo hoy cuando acaba iniciarse el día de tu Festividad que te sigo queriendo, que te sigo amando, que sigo viendo tus ojos de caramelo y negros tirabuzones, que te recuerdo con hábito de carmelita, que sigo palpando el escapulario que me fue impuesto hace tan solo 47 años que son los que me alumbran por la gracia de Dios.

Y te lo digo hoy porque quiero que con estas palabras salidas desde el corazón y los recuerdos Felicitarte y decirte que te amo con el mismo Amor de ese niño que creció en el Convento que es Tu Casa y también la mía pues en ella di mis primeros pasos.

Hoy no estaré junto a Ti aunque si lo esté pues rezaré en el Panteón de Marinos Ilustres al que asistiré en representación de Caballeros Hospitalarios que es el lugar, el sitio, que me has llevado para poder servir a los demás, a los desfavorecidos, a los más necesitados, a los que son los privilegiado de Tu Bendito Hijo, Nuestro Señor.

Y estaré junto a ti por la tarde cuando vaya a ver, también rezar, la Procesión de tu advocación en el vecino y también querido Pueblo de Grazalema que bien sabes te quiere a rabiar.

Hoy recibirás muchas felicitaciones por medio de palabras, silencios, plegarias, lágrimas emocionadas ante la Grandeza de una Madre que es Reina y Patrona de todos los isleños, de los marinos y la gente de la mar así como de la montaña.

Hoy la oficialidad rendirá honores a tan Ilustre Vecina, a tan excelsa Alcaldesa, hoy todos tus hijos sean quienes sean ofrecerán, como lo hacen cada día de sus días, su corazón enamorado de tan preciosa Belleza.

Sí, aunque esté a kilómetros de distancia hoy más que nunca veré con los ojos de un corazón de niño esos ojos color de caramelo y esos negros tirabuzones que adornan tu cabeza donde llevas la Corona de Madre, de Reina, de Alcaldesa, del Carmen, los marinos y de toda, toda la gente buena.

Jesús Rodríguez Arias 

No hay comentarios:

Publicar un comentario