sábado, 13 de mayo de 2017

MANUEL CEREZO, UN LAICO FIEL A LA IGLESIA

Diario de Cádiz

Cerezo en su Pregón de la Semana Santa gaditana de 2002, ante el simpecado de La Palma.Su vida laboral está vinculada a las actividades navieras en Cádiz, pero es más conocido por su compromiso con la Iglesia y por su relación con las hermandades. Siempre ha tenido las ideas claras. Máxima colaboración con todos, desde el respeto y el trabajo.

Manuel José Cerezo Escámez (Cádiz, 1943) nació en la céntrica calle Doctor Ramón y Cajal, desde donde se mudó muy pronto al barrio de Santa María. Su familia vivió en Teniente Andújar, 26. Uno de sus vecinos era el célebre comparsista Pedro Romero. Aunque Manolo nunca fue muy carnavalero, una afición que sí tuvo su único hermano, Ramón, ya fallecido.


El padre, Manuel Cerezo Orego, era chófer de Félix Castro, propietario de la Harinera Castro y directivo de la Caja de Ahorros de Cádiz. Antes trabajó como conductor del tranvía del Balneario y la Caleta. La madre, Teresa Escámez Osorio, era natural de Guadix (Granada), y desde allí se trasladó a Cádiz.

Manolo Cerezo empezó sus estudios en el colegio de San Martín. Siguió en la Mirandilla y pasó a La Salle Viña. Su vida laboral incluye 40 años en la empresa naviera Joaquín Dávila y Cía, en la que empezó muy joven, como meritorio, y siguió como auxiliar administrativo. Tuvo una gran fidelidad, aunque recibió ofertas de otras navieras. Cuando se jubiló era jefe de división de Aduanas de Joaquín Dávila y Cía, a nivel nacional. Esta empresa tuvo su sede en el edificio El Anteojo, tras pasar por otras oficinas. Contaba con 33 empleados en Cádiz.

Cuando ya estaba trabajando, estudió graduado social, titulación que consiguió por la Universidad de Granada. Aunque nunca lo ha ejercido como profesional. Su trabajo siempre ha estado vinculado a la actividad portuaria y aduanera. En 1978 presentó su tesis, titulada Cádiz: el comercio de Indias y la Aduana. Una temática que está de plena actualidad. Ya entonces incluía, entre sus conclusiones, que la ciudad estaba condenada a la decadencia por la pérdida de actividad marítima. "A Cádiz la riqueza siempre le llegó por el mar", recuerda Cerezo. Y, a finales de los 70, mucho tráfico portuario de Cádiz ya se había trasladado al puerto de Algeciras. Al tiempo que bajaba en Cádiz la actividad pesquera y la construcción naval. Todo se combinaba en contra y se intensificó el declive.

En abril de 1969, Manuel Cerezo se casó en la parroquia de Santo Tomás de Aquino con Ana Caballero González. La ceremonia estuvo oficiada por el padre Sebastián Araujo. El matrimonio tuvo dos hijas: Eva María (que es profesora de Teología) y Mónica (que trabaja en Bahía Sur). Tiene dos nietos, llamados Pablo y Carlos. Su esposa, a la que estaba muy unido, falleció en 1998.

Cuando se casó, se trasladó a un piso en la avenida Ana de Viya, donde actualmente vive su hija mayor, mientras que él se mudó a otro en la avenida de Portugal. Eso le facilitó que durante 12 años haya sido colaborador de la parroquia de San José. Por su amistad con el padre Óscar González Esparragosa, le ha acompañado cuando fue nombrado párroco de San Antonio. Allí colabora ahora, por las tardes, en el archivo parroquial. Por las mañanas, es colaborador voluntario en el Obispado, concretamente en la Notaría Eclesiástica, en la que ejerce la notaria Lourdes de la Torre.

El compromiso cristiano que ha marcado la vida de Manolo Cerezo se ha plasmado a través de una intensa dedicación a las actividades eclesiales. Aunque, probablemente, lo más popular de todo lo que ha realizado sea su labor en el mundo de las hermandades y cofradías. Había empezado pronto, cuando tenía 13 años, en la cofradía de Sentencia. Entonces era mayordomo Enrique Láinez Criado. Cuando se fusionó la Archicofradía de La Palma con la Misericordia, Láinez se dedicó a esta hermandad y pidió a Cerezo que lo acompañara. Con poco más de 18 años, entró como consiliario en La Palma. Después fue secretario y hermano mayor.

Desempeñó el cargo de hermano mayor de La Palma desde 1986 a 1990. Fueron años intensos e importantes para esta archicofradía. En 1987, se celebró la coronación canónica de la Virgen de la Palma. Fue aprobada por el Vaticano. El obispo Dorado le impuso la corona en la Catedral, en un acto al que asistieron las primeras autoridades. Hizo las gestiones para que el alcalde, Carlos Díaz, concediera la Medalla de la Ciudad. En los actos participó la banda del Carmen, de Salteras. Gracias a los patrocinios y donativos, además de cubrir los gastos, entregaron medio millón de pesetas para obras sociales.

En 1990, cuando dejó de ser hermano mayor de La Palma, fue nombrado secretario del Consejo Diocesano de Hermandades y Cofradías (actual Secretariado), cuyo presidente era Francisco Carnota. En la Junta de Hermandades (el actual Consejo) estaba como presidente Rafael Corbacho. Precisamente cuando salió Corbacho, en 1994, Cerezo le relevó. Estuvo dos años como presidente de las cofradías gaditanas. Coincidió con el cambio en la Alcaldía, ya que empezó con Carlos Díaz y terminó con Teófila Martínez. Tuvo una significada labor para el esplendor del Corpus. En 1995 se hizo la primera alfombra de flores en San Juan de Dios, a cargo de la Juventud Cofrade. Y consiguió apoyo municipal para los altares.

Años después, cuando Evelio Ingunza Barcala era presidente del Consejo, perteneció a la Permanente. También fue nombrado para gestoras, como la de Sanidad, o la de Borriquita. Cerezo tiene su carácter, y en algunos de esos cargos dimitió, cuando no estaba de acuerdo con lo que veía.

Uno de los momentos más emotivos que vivió fue el del Pregón de la Semana Santa de 2002, que pronunció con el Teatro Falla repleto de público. También fue pregonero de la Navidad, de la Inmaculada y de Dolores del Descendimiento, además de presentar infinidad de carteles y actos cofrades.

En otros ámbitos eclesiásticos ha tenido amplia participación. Es el miembro más antiguo de la Asociación Católica de Propagandistas, con la que ha colaborado en muchos actos. Ha sido miembro del Consejo de Pastoral Diocesana y colaboró con la Vicaría de Pastoral. Participó en los preparativos del Sínodo Diocesano de 2000. Y llegó a ejercer un tiempo como notario eclesiástico y hasta como secretario del obispo.

Por sus innumerables méritos eclesiales, en 2011, el Papa Benedicto XVI firmó el decreto que le concedía el título de caballero de la Orden Pontificia de San Gregorio Magno. El título le fue otorgado asimismo a Antonio Llaves. Ambos lo recibieron en la Catedral, en un acto solemne, presidido por los tres últimos obispos de Cádiz: Zornoza, Ceballos y Dorado. Es una distinción muy relevante. En España sólo hay ahora 12 caballeros de San Gregorio.

También colabora con la Asociación de los Reyes Magos. En 2005 fue nombrado Cartero Real. Su hija Eva María ha sido Estrella. Pero, a pesar de tantos reconocimientos, si se caracteriza por algo es por su amabilidad, su modestia y su voluntad de servicio. Además de su integridad y su coherencia.

Es de los pocos gaditanos que a veces usa sombrero. Pero no es un hombre del pasado. Se mantiene al tanto de todo, y si pudiera quitarse algunos añitos, pues bueno. Sigue con su juventud de espíritu, colabora como voluntario mañanas y tardes. Y, aunque le duela una muela, se va a su parroquia, porque ha quedado. Manolo es así, y es bueno que lo sea.



JOSÉ JOAQUÍN LEÓN

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